Hace algunos años descubrí algo que transformó mi vida: el poder del cuerpo.
Antes de eso, vivía bastante desconectada de mí misma, de mis sensaciones, de mi propio ritmo. Cuando era niña tuve varios episodios de enfermedad, y de algún modo llegué a la conclusión de que era una persona débil, con un cuerpo al que “le faltaba algo”.
Durante años creí que mi cuerpo era rígido, torpe, incapaz de hacer deporte. Me veía como una persona patosa, descoordinada, y puse toda mi energía en desarrollar una mente fuerte que compensara esa supuesta falta de movimiento, expresión y consciencia corporal.
Lo curioso es que, en el fondo, yo quería moverme. Quería bailar, cantar, dejar que mi cuerpo se expresara libremente. Pero cada vez que lo hacía, sentía las miradas, los juicios, las risas… y poco a poco empecé a contenerme.
Hasta que, sin darme cuenta, dejé de moverme. Dejé de expresarme a través del cuerpo, y con eso, se fue apagando una parte esencial de mí.
En el fondo, siempre supe que dentro de mí había una fuerza escondida, una energía esperando a despertar. Pero no sabía cómo acceder a ella.
Antes necesitaba atravesar algo mucho más profundo: mi vergüenza a ser mirada, a ser vista tal como soy.
Mi primera formación en coaching corporal fue el punto de inflexión.
Allí comprendí que, debajo de la coraza que había construido durante años, había un cuerpo listo para vibrar, para sentir, para vivir plenamente. Moverme despertó una parte esencial de mí. Sentirme de verdad me permitió volver a conectarme con quien soy.
Fue como recordar algo que siempre había estado ahí, esperando a ser escuchado.
Vivimos gran parte de nuestro día a día en la cabeza. Pensamos, analizamos, decidimos, planeamos… y muchas veces olvidamos que, mientras todo eso ocurre, el cuerpo también está hablando. Todo el tiempo.
Nos envía señales, como una tensión en el cuello o con un nudo en el estómago o la garganta, con una respiración contenida, pero pocas veces las escuchamos. Hemos aprendido a callar el cuerpo para seguir funcionando, para seguir adelante.
Y sin embargo, el cuerpo nunca miente y nunca se equivoca. El cuerpo es el territorio donde habita la verdad más inmediata de lo que sentimos, necesitamos y somos. El cuerpo vive en el presente.
Como coaches, solemos acompañar desde la palabra, desde el relato del cliente. Pero, ¿qué ocurre cuando incluimos el cuerpo? ¿Qué sucede cuando el coach, en lugar de preguntarle al cliente, le pregunta al cuerpo? ¿Qué posibilidades se abren cuando observamos la postura, la respiración o el movimiento? El cuerpo amplía la conversación. Nos muestra aquello que la mente aún no ha podido nombrar.
Y ¿por qué ocurre esto? Porque el cuerpo registra y almacena información antes que el pensamiento. Cada emoción, cada experiencia, deja una huella física: una tensión, una contracción, un impulso, una sensación. Nuestro sistema nervioso responde instantáneamente a lo que vivimos, mucho antes de que el lenguaje pueda organizarlo en palabras o conceptos.
El cuerpo habla el idioma de las sensaciones, una vibración sutil, un calor repentino, una rigidez, una expansión, y esas sensaciones son mensajes directos del inconsciente. A través de ellas podemos acceder a lo que todavía no se ha hecho consciente, a lo que aún no tiene forma mental.
Por eso, cuando el cuerpo entra en la conversación, la comprensión se vuelve más completa.
Lo que antes era una idea se vuelve experiencia. Lo que estaba reprimido encuentra la manera de expresarse. Y lo que parecía confuso se aclara desde dentro.
Escuchar el cuerpo no es algo “místico” ni abstracto; es aprender a leer nuestra biología, nuestro lenguaje más antiguo y honesto.
Un primer paso: Aprende a sentirte.
Mientras estás leyendo este artículo, te invito a pausar un momento. Sigue los pasos y cuéntame luego en comentarios cómo te ha ido;
1. Respira. Toma una inhalación profunda y exhala… Respira después a tu ritmo.
2. Cierra los ojos, un segundo para conectar contigo y hazte estas preguntas (puedes pedirle a alguien que te las haga, o grábate y ponte el audio mientras tengas los ojos cerrados)
• ¿Qué notas ahora mismo en tu cuerpo?
• ¿Dónde hay expansión… y dónde hay contracción?
• ¿Hay alguna zona que pide tu atención?
• ¿Qué ritmo percibes en tu respiración?
• ¿Qué partes de tu cuerpo notas con más claridad en este momento?
