La intuición se define tradicionalmente como esa corazonada inexplicable o percepción instantánea que nos ayuda a tomar decisiones sin necesidad de detallados análisis racionales.
La intuición juega un papel importante en la vida cotidiana de las personas, tanto en ámbitos personales como profesionales. Desde la elección de amigos hasta decisiones laborales, la intuición a menudo influye en nuestra toma de decisiones sin que siquiera nos demos cuenta.
Aunque en muchos sentidos la intuición nos conecta con algo inexplicable o misterioso, la investigación científica va arrojando cada vez más luz sobre este fenómeno, a medida que vamos teniendo más información sobre los procesos de toma de decisiones, los fundamentos neurológicos, la cognición, etc.
NEUROCIENCIA DE LA INTUICIÓN
La investigación acerca del fenómeno de la intuición nos ha ido llevando a la comprensión de que la intuición no es un proceso que ocurra de manera única en determinado lugar de nuestro cerebro, sino más bien el resultado de la interacción de varias áreas cerebrales.
Por ejemplo, una de las regiones clave es la amígdala, esa estructura en forma de almendra alojada en el interior del llamado “cerebro límbico” o “cerebro mamífero”, que está implicada en la gestión de las respuestas emocionales y también en la evaluación de situaciones de manera muy rápida y sin la intervención de la cognición o el pensamiento racional.
Otra región importante involucrada en la generación de respuestas intuitivas es la corteza prefrontal, que desempeña también un papel importante en la toma de decisiones.
De hecho, se ha observado que una comunicación efectiva entre diferentes áreas cerebrales tiene mucho que ver en el desarrollo de la respuesta intuitiva, según investigaciones realizadas por A. Raffone y N. Srinivasan, publicadas en la revista Psychological Science. Estos autores sugieren que la intuición está relacionada con la adecuada sincronización de ciertas ondas cerebrales en regiones específicas de la corteza cerebral.
El psicólogo Daniel Kahneman, en su obra «Pensar, rápido, pensar despacio”, un gran best seller publicado en 2011, introduce la distinción entre dos sistemas de pensamiento. El sistema 1, más rápido, intuitivo y emocional, y el sistema 2, lento, reflexivo y racional. El primero nos serviría para llegar a conclusiones de forma automática, basadas en la experiencia acumulada, mientras que el segundo nos sirve para las respuestas conscientes.
LA INTUICIÓN Y LAS EXPERIENCIAS DEL PASADO
Esta idea de la experiencia acumulada es especialmente importante. Gerd Gigerenzer, autor del libro “Decisiones Instintivas”, destaca a raíz de sus investigaciones la capacidad de la intuición para procesar grandes cantidades de información de manera eficiente en situaciones donde la sobrecarga cognitiva es un factor importante.
La intuición se convierte así en una valiosa herramienta en la medida en que se basa en patrones y vivencias pasadas. Algo así como el resultado de un proceso inconsciente de reconocimiento de patrones muy complejos, basados en nuestra propia experiencia y los millones de elementos de información acumulados a lo largo de nuestra vida.
La exposición repetida a ciertos contextos, la memoria de vivencias pasadas, nos facilita una información inconsciente y sumamente eficaz que nos ayuda a manejarnos con grandes cantidades de información, cuando tenemos que tomar decisiones rápidas.
LAS DOS CARAS DE LA INTUICIÓN
Desde esta perspectiva, la intuición entonces puede tener dos caras muy diferenciadas, por una parte nos ayuda a decidir de manera rápida manejando grandes cantidades de información, pero al mismo tiempo, al utilizar información acumulada de nuestra experiencia pasada, podría llevarnos a conclusiones erróneas al proyectar el pasado hacia el futuro y hacer determinadas predicciones que finalmente nos lleven a lugares no deseados.
Por ejemplo: podría reaccionar instintivamente alejándome de un determinado tipo de persona porque en el pasado tuve una mala experiencia con alguien parecido. Este tipo de respuestas, que son muy frecuentes, nos pueden atrapar en una rueda infinita en la que el pasado se reproduce una y otra vez en el presente debido a esta respuesta instintiva.
La intuición podría llevarnos a conclusiones erróneas al proyectar el pasado hacia el futuro y hacer determinadas predicciones que finalmente nos lleven a lugares no deseados.
Tomar conciencia de esto es especialmente importante en el coaching y en la terapia.
Muchas veces tratamos este tipo de temas con nuestros clientes, ayudándoles a mirar de una manera más global o más profunda determinados asuntos para tomar conciencia y descubrir “desde dónde” está tomando sus decisiones, para identificar posibles prejuicios inconscientes o sesgos cognitivos, frutos de sus modelos mentales y de su estructura de creencias.
Por ejemplo, un cliente podría estar tomando la decisión de no abordar determinado reto que verdaderamente desea, desde la creencia de “no valgo” o “no puedo”, para descubrir entonces que esta creencia puede estar poco fundada y así, desde una nueva perspectiva, con una mirada más completa, tomar una decisión más coherente con sus deseos, inquietudes y potencialidades.
