(Por motivos de confidencialidad,
los nombres de este caso han sido modificados)
Conocí a Ana en un momento muy especial, yo acababa de dejar mi antigua empresa y me encontraba en una etapa de mi vida más reflexiva y con movimientos más pausados y tranquilos. Había decidido tomarme un tiempo para mí y ver cómo iba a enfocar mis siguientes pasos personales y profesionales, poniendo foco en el coaching individual y en el entrenamiento de líderes a través de las herramientas del coaching.
Gracias a un compañero surgió el proceso de coaching con Ana. Ella necesitaba luz y yo tenía un foco claro y nítido de que podía acompañarla en su camino para descubrirse a sí misma en las situaciones que la vida le había puesto frente a ella. Unas circunstancias que la incomodaban y donde sentía que no podía avanzar.
En la primera sesión Ana se mostró muy directa y concisa definiendo su situación ideal. “Quiero delegar” “Necesito avanzar como líder” “Creo que me falta algo importante que no me permite soltar”… Escuché no solo las palabras de Ana, sino también su sentimiento de “así, ya no puedo seguir” “Así, ya no quiero seguir”. Me contó que desde hacía un año le rondaba por la cabeza abandonar, dedicarse a otra cosa, “quizás el liderazgo, no era para ella” “quizás debía darse cuenta de que no servía para llevar y gestionar un equipo”.
Como Coach había aprendido a escuchar y también a no comprar el “cuento y relato del cliente” por lo que me dispuse a colocarme como espectadora de todo lo que me iba contando, observando su cuerpo, su respiración y su tono de voz, que mostraba su enfado por un lado y también una pizca de resignación por la sensación de que ya no había mucho más que hacer.
Tras definir un Objetivo de Proceso ambicioso, con indicadores claros, nos dispusimos a meternos de lleno y trabajar el objetivo que quería llevarse de esa primera sesión.
Ana me contó que concretamente había una persona en su equipo con la que no lograba conectar, tras muchas conversaciones con él, sentía que Esteban (así se llamaba su colaborador) no avanzaba. Ana le había pedido mayor involucración, le había pedido que fuera más autónomo, que tomara decisiones, en definitiva, que se responsabilizara del rol que ocupaba. Esteban recurrentemente acudía al despacho de Ana para que ésta le diera el visto bueno a cualquier decisión o movimiento. Esteban no se arriesgaba.
Según Ana, Esteban era una persona muy perfeccionista, buen ejecutor, muy detallista, muy orientado a la tarea, no le gustaban los errores. Esteban cumplía con sus tareas, hacía el trabajo. Pero para Ana, esto ya no era suficiente, necesitaba algo más de Esteban, necesitaba que diera un paso más allá. Ana estaba desesperada y muy cansada de tener conversaciones con él que no estaban siendo fructíferas, algo le estaba faltando.
Por otro lado, Ana sentía la presión de arriba, sus jefes le pedían que asumiera más responsabilidad, la organización estaba creciendo y era cuestión de meses en los que se iba a promocionar a alguien para que asumiera el cargo de dirección de esa área, Ana tenía muchas papeletas y contaba con la confianza del CEO, pero éste en alguna conversación con ella, le había sugerido que necesitaba “soltar para poder crecer”.
Se dio cuenta de la etiqueta que le ponía a Esteban y cómo le juzgaba
Profundizando en la sesión y ya en la Fase de Aprendizaje, le pregunté a Ana: ¿Qué piensas de Esteban? Fue muy curioso escuchar su respuesta: “Pues diría que es una persona poco comprometida con su puesto, una persona que no quiere crecer, y que está muy acomodado en el puesto”.
Seguí indagando un poco más en Ana y le pregunté: ¿Cómo te sientes pensando que Esteban es una persona poco comprometida, que no quiere crecer y que está acomodado? Ana me miró muy extrañada por la pregunta, quizás no la había entendido, pero confié en mi pregunta y le dejé espacio. Ana me dijo “pues me siento fatal porque pienso que no hay nada que hacer con él, que no quiere cambiar, que no quiere avanzar, además no creo que sea capaz. Me siento frustrada, porque creo que es un buen trabajador, pero necesito que asuma su responsabilidad para que yo pueda soltar”. También hablamos de su enfado, Ana tomó consciencia de que estaba enfadada con Esteban porque él era el que no le permitía avanzar.
De nuevo lancé otra pregunta: ¿Cómo crees que influye eso que piensas de Esteban en las conversaciones que has tenido con él? Y esta vez tras un largo silencio, Ana me dijo que quizás Esteban podía sentirse juzgado por ella y que podía sentir que ella no confiaba en él. Ana en este momento también se dio cuenta de que estaba culpando a Esteban de algo que era suyo. A ella le costaba soltar, posiblemente al igual que Esteban, se sentía insegura y eso le impedía delegar completamente. El hecho de que Esteban no asumiera más, para ella era una muy buena excusa para hacer lo mismo de siempre y seguir controlando.
Ana tuvo varios cambios de observador durante la sesión:
Por un lado, se dio cuenta de la etiqueta que le ponía a Esteban y cómo le juzgaba sin pensar por ejemplo que Esteban sí es una persona muy comprometida con la tarea, con hacer las cosas bien, Esteban necesitaba crear entornos seguros en los que moverse y tenía miedo a equivocarse.
