Nos han enseñado que la perseverancia es una virtud. Que rendirse es fracasar. Que los grandes logros son de aquellos que nunca se detienen. Pero esta no es la única verdad.
En coaching, una de las preguntas más poderosas que podemos hacer es: ¿esto sigue alineado con tu propósito? A veces, seguir adelante es la elección correcta, porque sentimos que aún hay camino, que queda algo por descubrir, por construir, por aprender.
Pero otras veces, lo más valiente que podemos hacer es parar. Y no solo porque nos falten fuerzas, sino porque sabemos, en lo más profundo, que lo mejor que podemos darnos es descanso, cierre, claridad.
O quizás sí, quizás nos falte fuerza. Y eso también está bien. No siempre podemos con todo. No siempre debemos poder con todo. Aceptar nuestra vulnerabilidad no nos hace débiles, nos hace humanos.
Sin embargo, la idea de parar carga con una sombra de culpa. «¿Y si me arrepiento?», «¿Y si estoy fallando?», «¿Y si no soy suficiente?», «¿Y si estoy decepcionando?». Nos cuesta aceptar que cambiar de rumbo no es una traición, una deslealtad o un fracaso, sino una evolución natural.
En procesos de coaching, muchas veces los clientes llegan con esta duda: ¿cómo sé si debo seguir o si es momento de parar? Nos enseñaron a admirar a quienes nunca se rinden, pero ¿qué hay de quienes saben detenerse cuando es necesario?
¿De quienes reconocen cuándo su bienestar está en juego? ¿De quienes tienen la valentía de decir: esto ya no me nutre, esto ya no es para mí?
Tirar la toalla no siempre es abandonar. A veces, es reorientar. Es confiar en que hay otros caminos, otros tiempos, otras maneras de llegar a donde realmente queremos estar.
No siempre se trata de rendirse, sino de redirigir nuestra energía hacia algo que nos haga bien, que resuene mejor con quienes somos ahora. En coaching, aprendemos que el autoconocimiento es clave para tomar decisiones alineadas con nuestros valores y objetivos.
La resiliencia no se mide solo en la capacidad de resistir, sino también en la capacidad de adaptarse, de saber cuándo es momento de sostener y cuándo es momento de parar. Y parar, lejos de ser un acto de derrota, puede ser la más pura expresión de sabiduría.
Un buen coach acompaña a su cliente a explorar sus opciones sin juicios, a descubrir qué es lo que realmente necesita en ese momento y a tomar decisiones con claridad y confianza.
A lo largo de la vida, todos nos encontramos con momentos de duda. No hay respuestas absolutas ni caminos predefinidos. Solo la posibilidad de escucharnos con más profundidad, de ampliar nuestra consciencia sobre lo que necesitamos en cada instante.
Tal vez la pregunta no sea si seguir o parar, sino ¿cómo puedo honrarme en este momento?
Quizás la verdadera valentía no está en elegir una u otra opción, sino en darnos el permiso de explorar sin miedo, de aceptar la incertidumbre y de confiar en que sea cual sea la decisión que tomemos, será parte de nuestro aprendizaje.
El coaching no da respuestas, pero sí abre espacios para preguntarnos con más claridad y menos juicio.
Espacios donde podemos mirar nuestras dudas con amabilidad y encontrar en ellas una brújula, en lugar de un peso. Y tal vez, ahí, en esa pausa consciente, es donde descubrimos lo que realmente queremos.
*Si deseas saber más y te interesa aprender sobre estos temas, no dudes en conocer nuestra formación en coaching.
SILVIA LÓPEZ-JORRÍN
Responsable del área académica del CEC.
Licenciada en Empresariales Internacionales por ICADE.
Ha realizado estudios de Coaching, Coaching Sistémico, Coaching Corporal y Eneagrama. Certificada por la ICF. Especializada en autoestima y confianza corporal.
Certificada en Alimentación Intuitiva, ayuda a las personas en hacer las paces con sus cuerpos y con la comida y a abandonar la cultura de dietas.
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