HERRAMIENTAS DE APOYO
Disponemos de muchas herramientas de apoyo que podemos utilizar y que están alineadas con nuestro modelo de las cinco metacompetencias:
VALORACIÓN: Entendemos la valoración como la capacidad de transmitir valor y tiene mucho que ver con los presupuesto básicos del coaching: 1: Creo en ti. 2: Veo tu potencial y 3: Tú tienes todas las respuestas. Desde esta actitud interna, el coach aprovecha todas las ocasiones posibles para valorar a su coachee como un ser único, especial e irrepetible, completo, lleno de recursos y de potencialidad, capaz de aprender y de alcanzar sus objetivos.
En la práctica, la valoración puede comunicarse expresando aprecio y admiración en cualquier momento del proceso y especialmente cuando el coachee hace comentarios quitándose valor o importancia, cuando expresa que algo le resulta difícil o cuando se muestra desesperanzado, con poca motivación, vulnerable.
Igualmente, los momentos en los que el coachee hace progresos en su plan de acción, cuando hace un cambio de observador o cuando afronta con coraje una situación difícil, son también adecuados para expresar valoración, aprecio y admiración.
Otra manera de valorar al coachee es apreciar sus respuestas como válidas y valiosas y evitar criticarlas o quitarles valor con comentarios o muletillas como “sí, pero…”, “ya, pero…”, “Esa respuesta es demasiado genérica, dame un ejemplo más concreto”, “Ese objetivo no vale”, “Explícate mejor”. En su lugar, decimos cosas como: Entiendo, entonces…”, “¿Puedes ponerme un ejemplo?”, “Explícamelo más para que lo entienda”, etc. Si nos parece que puede ir más lejos o más profundo, podemos preguntar: ¿Y qué más? Pedirle que profundice en determinada idea o que piense nuevas alternativas. Si no ha contestado a nuestra pregunta, volvemos a hacerla o le mostramos que ha eludido contestarla, pero lo hacemos de manera apreciativa, evitando mostrar carga crítica o impaciencia.
Hay muchos momentos en los que podemos expresar valoración, ahora bien, la valoración surge de manera natural cuando estamos conectados con nuestras metacompetencias y escuchamos de manera profunda, con aceptación incondicional, con una mirada amorosa.
Ahora bien, si decimos que la relación debe ser igualitaria, hay una manera adecuada de expresar valoración y otra totalmente inadecuada. Por ejemplo, si decimos: ¡Bien hecho!, ¡Fenomenal!, ¡Sigue así! Estaremos utilizando expresiones que juzgan al coachee (aunque sea positivamente) y que nos colocan por encima. La relación deja de ser igualitaria. El coach expresa reconocimiento hablando de sí mismo: admiro esto de ti, me alegro mucho de tus progresos, aprecio esta capacidad tuya de… Hay una sutil e importante diferencia entre estas dos maneras de ofrecer reconocimiento.
CELEBRACIÓN: Es otra herramienta importantísima, básica para el proceso de aprendizaje, es como la gasolina que genera la energía necesaria para la transformación. Cuando hay mucho esfuerzo, exigencia y sacrificio, es porque las emociones imperantes son el miedo y la preocupación. Sin embargo, cuando perseguimos nuestros retos disfrutando del viaje, con mayor liviandad y celebrando los progresos, las emociones imperantes son la alegría y la confianza.
El aprendiz requiere de estas emociones, la confianza genera apertura, creatividad, nos atrevemos más, somos capaces de ir más lejos. Por el contrario el miedo nos bloquea, nos pone a la defensiva y cierra la intuición y la creatividad.
El coach celebra los progresos del coachee, los aprendizajes, las acciones llevadas a cabo, los descubrimientos, los esfuerzos, los intentos, incluso los fracasos, que siempre vienen acompañados de aprendizaje. Ayudamos al cliente a tomar conciencia de sus avances, le invitamos a disfrutar del viaje, a vivir el proceso desde el sentido del humor.
Me parece muy importante ayudar al cliente (especialmente cuando tiene mucha exigencia y mucha autocrítica) a ver los progresos, a poner el foco en los pequeños avances. Muchas veces el cliente viene frustrado por todo lo que no ha hecho. Creo que, en estos casos, es importante llevar la atención a todo lo que sí se está empezando a mover. A veces es muy pequeño, muy sutil, pero he ido aprendiendo con la práctica que poner el foco en esto ayuda enormemente a movilizar una gran cantidad de energía.
Claro que validar o celebrar en modo automático resulta falso, inauténtico. A algunos alumnos les resulta forzado, fingido, especialmente difícil… Pero si no consigo conectar con una alegría genuina al ver los progresos de mi coachee, ¿Qué tendré que aprender sobre la exigencia, sobre las expectativas, sobre el amor?
DEVOLUCIÓN EMPÁTICA: La empatía es una herramienta clave y de primer orden para cualquier relación de ayuda, especialmente las de orientación humanista. Carl Rogers la situó en el centro de su enfoque terapéutico como un recurso que sirve para devolver al cliente la posibilidad de liderar su propio proceso.
Para ello, el terapeuta accede al marco interpretativo del cliente, percibe el mundo tal y como él lo hace y se comunica con él desde esa comprensión empática. De la misma manera, el coach hace todo lo posible por entender el mundo del cliente y utiliza la devolución empática para verificar y reflejar sus percepciones en las tres dimensiones: lenguaje, cuerpo y emoción. En última instancia, el cliente tiene la última palabra acerca de su experiencia.
