Por: Luis Llorente

¿Te gustaría que Margaret Thatcher negociara con tu jefe las nuevas condiciones de tu contrato?, ¿Qué opinarías  si Nelson Mandela hablara con su poder de convicción a tus hijos adolescentes?, ¿o si Steve Jobs resolviera los problemas de la informática de tu empresa?

Admiramos a determinadas personas porque tienen cualidades que pensamos que son especiales, intransferibles, y desde luego pensamos que no habitan en nuestra cabeza. Por eso muchas veces bromeamos con  ese “Ojalá estuviera Einstein aquí para resolverme este barullo”.

Porque, ¿Qué es lo que hace triunfar a determinados individuos en la vida, aparecer como radiantes caballeros o damas que  consiguen movilizar a muchas personas unidas en la consecución de un objetivo? Por no hablar de esos otros personajes que todos conocemos en nuestro entorno más cercano y que, a pesar de no ser famosos o mediáticos, ejercen a diario un liderazgo tranquilo, sin medallas, pero que impacta en su entorno.

Responsabilidad – compasión – inteligencia emocional – inteligencia racional – objetivo claro –entusiasmo –simpatía – empatía – justicia – templanza – practicidad – espiritualidad – fortaleza … , así podríamos estar un día entero enumerando las  cualidades que desprenden con generosidad (otra más) nuestros admirados personajes.

Te puede interesar: ¿QUIERES CONVERTIRTE EN LÍDER COACH?

¿Qué es lo que hace triunfar a determinadas personas en la vida, aparecer como radiantes caballeros o damas que  consiguen movilizar a muchas personas unidas en la consecución de un objetivo?

Esto me lleva a pensar que todo está dentro de nosotros. Que en un determinado momento, lugar y disposición, los humanos somos capaces de asumir ese papel que implica desplegar una cantidad de aspectos casi imposibles de enumerar, cualidades que, de una u otra manera, todos llevamos dentro.  Y probablemente, en nuestro día a día, no vamos a necesitar convocar a las masas o a liderar una gran conquista deportiva. No obstante, nuestro pequeño mundo podría verse beneficiosamente afectado si fuéramos capaces de dejar que algunas de ellas afloren y se desarrollen.

LA GRAN CONDICIÓN

Pero claro, como en todas las cosas importantes de la vida hay una gran condición, una exigencia sin la cual no podemos adoptar con comodidad el liderazgo, aunque sea a esa pequeña escala de nuestro pequeño mundo: Antes de nada debemos conocernos muy bien a nosotros mismos. Debemos aceptarnos como somos, sabiendo con humildad los errores que cometemos y poniendo en la misma medida el valor de nuestros aciertos.

Pensemos ahora en alguien que consideramos un líder. Pensemos en qué características lo definen mejor y a continuación, con cierta concentración, busquemos esas mismas características en nosotros mismos. ¿Puedo identificar algún ejemplo concreto? Y si no somos capaces, aceptemos entonces este vacío. Este ejercicio de reconocimiento, ya es un primer gran paso.

¿Qué es lo que hace triunfar a determinadas personas en la vida, aparecer como radiantes caballeros o damas que  consiguen movilizar a muchas personas unidas en la consecución de un objetivo?

Líder es el que inspira una visión positiva y alentadora de futuro en otros, y el que les da un sentido de dirección y propósito.

También podemos hacer el camino inverso, pensando en situaciones de conflicto que hayamos atravesado en nuestra vida. ¿Qué cualidad no fui capaz de desplegar en aquella situación?

No hay que crear una lista interminable. Con identificar la presencia o la carencia de una determinada cualidad, es suficiente para empezar este proceso de autoconocimiento. Si hay una característica común en esos líderes que todos tenemos en la cabeza es que se conocen muy bien a sí mismos.

También te puede interesar:¿Somos jefes o somos líderes?

Conocernos no es igual que conocer a otros. El autoconocimiento encuentra una serie de barreras que es recomendable tener presentes:

Primera barrera. Consiste en la tendencia que tenemos las personas, por pudor, modestia, orgullo o simplemente ignorancia, a negar nuestros defectos y/o nuestras virtudes.

Segunda barrera. El conocimiento de uno mismo es un proceso de toma de conciencia que se relaciona mucho más con los sentimientos que con los datos objetivos. Este proceso requiere tiempo, constancia y mucho coraje.

