Un proceso de coaching es un proceso de aprendizaje donde lo que buscamos es que el cliente a través de nuestras preguntas pueda tomar perspectiva y modificar su relación con una parte de su realidad con la que, en el momento del proceso, no sabe relacionarse de manera adecuada a su bienestar o sus objetivos.

Tomar perspectiva supone muchas más cosas de las que uno podría intuir de forma inmediata. Supone poder tener una mirada global sobre lo que sucede y distinguir claramente hechos de juicios o interpretaciones y poder desmenuzar los juicios o creencias que son limitantes y poder sustituirlas por otras que den espacio de posibilidad.

Lo que en el coaching ontológico se denomina un cambio de observador y que en la PNL se nombra como un cambio de creencias. Se trata de salir un poco de nuestro mundo “yo” y poder ver la situación desde una mirada más global o de metaposición.

Esto nos permite entender las circunstancias e incluso entender los motivos por los que me relaciono con ellas de una determinada manera que ahora no me ayuda, y también comprender qué debo soltar, para poder tomar otras maneras de relación con esa realidad que la vida me presenta.

Si tomamos como ejemplo un conflicto con otras personas, éste desaparece cuando realmente somos capaces de ponernos en el lugar de todos los elementos del conflicto. Comprender desde dentro lo que motiva o moviliza a las distintas partes del conflicto, elimina el conflicto.

Claro que la discrepancia o la diferencia de criterios u opiniones sigue existiendo y también nuestra defensa de nuestra postura con la firmeza que consideremos. Pero conflicto y discrepancia son situaciones muy diferentes.

En la discrepancia no hay enganche emocional y no nos tomamos la opinión del otro como algo personal que nos agrede. En el conflicto sí. Las emociones, que solemos llamar negativas como el miedo o el enfado, en el conflicto están presentes y toman el control de nuestras reacciones.

Por tanto, el aprendizaje transformacional de un proceso de coaching, supone soltar la identificación con lo que estamos pensando y sintiendo para poder dar espacio a las miradas de los otros o a la realidad que la vida nos presenta delante. La barrera para poder hacer esto es siempre la misma. Un proceso emocional.

Las emociones nos mantienen atrapados en esa identificación y para poder avanzar en esta transformación, debemos ser capaces de desapegarnos de esas emociones que, en ese momento, me frenan. Esas emociones que estoy identificando como “yo”.

taller coaching corporal

Soltar estas emociones no es tan sencillo como a veces nos han enseñado. La idea de que previo a una emoción hay un juicio y que este juicio genera la emoción y que si cambiamos el juicio cambia la emoción, es correcta, pero no es suficiente en muchos casos.

Cuantas veces un cliente de coaching ha venido con un bloqueo y tras descubrir posibles soluciones ha seguido ahí después de meses o años. Esto es debido a que ese juicio que desencadena la emoción, no siempre es consciente o en un porcentaje elevado es inconsciente y está ya automatizado. Es decir, ya reside en el cuerpo.

El cuerpo es en realidad la parte de nuestro ser que integra los aprendizajes. Si no pasan por el cuerpo, tan solo son datos. Juegos en nuestra mente. Puede que cambie alguna emoción con los cambios de juicios, pero después es el cuerpo en que debe entrar en acción.

Decir que voy a hacer algo, tener la emoción positiva de hacerlo, tener la intención y la voluntad de hacerlo y finalmente hacerlo, son cosas muy distintas. Es el plan de acción donde realmente se integran los cambios. Es cuando pasa por el cuerpo cuando realmente se consolida aquello que se ha descubierto en la sesión.

Es en este momento donde el trabajo somático puede traer a nuestras sesiones un apoyo diferencial. Un claro ejemplo se da a la hora de vencer la inercia y entrar en acción.

Pongamos el caso de un cliente que está aprendiendo a defender las propias posiciones frente a su superior en reuniones. Cuando la vehemencia de esta persona con autoridad superior en el organigrama aparece, el cliente entra en pánico y no encuentra con facilidad los argumentos necesarios que sostienen su opinión.

En ese momento en el que el superior jerárquico usa su poder para invadir el espacio con su tono de voz o sus calificativos duros e incisivos, el cuerpo del cliente reacciona. Si estuviera tranquilo, ya sabe lo que tiene que hacer.

En las sesiones de coaching ya se ha hablado largo y tendido sobre el miedo, los juicios, y ha habido nuevos juicios, nuevas creencias que le dan posibilidad y nuevas emociones y se siente capaz.

Pero llegado el momento, de nuevo el miedo se apodera del cliente y no puede llevar a cabo la estrategia planeada. Esto ¿Por qué? ¿Por qué la emoción obtenida en la sesión no funcionó en el instante ante su superior en la reunión?

