Lo que nos perturba no es lo que nos ocurre,
sino nuestros pensamientos sobre lo que nos
ocurre.
Nada externo puede perturbarnos. Solo sufrimos cuando queremos que las cosas sean diferentes de cómo son.
Nadie tiene el poder de herirte. Lo único que puede herirte son tus propios pensamientos sobre las acciones de otro.
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