LA INTUICIÓN Y EL DESARROLLO PROFESIONAL
Por otro lado, la psicóloga Jennifer Whitson, en sus investigaciones sobre la formación de intuiciones, demostró que las personas con más experiencia en un área particular (profesión o actividad de cualquier tipo) tienden a confiar más en su intuición en ese dominio específico.
Así el cerebro puede procesar información de manera eficiente y reconocer patrones sutiles que pueden pasar desapercibidos para la conciencia consciente.
Así, la intuición puede ser especialmente valiosa en el ámbito profesional. Los líderes empresariales exitosos a menudo confían en su intuición para tomar decisiones estratégicas rápidas en entornos cambiantes. Steve Jobs, cofundador de Apple, era conocido por confiar en su intuición en la toma de decisiones relacionadas con el diseño y la innovación de productos.
En el campo de la medicina, los diagnósticos intuitivos basados en la experiencia clínica a menudo complementan el razonamiento lógico. Los médicos experimentados pueden tener un «sentido» sobre un paciente que va más allá de la información objetiva disponible, lo que lleva a decisiones de tratamiento más rápidas y precisas.
La intuición puede ser especialmente valiosa en el ámbito profesional.
De la misma manera, los coaches vamos desarrollando intuición a medida que ganamos experiencia. Con la práctica y el paso de los años, los coaches utilizamos recursos, hacemos preguntas e indagamos de una manera que desconcierta al coach junior que intenta aprender de nosotros.
Frecuentemente nos preguntan: ¿Cómo sabías que ese silencio…? ¿De dónde sacaste esa pregunta…? Y muchas veces en realidad no sabemos. Simplemente surgió.
INTUICIÓN Y ESPIRITUALIDAD
Personalmente creo que muchas de estas experiencias, se producen cuando entramos en dimensiones que se explican mejor desde perspectivas filosóficas, espirituales o transpersonales.
En el budismo, por ejemplo, la intuición se manifiesta a través de la práctica de la atención plena. Para ellos, el cultivo de la presencia nos permite desarrollar también una conexión más profunda con la intuición, permitiendo entonces que emerja una comprensión intuitiva de la realidad.
Y esto es lo que ocurre en el coaching cuando estamos conectados con nuestro cliente, escuchando profundamente, totalmente presentes, con el corazón abierto… entonces, se producen pequeños destellos de intuición que ayudan enormemente al proceso y que entran en dimensiones más transpersonales y espirituales.
Desde algunas corrientes espirituales la intuición se entiende como “la voz del alma”, un lugar que está más allá de la lógica y el razonamiento, un espacio de sabiduría más profundo que reside en nuestro interior.
Al cultivar la conexión con esta voz interior a través de la meditación y el desarrollo de la presencia, vamos poco a poco sintonizando con esa fuente interior de sabiduría. Al silenciar la mente y abrirnos a la quietud, creamos un espacio propicio para que la intuición se manifieste.
Desde algunas corrientes espirituales la intuición se entiende como “la voz del alma”, un lugar que está más allá de la lógica y el razonamiento.
Pero a veces la intuición pareciera que nos conecta con un canal diferente, con una conciencia ampliada, como si de alguna manera pudiéramos acceder a una determinada frecuencia en la que la información está disponible.
Esta es una dimensión que en mayor o menor medida todos podemos experimentar y especialmente en el coaching, cuando trabajamos desde el silencio, la presencia y la escucha.
Desde una mirada transpersonal, la intuición se explica como una expansión de la conciencia que nos conecta con la totalidad de la existencia, con la conciencia colectiva, más allá de la conciencia individual. La intuición se convierte así en el canal a través del cual podemos acceder a información y conocimientos que trascienden nuestra experiencia individual.
En todo caso, tanto si tomamos estos conceptos desde la ciencia, como desde la filosofía, la espiritualidad o perspectivas más transpersonales, la intuición sigue siendo un enigma fascinante que mezcla lo consciente y lo inconsciente, lo racional y lo emocional, lo material y lo espiritual.
MIRIAM ORTIZ DE ZÁRATE
Socia directora del CEC.
Coach MCC por la International Coach Federation.
Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.
Ha realizado estudios de especialización en Coaching individual y de equipos, coaching sistémico, coaching corporal, coaching energético, Psicoterapia Gestalt, Psicoterapia Integrativa, Eneagrama, Constelaciones Familiares y Organizacionales, Bioenergética, etc. (Instituto de Empresa, Centro de Estudios Garrigues, Escuela Europea de Coaching, Escuela Madrileña de Terapia Gestalt, Programa SAT de Desarrollo, IPH, Fundación Claudio Naranjo, Fundación Tomillo, Improving Network, Sensum Systemic, Instituto Hellinger de Holanda, Talentum, Emana, etc.)