• ¿Hay alguna zona que se sienta pesada o ligera?
• ¿Cómo está tu respiración? ¿Profunda, corta, contenida, libre?
• ¿Dónde notas apoyo o contacto con la superficie?
• ¿Qué temperatura hay en tu piel, en tu pecho, en tus manos?
• ¿Hay movimiento interno como latido, pulso o vibración que puedas percibir?
No hay respuestas correctas. Solo sensaciones. Solo presencia.
Este es el inicio de la consciencia corporal: sentir sin interpretar. Solo escucha y observación.
3. ¿Qué aprendes al tomar consciencia de tu cuerpo, al sentirte? ¿Qué descubres de ti? ¿De qué te está hablando tu cuerpo en este momento del ejercicio?
Tras este ejercicio has dado el primer paso para conectar con tu cuerpo. Tener una relación más viva con tu cuerpo no se trata de “hacer más”, sino de notar y percibir más.
Aquí tienes algunas recomendaciones para tu día a día:
1. Para y haz una pausa con intención. Detente unos segundos varias veces al día para observar cómo estás.
2. Nombra las sensaciones. “Siento calor”, “siento presión”, “mi pecho se abre”. Nombrar es reconocer.
3. Escucha sin juicio. No busques cambiar nada. Solo observa.
4. Da espacio al movimiento. Permite que el cuerpo se estire, se mueva, exhale lo que necesita.
Con el tiempo, empezarás a descubrir que tu cuerpo no solo te habla: te guía.
Te indica cuándo avanzar, cuándo descansar, cuándo decir sí o cuándo poner un límite. El cuerpo es tu aliado, cuenta con él para tomar decisiones para identificar lo que es para ti y lo que no.
Cuando empiezas a tener en cuenta a tu cuerpo, éste empieza a habitarte.
Conectar con tu cuerpo te permite cambiar la manera en que te sientes y también la manera en que estás en el mundo. Cuando aprendes a escuchar las señales que antes pasaban desapercibidas, algo se transforma profundamente:
• Tu presencia se expande. Estás más aquí, más disponible para ti y para los demás.
• Tu intuición se afina. Las decisiones fluyen con más claridad, porque ya no vienen solo de la mente, sino de un saber más profundo.
• Tu energía se regula. Reconoces cuándo necesitas pausa y cuándo movimiento.
• Tus relaciones se vuelven más auténticas. Al sentirte, puedes percibir y resonar con el otro de un modo más genuino.
• Tu práctica como coach se enriquece. Empiezas a leer la corporalidad del cliente, a invitarlo a explorar desde ahí, y a acompañar procesos más integrales.
Con el cuerpo presente, la conversación se vuelve más viva, más honesta.
El cuerpo es nuestro primer hogar, porque es el lugar donde todo comienza.
Antes de tener pensamientos, palabras o identidad, ya estábamos sintiendo: el latido, el calor, el contacto, la respiración. Todo lo que somos se experimenta, primero, a través del cuerpo.
Y, sin embargo, es el último lugar al que solemos regresar.
Porque a medida que crecemos, aprendemos a vivir desde la mente, a priorizar lo racional sobre lo sensorial. Nos desconectamos de las señales del cuerpo para cumplir, para rendir, para adaptarnos. Nos alejamos de nuestro hogar interno en busca de respuestas fuera.
Volver al cuerpo significa volver a nosotros mismos.
Es recordar que la calma, la claridad y la verdad no están en otro lugar: están en nuestra respiración, en nuestra postura, en el latido que nunca deja de acompañarnos.
Cuando regresamos al cuerpo, volvemos al presente.
Y cuando habitamos ese presente, la vida se siente más plena, más real, más nuestra. Reconectarnos con él es una necesidad vital. Es recuperar el contacto con lo esencial, con lo que somos antes de las palabras.
Y tú, ahora mismo…
¿Qué te está diciendo tu cuerpo?
¿Qué pasa si, por unos instantes, simplemente lo escuchas?
Quizás ahí empiece un nuevo aprendizaje para ti…

NURIA CARRASCO ROLDÁN
Coach PCC (coaching individual y de equipos), formadora y supervisora en el CEC.
Licenciada en Ciencias del Trabajo (Universidad de Alicante)
Máster en Dirección de RRHH (Universidad de Alicante)
Ha realizado estudios de especialización en Coaching Ejecutivo individual, Coaching de Equipos, Coaching Corporal, Mentoring y Supervisión, Cuerpo y Movimiento, Neurociencia y neuroliderazgo, etcétera. (Escuela Europea de Coaching, Newfield Network, Menslab, etc.).
Facilitadora del programa de Certificación de Coaching somático y movimiento corporal.
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