Por: Luis Llorente
“Mi vida estuvo llena de desgracias, muchas de las cuales jamás sucedieron” Descartes
En ocasiones lo que hay en nosotros mismos es nuestro peor enemigo. Hace que desconfiemos de nuestras capacidades o provoca dudas sobre nuestro merecido éxito. Por eso nos boicoteamos, nos desmerecemos y rebajamos nuestras expectativas para quedarnos como estamos. Ponemos palos en las ruedas para no avanzar porque tenemos miedo. Veamos algunas de los motivos que nos llevan a practicar estos comportamientos y cómo salir de ellos.
Hace años, en un proceso de selección de personal, un joven me dejó claro –casi antes de comenzar la entrevista- que él no iba a conseguir el trabajo. Frases como “No creo que mi nivel de inglés sea suficiente”, o “no tengo demasiada experiencia en algunas áreas financieras” y otras en las que claramente se desvalorizaba, me llevaron a preguntarle si realmente quería el puesto de trabajo o no. Me respondió muy nervioso que sí, que porqué le preguntaba eso, que era prioritario para él conseguirlo por la importancia de la empresa y sus oportunidades de promoción.
El proceso que ocurre en esa operación de boicot es tan simple como la contradicción que hay entre el miedo a ciertas cosas y a la vez el deseo de tenerlas.
No se había dado cuenta de que su propia actitud estaba boicoteándole de manera inconsciente. Pero, ¿Cuál era el motivo o los motivos que actuaban en él?
El proceso que ocurre en esa operación de boicot es tan simple como la contradicción que hay entre el miedo a ciertas cosas y a la vez el deseo de tenerlas.
Normalmente es un miedo al cambio, hacia algo que aparece como mejor, pero que al ser desconocido, necesita más energía porque implica tomar decisiones y además responsabilizarnos de ellas. Así que intentamos frustrar ese posible camino al éxito.
Todos padecemos este “síndrome” y no tenemos más que estar atentos para pillarnos, pero en algunas personas se convierte en parte de su comportamiento habitual, en una norma de conducta.
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Richard Friedman, profesor de Psiquiatría en el Weill Cornell Medical College, dice que «De toda la psicología humana, el comportamiento autodestructivo está entre los más misteriosos y duros de cambiar». Seguro que podemos reconocer frases a nuestro alrededor como “qué mala suerte tengo” o “Por qué me tienen que pasar siempre a mí estas cosas”.. Los humanos libramos una dura batalla entre las fuerzas del mal que tratan de impedir el crecimiento y la evolución y las fuerzas del bien que impulsan a la autonomía y al éxito. Y esto se nota sobre todo en las relaciones familiares o amorosas dónde no paramos de torpedearnos en plena línea de flotación.
Tengo un amigo que siempre me dice que “no tiene suerte en el amor”. Me cuenta que siempre la pareja que desea está muy por encima de sus posibilidades o muy por debajo. Analizamos esas posibilidades y al final me acaba guiñando el ojo y me dice que como solo no está de ninguna manera…
Es en las relaciones familiares o amorosas dónde no paramos de torpedearnos en plena línea de flotación.
Hay otros casos en los que el boicot se genera desde la fantasía. A ver si me explico. Hay una distinción clásica de Coaching que trata sobre la diferencia entre Sueño y Visión. Si bien tener sueños es necesario, pues amplía nuestras expectativas de ser mejores o vivir en buenas condiciones, si no lo convertimos en una visión tiene muchas posibilidades de quedarse en eso, una pura fantasía.
Convertirlo en visión significa ponerse en acción para conseguir lo que nos proponemos. “soñar puede ser muy placentero pero no lleva implícita la puesta en marcha de las acciones necesarias para perseguir aquello que soñamos. Soñar no tiene compromiso.” Dice Miriam Ortiz de Zárate en su libro de distinciones No es lo mismo. “Soñamos y, al mismo tiempo, nos damos un montón de explicaciones que nos sirven para justificarnos y no mover un dedo para alcanzar aquello que soñamos” continúa.
¿Y cómo podemos vencer ese impulso de no esforzarnos más y de poner palos y palos en nuestras ruedas para no conseguir eso que deseamos? Sin llegar a provocar trastornos de personalidad en los que se requiere una intervención profesional psicológica, estos mecanismos anidan en todos nosotros y debemos entrenarnos para darnos cuenta de cuando suceden y manejar algunas herramientas que nos ayuden en esa tarea como por ejemplo:
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Trabajar la autoestima a base de rebajar exigencias: Liberar la presión que impone la excesiva exigencia. En muchas ocasiones nos desvalorizamos porque nos proponemos metas tan altas que casi sabemos de ante mano que no se pueden cumplir. Como dice una amiga mía, “la guerra contra el ego es imposible de ganar” y éste siempre nos va a poner razones o juicios para justificarse, por eso debemos negociar. Si nuestro ego nos dice “no eres capaz de eso en lo que te has empeñado”, hay que aceptarlo, pero resaltando el hecho de que seremos capaces de realizar otras muchas cosas. Porque una de las mejores manera de boicotearnos es ponernos tareas imposibles. Si por el contrario nos proponemos trabajos pequeños que puedan cumplirse, ganaremos en autoestima. En vez de empeñarnos en cumplir un horario complicado en el gimnasio, ¿Por qué no nos proponemos dar un paseo de veinte minutos al atardecer?
Colocarnos en otros zapatos: Es importante desarrollar otra visión para mirar el mundo, salir de nuestro espacio y cuestionarnos casi todo.Es muy difícil que a una persona le vaya mal en todos los órdenes de la vida. Lo que suele suceder es que algunos miran su existencia desde la negatividad, ven el vaso medio vacío y de esta manera magnifican lo que no cumple con sus expectativas y miran la realidad de modo extremista y catastrófico. Es conveniente revisar nuestro catálogo de “culpas” y desdramatizarlas, recuperando así la autoconfianza que necesitamos para conseguir romper con un estilo pasivo y limitante de vivir nuestras emociones. De otra forma seguiremos en el reino de la ansiedad, la ira, la agresividad y la culpa. Revisemos también nuestro lenguaje para darnos cuenta de que los “siempre, nunca, todo o nada” nos aplastan, y sustituyamos el determinista “soy” por el “estoy siendo” o el “estoy”.
Ponernos en acción: Los coaches nos ponemos muy pesados con esto, pero es que el movimiento se demuestra andando. Hay que hacer un plan en el que no entren las viejas disculpas o los juicios negativos sobre nosotros mismos explorando diferentes caminos, buscando distintas acciones para lograr un objetivo; arriésgate, porque solo a través del riesgo se alcanza el éxito: quien se mantiene en un mundo de certezas nunca conseguirá lo que le pide su corazón. La incertidumbre siempre está al inicio del camino pero la duda se va despejando. Si te boicoteas no te das la oportunidad de vivir.
Vive el presente y confía en ti mismo.