Tercera barrera. Es probablemente la más difícil. Y es que nuestro cerebro no está diseñado para que andemos indagando en nosotros mismos. A nuestro cerebro no le interesa especialmente nuestra felicidad ni nuestro desarrollo personal o profesional. Nuestro cerebro se rige, exclusivamente, por criterios de supervivencia y es capaz de distorsionar la realidad para hacerla más coherente cuando eso es útil para el organismo. Esto tiene mucho que ver con las dos barreras anteriores y genera una brecha entre nuestro yo ideal y nuestro yo real, que es difícil de sortear.

pecesillosNo es un camino fácil para hacer en solitario, pero el camino tiene muchas etapas y si mantenemos los ojos abiertos y la actitud adecuada, seguramente aparecerán muchos compañeros de viaje que, en momentos puntuales, pueden sernos de gran ayuda.

¿Entonces, qué podemos hacer si es que no deseamos la ayuda profesional de un coach, por ejemplo? ¿Cómo podemos entrenarnos en, primero conocernos y después actuar con naturalidad ejerciendo ese liderazgo?

Para conocernos debemos hacernos muchas preguntas. No hay otro sistema. Y por supuesto, ser lo más honestos posibles en nuestras respuestas. Esto parece fácil, pero tiene su dificultad, porque la mayor parte del tiempo vamos por la vida de “automático” en “automático”, dejándonos llevar en muchas ocasiones por la inercia y la pereza de no querer mirar un ratito para adentro.  Quizá hacernos algunas de esas preguntas nos saque de ese desconocimiento:

  • ¿Cuáles son mis sueños, mis objetivos, qué me motiva?
  • ¿Cuáles son mis cualidades, mis gustos o mis preferencias?
  • ¿En qué aspectos debo mejorar?, defectos, obsesiones y creencias limitantes.
  • ¿Cómo me relaciono con mi mundo emocional? Qué emociones me cuesta más gestionar, cuáles se desbordan, cuáles no expreso nunca…
  • ¿Qué valor le doy a los diferentes aspectos de mi vida?, la familia, el trabajo, mis relaciones, a mí mismo.

Una vez hartos de preguntarnos y repreguntarnos, podemos hacer un mapa de nuestro YO IDEAL (la persona que nos gustaría ser, enumerando tanto cualidades que tenemos como algunas que nos gustaría tener , descubriendo el potencial que está dentro de nosotros)   y nuestro YO REAL  (una imagen clara de la realidad en la que estamos inmersos, reconociendo nuestras fortalezas y nuestras debilidades, siendo conscientes de nuestras “mentiras vitales”) y decidir qué queremos conservar (“signos distintivos”)  y qué deseamos cambiar o adaptar.

El liderazgo exige estar para los demás. El que ejerce de líder debe ser alguien que, de manera honesta, se interesa por las personas.

A medida  que avancemos en nuestro proceso de conocernos mejor a nosotros mismos, podremos incorporar con mayor facilidad esas cualidades que admiramos de nuestros héroes, pues seremos capaces de rellenar vacíos o desechar comportamientos que nos alejan de poder resolver situaciones tanto personales como profesionales con el éxito que deseamos.

No es un camino fácil para hacer en solitario, pero el camino tiene muchas etapas y si mantenemos los ojos abiertos y la actitud adecuada, seguramente aparecerán muchos compañeros de viaje que, en momentos puntuales, pueden sernos de gran ayuda.

ACARICIANDO EL LIDERAZGO

Mi concepto de liderazgo abarca muchas dimensiones: tiene que ver con sentimientos, intereses, aspiraciones, valores, actitudes y todo tipo de reacciones humanas. Existen distintos estilos de liderazgo, cada uno de los cuales se sirve de diferentes competencias de la inteligencia emocional, pero los mejores líderes saben aplicar el enfoque más adecuado a cada situación y pasar de uno a otro según sea necesario. Cuantos más estilos sea capaz de desplegar un líder, más eficaz será su gestión.

Entonces, ¿Qué es Liderazgo?

A mí me gusta ir de lo sencillo a lo complejo y la primera definición que propongo es: “Alguien que consigue provocar en otros un cambio trascendente”.

