La Confianza es el marco básico para desarrollar nuestras actividades en el mundo.
Es un fenómeno esencial, una necesidad para poder fluir y relacionarnos con los demás: confiamos en nosotros mismos, en las personas más cercanas a nosotros, y confiamos en el mundo, es por tanto, un motor que nos impulsa en todas nuestras relaciones.
La confianza es un juicio personal porque yo confío o desconfío en función de las experiencias que he tenido en mis relaciones respecto a tres aspectos básicos que fundamentan mi confianza
LA SINCERIDAD
Yo juzgo que lo que dices es verdad y por tanto creo que eres sincero, o juzgo que es mentira y por lo tanto creo que mientes. Normalmente lo basamos en experiencias que hemos tenido, pero no siempre es así. A veces aceptamos como ciertos, rumores y opiniones de terceros no contrastadas o interpretamos de forma inadecuada determinadas situaciones.
LA COMPETENCIA
Yo juzgo que eres o no competente para cumplir tu compromiso o creo o no, que eres capaz de hacerlo por tus habilidades, por tus aptitudes, etc.
Pero la competencia es un aspecto que puede cambiar: a todos nos han dicho en nuestra infancia cosas como “No llenes tú los vasos que vas a tirar el agua”. En ese momento era fácil que la tiráramos, pero nuestra competencia en llenar vasos de agua ha cambiado con los años.
En el ámbito de trabajo muchos jefes desconfían basados en aspectos de incompetencia cuando es aquí precisamente donde puede haber cambios importantes de crecimiento de las personas.
LA CREDIBILIDAD
Es una predicción a futuro. Si fuiste sincero en el pasado, si cumpliste tus promesas, si hiciste bien tu trabajo, creo que en el futuro seguirás haciéndolo. Aunque esta predicción que hacemos o los demás hacen de nosotros es tan potente que a veces puede distorsionar nuestra percepción. Por ejemplo, pensar en un amigo que es muy puntual y que siempre llega a la hora, o incluso antes, pero si un día no cumple no lo tomaremos en consideración: créate la fama y échate a dormir…Por el contrario si alguien es habitualmente impuntual, si algún día llega a tiempo tampoco no lo consideraremos.
Un matiz importante es el dominio o ámbito en el que se provoca o no la confianza. Tendemos a generalizar la confianza o desconfianza en una persona en todos los dominios cuando probablemente sea injusto hacerlo: Juan es muy impuntual, pero como amigo y confidente es una maravilla. No podemos decir en general: Yo no confío en Juan, extendiéndolo e inhabilitando a Juan en otras competencias.
LA CONFIANZA ES COMO UN BOOMERANG
Si nosotros confiamos en alguien es más fácil que esa persona confíe también en nosotros, Cuando la lanzamos, normalmente nos es devuelta.
Generalmente nos ganamos la confianza de aquellos en quienes ponemos la nuestra.
Cuando confiamos somos expansivos y decididos en nuestros proyectos, dedicamos más energía a su desarrollo que al recelo.
Cuando no confiamos somos más temerosos para emprender y mirar al futuro.
El liderazgo se basa en la confianza ya que es imprescindible para su desarrollo el poder delegar y repartir tareas y funciones.
En el lado opuesto está LA DESCONFIANZA, que destruye las posibilidades de relacionarnos con los demás.
La confianza es una conversación de la que dependen todas las relaciones y la desconfianza es un juicio que hacemos sobre quién promete declarando que carece de sinceridad y/o competencia y que por lo tanto no podemos asegurar el cumplimiento de sus promesas.
LUIS LLORENTE
Coach ACTP, escritor y Director de Espacio Positivo en Granada. Colaborador del CEC desde 2015 y autor de numerosos artículos de este blog.
Luis falleció el 27 de mayo de 2021 dejándonos un enorme vacío.