El cuerpo, a menudo relegado a un segundo plano frente a la mente, es en realidad el lugar donde se origina y se manifiesta nuestra vida emocional y cognitiva. No es solo un vehículo que nos lleva de un lugar a otro, sino que es el espacio donde se acumulan, se procesan y se expresan nuestras experiencias.

En este sentido, el cuerpo es un campo energético que no solo sostiene nuestra vitalidad, sino que también alberga nuestra capacidad para generar confianza, crecer y vincularnos con los demás.

Durante años hemos pensado en la mente como la fuente de nuestras decisiones, emociones y capacidades, y hemos olvidado que el cuerpo es el primer receptor de nuestra experiencia vital. Cuando una emoción se «cocina» en el cerebro, no somos conscientes de ella hasta que pasa un tiempo.

Sin embargo, antes de que la emoción llegue a nuestra mente consciente, el cuerpo ya está reaccionando. Es lo que en neurociencia llamamos el marcador somático. El cuerpo sabe antes que nosotros. Este conocimiento anticipado, aunque sutil, tiene el potencial de cambiar la manera en que vivimos.

Imagina cómo puede transformarse nuestra vida si empezamos a escuchar más a nuestro cuerpo, si nos volvemos conscientes de las señales que nos envía antes de que la mente las catalogue y nos las presente como un pensamiento o una emoción.

La tensión en los hombros que sentimos antes de enfrentarnos a una situación incómoda, el nudo en el estómago que anticipa una decisión difícil, incluso la respiración acelerada que acompaña a la ansiedad. Todo ello son expresiones físicas de un proceso emocional y cognitivo que aún no ha alcanzado el nivel consciente.

Uno de los grandes retos en la gestión emocional es aprender a reconocer estas señales tempranas del cuerpo. Esto implica desarrollar una conciencia corporal, esa capacidad de habitar nuestro cuerpo y sentir, no solo desde la mente, sino desde cada músculo, cada órgano, cada latido.

Al hacer esto, podemos acceder a una fuente de sabiduría interna que hemos ignorado durante mucho tiempo.

La neurociencia ya ha demostrado que la postura influye en nuestras emociones, no es solo que el estado emocional cambie nuestra postura, sino que, al modificar la forma en que nos colocamos, también modificamos nuestro estado interno. William James lo expresó de forma maravillosa cuando dijo: «No lloro porque estoy triste, estoy triste porque lloro».

taller coaching corporal

La clave está en entender que las emociones, los pensamientos, la confianza, el miedo o la alegría no son fenómenos que ocurren en la mente de forma aislada. Todos ellos tienen su correlato físico en el cuerpo.

La confianza, por ejemplo, no es solo un sentimiento o una idea. Es algo que se siente en el cuerpo, en una postura erguida, en una respiración profunda, en la manera en que nuestros pies tocan el suelo con firmeza.

De la misma manera, el crecimiento personal no puede ocurrir sin el cuerpo. Cuando logramos una nueva comprensión sobre nosotros mismos o el mundo, nuestro cuerpo cambia, se expande, se abre. Literalmente crecemos en y a través de nuestro cuerpo.

Este crecimiento físico y emocional es un proceso íntimamente ligado a la energía que fluye a través de nosotros. En cada momento de nuestra vida, el cuerpo está gestionando no solo nuestra experiencia emocional, sino también la energía vital que nos mantiene en movimiento.

Cuando estamos conectados con esta energía, cuando aprendemos a escucharla y a trabajar con ella, podemos empezar a vivir desde un lugar más pleno. Esta energía no es abstracta; se manifiesta en nuestras sensaciones, en nuestros movimientos, en la calidez o frialdad que sentimos en diferentes partes del cuerpo.

Cada una de estas sensaciones es una señal de cómo estamos habitando el presente, y nos brinda información crucial para tomar decisiones más auténticas y alineadas con nuestra esencia.

El cuerpo es el lugar donde aprendemos a confiar, donde experimentamos el crecimiento. Es el espacio que habitamos cuando nos enfrentamos a desafíos, cuando creamos vínculos profundos con los demás o cuando nos encontramos a nosotros mismos en medio del caos.

Aprender a escuchar al cuerpo es aprender a escuchar la vida que fluye a través de nosotros, a comprender que en nuestro espacio físico reside la sabiduría ancestral de millones de años de evolución.

En el trabajo con el cuerpo a través del coaching somático, no se trata solo de aliviar síntomas o corregir posturas. Se trata de conectar con esta energía vital que nos atraviesa y nos define. Se trata de aprender a usar el cuerpo como una herramienta para el crecimiento personal y la transformación.

Al fin y al cabo, es en el cuerpo donde confiamos, donde nos mostramos auténticos y donde crecemos de verdad.

La pregunta no es si el cuerpo influye en nuestras emociones y pensamientos. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a escuchar lo que el cuerpo tiene que decirnos?

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Silvia equipo cec

SILVIA LÓPEZ-JORRÍN

Responsable del área académica del CEC.

Licenciada en Empresariales Internacionales por ICADE.

Ha realizado estudios de Coaching, Coaching Sistémico, Coaching Corporal y Eneagrama. Certificada por la ICF. Especializada en autoestima y confianza corporal.

Certificada en Alimentación Intuitiva, ayuda a las personas en hacer las paces con sus cuerpos y con la comida y a abandonar la cultura de dietas.