Liderazgo Transformador: es aquel que motiva para que las personas hagan más de lo que originariamente se espera de ellas

Cualquiera de nosotros puede desempeñar ese papel si se dan las circunstancias: ante el pavoroso incendio de un edificio, uno de los vecinos, quizá el más discreto, es capaz de organizar a los demás para evacuar el edificio. O menos dramáticamente, observemos a ese mando intermedio en nuestra empresa, cuya sabiduría consiste en dar ejemplo y aportar seguridad y equilibrio a su equipo.

Una definición más académica que suele aparecer en los manuales sobre liderazgo, es la siguiente: “Proceso de gestionar con éxito cualquier tipo de cambio personal, organizacional, empresarial, político o social.”

¿Y cuáles son las características esenciales para el desarrollo del liderazgo?, ¿Qué precisa un líder?

El liderazgo exige estar para los demás. El que ejerce de líder debe ser alguien que, de manera honesta, se interesa por las personas. Este interés es la base de su capacidad relacional, que le ayuda a entender las motivaciones profundas de los demás y a estimular su ilusión y su capacidad para pasar a la acción.

Tiene que «dirigir» las actividades con el fin de obtener los objetivos marcados. El líder no sólo propondrá actividades sino que además las dirigirá. Para todo ello, es preciso que tenga la suficiente autoridad  (en el sentido romano del término auctoritas ya que en este caso, no se refiere a autoritario) y poder, o matizando un poco, que el grupo perciba dicho poder. Es importante señalar que el poder de un líder surge de su capacidad de influencia y no de su capacidad de mando.

Y así llegamos a otra posible definición:

Líder es el que inspira una visión positiva y alentadora de futuro en otros, y el que les da un sentido de dirección y propósito.

Bajo un punto de vista biológico, el liderazgo es una mezcla de inteligencia y emoción. No hay duda de la importancia del pensamiento práctico y analítico, sin embargo, la capacidad intelectual, por sí sola, no hace al líder, porque lo más difícil es construir y provocar un clima de cooperación y confianza que solo es posible mediante la inteligencia emocional.

En su libro  Leadership and Performance beyon  Expectations, Bernard Bass desarrolla el concepto  del Liderazgo Transformador: es aquel que motiva para que las personas hagan más de lo que originariamente se espera de ellas.

Según este autor, uno de los factores que caracteriza al liderazgo transformador es “la Influencia idealizada”, proceso por el cual se imita el comportamiento del líder, si este demuestra autoconfianza, autoestima y responsabilidad. En efecto, si las personas confían plenamente en el líder, se producirá una atracción emocional hacia él, una motivación inspiracional.

El líder necesita de la empatía, de la escucha activa, del diálogo y del interés por las personas para poder desarrollar esta faceta.

Este tipo de liderazgo da sentido a la acción, al trabajo. De hecho, eleva el nivel emocional de las personas implicadas. De algún modo se utiliza el «Efecto Pigmalión» para incrementar las expectativas de éxito. De nuevo, es un efecto es puramente emocional.

Por otro lado,  el Liderazgo Transformador manifiesta una consideración particularizada del individuo, prestando atención a la persona como el ser singular y único que es. El líder necesita de la empatía, de la escucha activa, del diálogo y del interés por las personas para poder desarrollar esta faceta.

Así que sin más dilación, pongámonos a la tarea. Necesitamos tener todas las herramientas que nos permitan llevar esos valores a nuestros conflictos más pequeños y, quién sabe, quizá a liderar cambios de mayor calado.

Para terminar,  un consejo de Fritz Perls, padre de la Gestalt que me parece especialmente nutritivo:

“(…) Amigo, no seas perfeccionista. El perfeccionismo es una maldición y un gran esfuerzo. Sólo eres perfecto si te dejas ser y estar. 

 Amigo, no temas equivocarte. Los errores no son pecados. Son maneras de hacer algo de modo diferente; tal vez novedosamente creativo.

 Amigo, no te arrepientas de tus equivocaciones. Ponte orgulloso de ellas. Tuviste el coraje de dar algo de ti.

 Toma años centrarse. Se tarda más que años en entender lo que es estar en el aquí y ahora. Hasta entonces ten cuidado de ambos extremos: tanto el perfeccionismo como hacer todo de manera instantánea.”