Por otro lado, Ana se dio cuenta de que estaba culpando a Esteban de su situación cuando ella tampoco estaba avanzando y dando pasos, posiblemente Esteban no podía asumir más si ella no soltaba, ambos se retroalimentaban en un mismo bucle.
Además, Ana, me miró y me dijo: ¡Increíble Nuria, me estoy dando cuenta de que le estoy pidiendo a Esteban que, de un paso, lo estoy tachando de NO RESPONSABLE, cuando yo tampoco estoy asumiendo mi responsabilidad en este cambio que quiero ver!
Tras esto le pregunté cómo se sentía, y Ana me dijo: “Liberada, aliviada, ahora veo un camino por el que seguir” “Me doy cuenta de que este reto es mío” “Siempre ha sido algo mío y lo estaba trasladando y proyectando en Esteban”
Dimos espacio suficiente para que Ana pudiera aterrizar sus aprendizajes, celebré con ella su cambio de mirada y nos propusimos a ver qué podía y qué quería hacer diferente tras todo este descubrimiento. Se me ocurrió preguntarle ¿Qué podrías hacer diferente en la siguiente conversación con Esteban? Y profundizando algo más ¿Qué harías para que fuese una CONVERSACIÓN PRODUCTIVA?
Tras un ejercicio de lluvia de ideas, Ana declaró:
- Definir acciones y comportamientos concretos que quería ver en Esteban, empezar con pequeñas decisiones e ir aumentando poco a poco para que Esteban se sintiera más confiado. Ana se propuso ser mucho más concreta en las peticiones que le quería hacer a Esteban.
- Preguntarle a Esteban qué necesita él de ella para dar este paso.
- Ana debía también aprender a soltar, y en su conversación con Esteban sería crucial que reconociera que le necesitaba para crecer y que le gustaría contar con su ayuda. Ana se comprometió a mostrar su vulnerabilidad.
- Cerrar compromisos y acuerdos por ambas partes al final de la conversación.
- Fijar y programar fechas de seguimiento para definir un proceso en este cambio que harán los dos, donde comprobar lo que ha funcionado y lo que no, generando nuevos compromisos y acuerdos entre ambos.
En una sesión me dijo que Esteban fue para ella su maestro, gracias a él se pudo ver a sí misma. Aprendió que todas las experiencias y las personas con las que nos encontramos en la vida son espejos, son regalos y oportunidades para crecer, para aprender de nosotros mismos.
Al final de la sesión Ana, se sentía más segura, más empoderada y con un reto delante de ella, con un desafío con el que se sentía ilusionada. Ana se llevó muchos aprendizajes de esta primera sesión:
- Es importante ponerse al servicio de Esteban, conocerle, saber qué le preocupa, qué le inquieta, qué le mueve, sus objetivos. Debía mostrar interés por conocerle y saber qué le frenaba y limitaba, en lugar de juzgarle.
- Será crucial ser muy clara y directa al transmitirle lo que espera de él y la importancia que tiene este cambio para ella, para el equipo y para el resto de la empresa.
- Será importante también, mostrarle a Esteban o tratar de que vea y se de cuenta de lo que él gana con este cambio, que vea los beneficios de asumir mayor responsabilidad.
Ana tenía algunos compromisos ocultos que no declaraba de inicio pero que podemos observar que están debajo de su relato.
- Ana creía en el fondo que nadie podía hacer la tarea como ella, aunque Esteban no se equivocaba, tenía miedo también de los errores, ella creía que nadie podía garantizar como ella los buenos resultados, por eso no era clara en sus conversaciones.
- También, por otro lado, si Ana establecía un compromiso, debía hacer seguimiento y si Esteban no cumplía, debería enfrentar nuevas conversaciones de reclamo y ver qué le había pasado, para Ana esto podía suponer algo confrontativo y posiblemente quisiera evitarlo.
Durante los siguientes meses seguí acompañando en su proceso de delegación a Ana, al año fue nombrada directora del área.
En alguna sesión me dijo que Esteban fue para ella su maestro, gracias a él se pudo ver a sí misma.
Aprendió que todas las experiencias y las personas con las que nos encontramos en la vida son espejos, son regalos y oportunidades para crecer, para aprender de nosotros mismos.
Siempre estaré agradecida a Ana por su generosidad, por su compromiso con ella misma y por todo el aprendizaje que me llevé como Coach en su proceso con ella. Ana me enseñó que los cambios en uno mismo, son simplemente un cambio de mirada y de perspectiva, un simple movimiento y giro te abre infinidad de nuevas perspectivas y posibilidades y con ello nuevas acciones que hasta el momento eran impensables.
¡Gracias, Ana! Y gracias a vosotros por leerme y ser parte también de este proceso de transformación.
NURIA CARRASCO ROLDÁN
Es Coach PCC (coaching individual y de equipos), formadora y supervisora en el CEC.
Licenciada en Ciencias del Trabajo (Universidad de Alicante)
Máster en Dirección de RRHH (Universidad de Alicante)
Ha realizado estudios de especialización en Coaching Ejecutivo individual, Coaching de Equipos, Coaching Corporal, Mentoring y Supervisión, Cuerpo y Movimiento, Neurociencia y neuroliderazgo, etcétera. (Escuela Europea de Coaching, Newfield Network, Menslab, etc.).
Facilitadora del Programa de Certificación de Coaching.