La resignación es un estado de ánimo asociado a la creencia de que no hay nada que hacer. Nos invade cuando pensamos que no tenemos la posibilidad de resolver algo que nos duele o nos inquieta. Es una sensación de impotencia que intentamos superar con el olvido, pero cada vez que el asunto vuelve a primer plano, revivimos la misma sensación, con la misma intensidad.

 La aceptación es muy diferente, supone ser capaces de dejar  atrás el dolor y la impotencia, porque descubrimos que, aunque  hay puertas que se han cerrado para nosotros, otras nuevas se  abren. A veces nos ocurre que una determinada situación que  nos resultó muy dolorosa en un momento dado, al pasar del  tiempo acaba convirtiéndose en algo que podemos mirar  incluso con gratitud, porque nos ha aportado cosas nuevas y  nos ha servido para crecer. La aceptación está asociada al  aprendizaje y a la gratitud.

También te puede interesar: Distinción 23: Perdonar o aceptar

La resignación absorbe enormes cantidades de energía y consume nuestros recursos, lo cual hace que entremos en un círculo vicioso en el que cada vez vemos menos y menos posibilidades. Salir del estado de ánimo de la resignación en ocasiones requiere de un gran coraje, pero la experiencia nos dice que podemos hacerlo, independientemente de los hechos.

Todo esto y mucho más en nuestros espacios CEC de autoconocimiento personal online.