La respuesta es que, el cuerpo no estaba preparado para ese cambio. En el cuerpo no había los recursos necesarios. El cuerpo no ayudó a que la estrategia funcionase. La única manera de llevar a cabo este cambio, cuando el enganche emocional automático sea fuerte, es haciendo un trabajo adicional en el cuerpo.

El miedo es, en muchas ocasiones una reacción automática, y ya está anclado en el cuerpo, en nuestro sistema nervioso. Probablemente está alterando el calibrado de nuestro nervio vago, que es el encargado de decidir si la situación debe hacernos entrar en pánico o no.

Lo que dispara la reacción del miedo es efectivamente un juico. Este lo creamos a través de una evaluación de la situación, pero esta evaluación no es mental, lo fue quizá en su momento o quizá no, pero ahora ya es corporal.

Es nuestro marcador somático el que evalúa, en centésimas de segundo, lo que está ocurriendo. Lo que trato de explicar es que se trata de una reacción orgánica, y tan solo una parte de esta reacción es consciente y por tanto desbloqueable en una sesión de coaching a través del lenguaje.

A veces ya no queda resto alguno de la reacción consciente. El resto de la reacción es inconsciente y automática y solo se puede cambiar, poniendo consciencia, pero poniéndola en el cuerpo.

programa coaching corporal

¿Y cómo se hace esto?, ¿Cómo logro que mi cliente esté en su mejor versión cuando afronte las dificultades, tanto emocional, mental como corporalmente? ¿Cómo le entrego los recursos para poder sostenerse desde la consciencia en momentos en donde el inconsciente toma el control y genera una acción reactiva?

La realidad es que esto se hace trabajando en mejorar cómo el cuerpo maneja el estrés y la relajación a través de ejercicios específicos de la teoría polivagal. Además, tratamos la carga emocional que se ha quedado atrapada en el cuerpo y la mente de manera automática (los engramas).

Al liberar estas cargas emocionales, el cliente puede experimentar nuevas formas de actuar y sentir en su cuerpo. Esto les permite experimentar nuevas emociones y crear nuevos recuerdos en su mente, recordando formas diferentes de hacer las cosas. De esta manera, ya no solo anticipa un resultado desastroso o catastrófico, sino que ya tiene recuerdos nuevos de vivencias corporales con un resultado que sabe que puede sostener.

Nuestro cerebro y nuestras emociones crean expectativas. A menudo, anticipan escenarios desagradables o peligrosos que no son más que repeticiones del pasado proyectadas en el futuro.

A veces, estos escenarios son combinaciones de miedos que realmente nunca ocurrieron. Las reacciones automáticas del cerebro están ahí para tomar el control y llevarnos a una reacción sin que podamos evitarlo. Sin embargo, si el cuerpo ya ha experimentado una nueva experiencia, entonces se crea una nueva conexión neuronal física y esta se integra en la mente y entonces las reacciones pueden cambiar.

Entonces, cuando nuestro cliente actúa, su cuerpo está preparado. Los escenarios negativos anticipados ahora deben competir con recuerdos reales de los nuevos recursos que el cuerpo ha incorporado. Esto permite a nuestro cliente actuar de manera diferente, ajustando su respuesta al desafío que enfrenta.

Este es el trabajo del coaching somático que impartimos en CEC. Generar recursos desde el cuerpo que ayudan al cliente a “sentir” la consolidación de escenarios nuevos frente a las expectativas del cerebro y por tanto, la posibilidad de que la versión más consciente del cliente, esté presente en el momento de la acción.

Cómo se hace esto en detalle se puede comprobar en los talleres gratuitos que hacemos en CEC o inscribiéndose en las formaciones de Coaching Somático Corporal. La Neurociencia está dando voz a algo que algunas tradiciones llevan años defendiendo, y es que no tenemos un cuerpo, somos un cuerpo.

Somos un yo todo integrado y pretender que la conversación va a solucionar todos nuestros desafíos es como pretender, a veces, que las personas enhebremos una aguja con una sola mano. Seguro mucho más complicado y también a veces… imposible.

coaching somático, ¿Para qué formarse en coaching corporal o somático?

JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ

José Manuel Sánchez es Socio Fundador del CEC. Su pasión es el coaching y el desarrollo humano en el ámbito profesional. Actualmente se dedica al desarrollo directivo y al coaching individual y grupal.

Es Coach PCC por la ICF, formado en coaching ejecutivo, coaching de equipos y coaching sistémico. Es terapeuta Gestalt y Transpersonal. Formado en el programa SAT, en Eneagrama y en Coaching Corporal por NewField. Ha realizado el programa PCI en In Copore y es facilitador de Seitai y de trabajo energético en el cuerpo. Es formador de meditación y Mindfulness e Instructor CCT del Compassion Institute.

Codirector del curso Coaching Corporal en el CEC.