Conócete, Acéptate, Supérate
San Agustín

Solemos pensar que nuestras acciones son libres y elegidas por nosotros mismos, que son el fruto de la reflexión. Pero esto no es así. De hecho, la gran mayoría de nuestras acciones son en realidad reacciones. Nuestro cerebro está diseñado para automatizar el mayor número de respuestas posibles, desde las más básicas y evidentes, como las respuestas motoras (toser, respirar, andar), a una gran cantidad de hábitos que repetimos a diario de manera automática (el café de la mañana, afeitarse, lavarse los dientes o la manera como doblamos los calcetines).

Nuestro cerebro automatiza respuestas fundamentalmente para ahorrar energía y también para ganar en eficacia. Pensemos en la gran cantidad de energía que consumiríamos si tuviéramos que reflexionar y decidir de manera consciente cada acción que ejecutamos. Afortunadamente, podemos respirar, hacer la digestión conducir y mantener una conversación al mismo tiempo.

Ahora bien, esta increíble habilidad de nuestro cerebro se convierte a veces en un obstáculo, cuando nos sucede que nuestras respuestas no están alineadas con lo que verdaderamente queremos o necesitamos en ese momento.

Por ejemplo, los alumnos de nuestros programas a veces se ven atrapados por respuestas no deseadas relacionadas con la autoexigencia. Cuando llega el momento de hacer las primeras prácticas con compañeros, se ponen tensos y no pueden disfrutar del proceso de aprendizaje. En una situación como esta se produce toda una cadena de respuestas automáticas a nivel emocional, corporal, de pensamiento y también de acción. Internamente surge una conversación interna crítica o de desvalorización incontrolable: «no vas a saber, te vas a equivocar, no tienes el nivel, qué van a decir…» A nivel emocional se dispara el miedo y con él otra gran cadena de respuestas automáticas que se perciben en el cuerpo como tensión, sudoración, respiración corta y superficial, etc. La persona no puede mantenerse centrada, no sabe qué preguntar, se olvida de la estructura o directamente entra en bloqueo.

escuela de coaching

En las sesiones de coaching a veces los clientes traen como objetivo aprender a decir que no, a poner límites en determinadas situaciones. Uno podría preguntarse: ¿Qué dificultad hay en decir No? Es una palabra sencilla de pronunciar. Sin embargo, el automatismo de decir SI es mucho más fuerte. Es una reacción que se desencadena cuando les piden algo que les impide detenerse ni siquiera un instante para valorar si pueden hacerlo, las consecuencias que tendrá si lo hacen.

Siempre hay un evento que dispara la reacción automática y ese evento tiene que ver fundamentalmente con nosotros mismos.

Otras veces los clientes quieren aprender a gestionar sus emociones de otra manera, controlar respuestas automatizadas de enfado, por ejemplo, en las que hacen y dicen cosas de las que luego se arrepienten, como si un ser ajeno a ellos mismos tomara el control y por un momento tuvieran el impulso irrefrenable de herir y hacer daño.

Creo que todos nosotros podemos identificar algunas de estas respuestas que preferiríamos no tener tan automatizadas. Y es muy frecuente que las vivamos con resignación, nos decimos: «yo soy así, esto no se puede cambiar». Pero no es cierto. Sí podemos. La neurociencia nos ha demostrado que estos procesos son reversibles. Podemos deshacer viejos hábitos y también podemos crear hábitos nuevos.

El camino es el autoconocimiento y la conciencia de nosotros mismos. Un camino de aprendizaje, de descubrimiento y de aceptación a partir del cual podremos poco a poco darnos cuenta de que siempre hay un evento que dispara la reacción automática y que ese evento tiene que ver fundamentalmente con nosotros mismos, con nuestro sistema de creencias, con nuestra historia, con nuestras distorsiones. Y si somos capaces de detenernos en ese instante, entonces se abrirá ante nosotros una oportunidad de actuar. Es decir, de elegir libremente la mejor opción para nosotros.

distinciones

De esta manera, podremos por ejemplo detener una cadena de pensamiento. O retrasar una respuesta para darnos tiempo de evaluar las posibles opciones. O elegir no responder y mantenernos en silencio y observar la reacción emocional que se está desatando en nuestro interior y que desaparecerá en unos pocos minutos.

De esta manera, podemos ver el actuar (frente al reaccionar), como un proceso de aprendizaje continuo, como una actitud vital frente a la resignación que surge de la idea de “yo soy así, qué le vamos a hacer, no puedo cambiar”.

Retomando el aforismo de San Agustín que encabeza esta distinción, el proceso de aprender a actuar nos conecta con nosotros mismos, nos ayuda a entendernos y a conocernos mejor. Un camino imprescindible para llegar a la auto aceptación y abrazar quiénes somos para poder soltar y crecer.

Distinciones, Actuar vs Reaccionar

Miriam Ortiz de Zárate

Socia directora del CEC.
Coach MCC por la International Coach Federation
Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid

Ha realizado estudios de especialización en Coaching individual y de equipos, coaching sistémico, coaching corporal, coaching energético, Psicoterapia Gestalt, Psicoterapia Integrativa, Eneagrama, Constelaciones Familiares y Organizacionales, Bioenergética, etc. (Instituto de Empresa, Centro de Estudios Garrigues, Escuela Europea de Coaching, Escuela Madrileña de Terapia Gestalt, Programa SAT de Desarrollo, IPH, Fundación Claudio Naranjo, Fundación Tomillo, Improving Network, Sensum Systemic, Instituto Hellinger de Holanda, Talentum, Emana, etc.)