Utilizamos el lenguaje para hacer devoluciones empáticas de lo que escuchamos, lo que percibimos o lo que observamos y esto puede implicar un cierto nivel de interpretación. Podemos, por ejemplo, observar que el cliente tiene la respiración entrecortada y deducir que siente ansiedad. Podemos escuchar al cliente hablar acerca de una determinada situación e imaginar lo que puede estar sintiendo al respecto. Por ejemplo: “Imagino que esta situación debe preocuparte mucho”, “Entiendo que para ti debe ser muy difícil”, “Observo que te brillan los ojos, debes estar muy ilusionado”, etc.
La conexión empática genera, de manera natural, resonancia emocional. Cuando se produce, coach y coachee danzan en sintonía, resuenan, vibran de manera sincronizada. Esta sintonía también puede observarse a nivel corporal en la postura abierta, en la mirada comprensiva y afectuosa, en la actitud enfocada e interesada.
EMPOWERMENT: es un término que procede de la psicología comunitaria (Julián Rapaport, 1977) y que se refiere tanto a la determinación individual de cada uno sobre su propia vida como a la participación democrática en la vida de la comunidad.
En el ámbito del coaching, nos interesa especialmente la primera dimensión: la autodeterminación individual, que capacita a las personas para tomar decisiones y resolver por sí mismas los problemas que las afectan.
El proceso de coaching es, en sí mismo, un proceso de empoderamiento. A lo largo de las sesiones, el cliente establece un objetivo extraordinario y utiliza sus recursos (internos y externos) para alcanzarlo.
Desde un punto de vista práctico, como coaches, utilizamos muchas técnicas para facilitar y desarrollar el Empowerment de nuestros clientes. Por ejemplo, despejamos objeciones básicas, trabajamos la ilusión, fomentamos la esperanza, celebramos, valoramos, apoyamos… y lo hacemos en las tres dimensiones (lenguaje, cuerpo y emoción).
Con el lenguaje, hacemos preguntas potentes que ayudan al coachee a mantenerse en su fuerza; Utilizamos las distinciones para generar aprendizaje; Transformamos los juicios limitantes del coachee; Ayudamos a desarrollar habilidades conversacionales (hablar en primera persona, distinguir afirmaciones de juicios, hacer determinadas declaraciones, peticiones, reclamos, resolución de problemas, gestión de conflictos, etc.); Abrimos un futuro de posibilidades; Animamos a pasar a la acción, a probar cosas diferentes; Celebramos los progresos y los aprendizajes, etc.
Con la emoción, damos legitimidad a todas las emociones y ayudamos a gestionarlas, para ponerlas a disposición de los objetivos del cliente. Generamos aprendizaje emocional; Ayudamos al coachee a transitar hacia emociones de fuerza, equilibrio, satisfacción, etc.
Con el cuerpo, utilizamos nuestra corporalidad para generar resonancia y aprendizaje, damos legitimidad a la corporalidad del coachee y le entrenamos para una corporalidad más poderosa.
Las herramientas que hemos visto hasta ahora surgen de manera natural, de las metacompetencias que están en la base de nuestra mirada y de nuestra actitud ante el coachee. Mejorar en la utilización de estas herramientas requiere desarrollar una mirada y una actitud determinadas. A medida que aflora, vamos entendiendo mejor aspectos cada vez más sutiles, que impactan en la relación, en la sesión y en el proceso de coaching. Por ejemplo:
Compadecerle, Preocuparnos: A veces pensamos de nuestro cliente: “pobrecillo, tiene una situación muy difícil”. Este pensamiento implica que dudamos de que tenga la fuerza suficiente para sostenerse sobre sus pies, para llevar adelante su vida. Es un pensamiento que desempodera y quita fuerza.
Intentar convencer, demostrar: Implica que no estamos aceptando el mundo interpretativo del coachee, que nuestra manera de ver las cosas es mejor, que debería pensar como nosotros pensamos. Podemos mostrar algo (como hacemos con las distinciones), pero cuando intentamos demostrar y convencer, entramos en un debate que desempodera al coachee y hace que la sesión fracase.
Dudar: Cuando empezamos a dudar de las posibilidades del coachee para alcanzar sus objetivos, ya sea porque juzguemos que su objetivo es demasiado ambicioso o porque le faltan recursos para lograrlo, estamos dinamitando el proceso sin darnos cuenta. A nivel energético y con nuestra comunicación no verbal, estaremos transmitiendo un mensaje de no posibilidad que desempodera al coachee.
Dar consejos: Cuando damos un consejo, a un nivel profundo estamos transmitiendo un mensaje: no creo que puedas, no creo que sepas, necesitas ayuda. Los consejos raramente sirven para algo positivo. Más bien al contrario, tienen el efecto de desempoderar al coachee.
Cuidar del coachee: A veces nos excedemos en la necesidad de cuidar del coachee (o cuidar de nosotros mismos) y entonces compramos todo lo que nos cuenta y evitamos confrontarle. O bien tenemos miedo de indagar en determinada dirección, o de que se bloquee a nivel emocional, que tenga una mala experiencia y que no sepamos gestionarla. Nuevamente, esta forma “tóxica” de cuidar del coachee está relacionada con carencias en alguno de los tres presupuestos básicos del coaching y desempodera al coachee.
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