Hace unos días dos antiguos alumnos conversaban acerca de sus respectivas experiencias durante su formación. Uno de ellos se había formado en el formato presencial. El otro, en el formato intensivo residencial. Ambos defendían su elección de manera acalorada, especialmente el alumno del formato intensivo, que tal vez se estaba sintiendo un poco juzgado, como teniendo que dar explicaciones adicionales. En un momento de la conversación me preguntaron a mí: ¿Tú qué opinas? ¿Cuál crees que es el mejor formato? En ese momento respondí que esa era para mí una pregunta muy difícil de contestar, algo así como si te preguntan “¿a qué hijo quieres más?”. Pero la pregunta se me ha quedado rondando en la cabeza y ha inspirado este post que hoy comparto con vosotros.
Yo sé que hay una idea más o menos extendida de que un programa que se despliega a lo largo de varios meses tiene necesariamente que ser una mejor opción para obtener un aprendizaje más profundo e integrado. Yo misma, si soy honesta, he defendido esta idea en el pasado.
Me he dado cuenta de que este juicio tiene sentido en la medida en que miramos una única variable al comparar ambos formatos: la variable tiempo. Pero hay otras variables, también muy importantes, que no estaba teniendo en cuenta.
¿Y cuáles son esas variables? ¿Qué hace que el formato residencial consiga los resultados extraordinarios que consigue?
La concentración de la energía y del trabajo en nueve días
El aprendizaje en los tres dominios
En el formato intensivo, sin embargo, hay una gran presencia del dominio corporal y emocional y esta creo que es tal vez una de las variables más importantes. A lo largo del programa observamos que el aprendizaje se produce muchas veces por debajo del nivel de conciencia, más allá del lenguaje, a través de las diferentes vivencias que los alumnos experimentan y que muchas veces terminan de integrar más tarde, cuando leen el material y completan las prácticas.
Una alumna del residencial, me escribía semanas después de finalizar: “tengo la sensación de estar cosechando todavía todo lo que hemos vivido. Al leer el material y ver los vídeos del campus, es como poner palabras a las vivencias, a cosas que sentía pero que no era capaz de nombrar”.
La integración de la meditación
En todos nuestros programas ofrecemos sesiones de meditación a los alumnos, pero en el residencial la actividad forma parte del programa, cada mañana y esto hace una diferencia, ya que los alumnos del residencial aprenden mejor y muestran después una mayor adherencia a la práctica que los alumnos del programa secuencial. O dicho de otra manera, el porcentaje de alumnos que continúa después con la práctica de meditación y mindfulness, es mayor en los grupos intensivos.
La fuerza del grupo
Porque, en última instancia, este es el aprendizaje más importante y más complejo que los coaches debemos hacer para nuestros clientes: saber abrir el corazón, mantenernos presentes y con la mente despejada de juicios para generar un espacio de seguridad, de intimidad y de confianza en el que nuestros clientes puedan explorar, aprender y crecer.
La otra parte, el método, la técnica, las preguntas poderosas, la estructura de la conversación, es la más sencilla de aprender y se termina de integrar en las semanas posteriores al programa, a través de las prácticas y la supervisión.
De manera que sí, el programa intensivo puede ser una manera excepcional de completar una formación de coaching, porque en él confluyen una serie de variables que los otros formatos no tienen y que lo hacen muy potente.
Miriam Ortiz de Zárate
Socia directora del CEC.
Coach MCC por la International Coach Federation
Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid
Ha realizado estudios de especialización en Coaching individual y de equipos, coaching sistémico, coaching corporal, coaching energético, Psicoterapia Gestalt, Psicoterapia Integrativa, Eneagrama, Constelaciones Familiares y Organizacionales, Bioenergética, etc. (Instituto de Empresa, Centro de Estudios Garrigues, Escuela Europea de Coaching, Escuela Madrileña de Terapia Gestalt, Programa SAT de Desarrollo, IPH, Fundación Claudio Naranjo, Fundación Tomillo, Improving Network, Sensum Systemic, Instituto Hellinger de Holanda, Talentum, Emana, etc.)