Por Marta Jiménez Villalba, ex-alumna de CEC y actualmente Coach.

A menudo, un cliente de coaching quiere conseguir resultados rápidamente. Acude a nosotros con una demanda u objetivo puramente racional y práctico. Los clientes suelen traer temas relacionados con cambios en el trabajo, situaciones que no saben manejar, conversaciones que temen tener y quieren preparar, etc.

A menudo también nos avisan de que ellos no quieren entrar en grandes profundidades, no quieren tocar su sombra. Su sombra está bien donde está. Solo necesitan una solución práctica, rápida y eficaz a su problema.

La realidad, al menos en mi experiencia, es que, normalmente, lo que está impidiendo el avance hacia el objetivo o la solución al problema, suele estar anclado en eventos del pasado, ocultos en la sombra.

Para sobreponernos a esa situación, en ese punto anterior al presente, tuvimos que instalar en nuestro disco duro el programa que vamos a llamar PASO: Programa Adaptativo de Supervivencia Operativa.

Suele pasar que ese programa está desactualizado porque se generó en una edad muy temprana o en un entorno muy distinto al de aplicación, pero, como está instalado y ya nos funcionó, vamos en piloto automático.

Pues bien, en muchas ocasiones nuestro trabajo como coaches consiste en ayudar a nuestros clientes a desinstalar ese PASO, que aproximadamente podría funcionar así:

– Que en el pasado, cada vez que se atrevió a alzar la voz, el cliente recibió una regañina paterna o materna, o le pidieron que se callara y no molestara, podría resultar hoy en que el cliente dice PASO cada vez que, en el presente, se le presenta una situación en la que su instinto y su cuerpo le piden alzar la voz.

– Que, una vez, alguien, con toda su… intención, les dijo: “Tú no vales para esto” y, por lo que fuera, se lo compraron y se lo creyeron, y se instalaron el programa. A pesar de que era una disciplina, afición, materia que les apasionaba, podría resultar hoy en una persona que, a la hora de enfrentarse a una frustración, al error o a la necesidad de trabajar duro para conseguir objetivos, se diga PASO y se lo compre.

Ejemplos similares hay a puñados, pero, por si no se ha entendido aún, ahí va uno más:

– Pensemos en la construcción de una línea de tren de ultra alta velocidad en un territorio inexplorado o en un edificio público, o un simple edificio de viviendas que se quiere construir en un terreno determinado. En el momento de proyectarlo, habría que tener en cuenta muchos factores relacionados con tiempo de ejecución, costes de material, salarios, alguna partida para gastos inesperados, etc.

El proyecto se aprueba y las obras empiezan. Correspondería con la fase de fijar el objetivo en coaching.

Los obreros llevan excavando por donde les han marcado los ingenieros y se encuentran con un trozo de lo que parece algún recipiente de barro con pinta de antiguo. En coaching podría equivaler a que hemos topado con el obstáculo que impide el avance del cliente.

taller coaching

Ahora pueden suceder dos cosas en función de lo que decida la dirección cuando los obreros se lo comuniquen:

– La dirección facultativa del proyecto, estudia el caso y ve que, si se sientan a estudiar el origen del hallazgo, llamando a las autoridades, etc., el proyecto se les va de madre. Adiós a cumplir plazos y costes (y podría peligrar algún bono por productividad). Deciden decir PASO y siguen.

El proyecto sigue adelante y justo cuando estaba a punto de terminarse, colapsa justo en esa zona. Los costes pueden ser peores que empezar de nuevo. La empresa pierde credibilidad, no se vuelve a confiar en ella… un desastre. Esto es lo que se llamaría un retraso tardío en el proyecto.

El cliente se puede ir de la sesión con una solución momentánea a su problema, pero cuando en el futuro se le presente otro similar y utilice su PASO, estará en el punto de partida.

– La dirección facultativa del proyecto, decide parar las obras, mandar venir a unos arqueólogos que encuentran que hace cien años hubo una zona húmeda (donde los lugareños cogían agua) pero que se ha secado.

Lo que significa que cualquier edificio que se construya ahí tendrá unos cimientos que podrían ceder bajo el peso de la construcción, así que estudian las posibles alternativas y escogen la más efectiva en relación coste-beneficio.

Se ha sufrido un retraso temprano en la construcción, pero el edificio resultante está construido sobre una base más sólida, más estable.

El cliente tiene las herramientas apropiadas, se desinstaló el programa PASO y puede seguir superando obstáculos con sus nuevos recursos. Es posible que nosotros, los coaches, seamos los que le facilitamos el PASO al cliente.

A veces puede que nos digamos “si él no quiere entrar ahí, no voy a forzarle”, y es respetable, porque seguimos las enseñanzas que hablan de respetar el camino del cliente, y si el cliente no quiere invertir el extra de tiempo y dinero, o tiene reparos en hablar de intimidades con un extraño, nos ceñiremos a conseguir el objetivo y habremos cumplido nuestra función.

Otras veces somos nosotros mismos los que no nos sentimos capaces de sostener el camino descendente a visitar las catacumbas de nuestros clientes, por miedo, porque el tema nos toca de cerca y no estamos listos, porque se pasan los 50 minutos, por lo que sea.

En estos mismos, es posible que nosotros mismos nos hayamos dicho PASO si se nos presenta la decisión de tener que bajar a nuestras propias catacumbas y en esos casos, estará bien quedarnos arriba con el cliente porque nos será más fácil sostener lo que conocemos.

Mi experiencia profesional como coach dice (confirmando las enseñanzas de mis maestros) que si el cliente puede sostenerlo, nosotros también, porque vamos en el viaje con ellos a su lado y si la sesión ha ido por ahí, será que ese es el camino que había que coger.

Y mi experiencia personal, tras haberme formado como coach, coach sistémico y coach transpersonal, me ha llevado a conocer mis catacumbas y, hoy en día ya no las tengo miedo. Me veo los PASO y me los desinstalo.

Y porque he estado en mi oscuridad, me siento capacitada y confiada de poder acompañar a mi cliente a la luz desde el respeto y la compasión amorosa.

En conclusión, una vez el cliente pasa del PASO, debemos estar preparados para embarrarnos hasta las cejas con él. O no. Pero no seamos nosotros quienes les cerremos el paso.

Escrito por: Marta Jiménez Villalba, ex-alumna de CEC y actualmente Coach.