Pedir perdón es un hábito natural y cotidiano que, con más o menos facilidad, todos utilizamos cuando queremos reparar o compensar un daño. Sin embargo, al hacerlo, cargamos a la otra persona con el peso de tener que perdonarnos. ¿Y si no lo hace? ¿Quién queda en deuda?

Cuando pedimos perdón, solemos hacerlo con una afirmación o con una pregunta cerrada: «perdóname”, “¿me perdonas?” Como si la única respuesta que estamos dispuestos a escuchar fuera un “”.

De alguna manera, cerramos la puerta a la posibilidad de que el otro nos diga “No”. Y, por supuesto, no dejamos mucho espacio a permitirle expresar cómo se siente, qué necesita o si hay algo que podemos hacer para reparar o compensar el daño que hemos cometido.

Pedir perdón, al fin y al cabo, es un acto en el que ponemos la pelota sobre el tejado de la persona a la que hemos molestado o herido. A partir de ese momento, es el otro el que tiene que dar el paso de perdonar, a menudo forzado por las circunstancias.

De manera que muchas veces nos encontramos con falsos perdones y situaciones en las que perdonamos a medias, porque tememos ser juzgados como intransigentes o rencorosos.

Y otras veces, nos mantenemos en la decisión de no perdonar y entonces necesitamos desarrollar muchos argumentos y explicaciones que justifiquen nuestra decisión, con lo que acabamos agrandando y magnificando la situación, hasta vernos atrapados en emociones de resentimiento y rencor de las que nos cuesta mucho deshacernos.

taller-coaching

Muy diferente sería decir “lo siento” y poder transmitir nuestro pesar por el daño causado.

Sin embargo, y aunque es una declaración fundamental, la utilizamos muy poco, seguramente porque nos pone vulnerables, nos obliga a hacernos cargo de lo ocurrido y abre un espacio para que la otra persona pueda expresarse y tal vez decir cosas que tememos escuchar.

Una modalidad todavía menos frecuente sería acompañar nuestra disculpa con una cierta indagación empática: “siento haber dicho esto, no tuve en cuenta tu opinión, imagino que estás enfadado…”.

Es un esfuerzo de mayor vulnerabilidad y de mucha empatía, que la mayoría de las veces no utilizamos.

Supone, por una parte, que nos hacemos cargo del daño concreto y lo expresamos de manera explícita, sin paños calientes. Implica, además, que nos hacemos cargo de los sentimientos y las necesidades del otro y que le damos espacio para que pueda expresarse.

Cuando decimos “lo siento”, no estamos pidiendo al otro ninguna acción de manera explícita. Nosotros expresamos lo que necesitamos decir y dejamos al otro la libertad de actuar como desee.

Tal vez si le dejamos expresarse y desahogarse sea suficiente, otras veces necesitará un poco de tiempo o puede que haga falta alguna acción reparadora por nuestra parte, que compense el daño realizado. El contexto, nuestra escucha empática y el curso de la conversación nos ayudarán a identificar qué puede estar faltando.

Respecto a la acción compensatoria, es importante entender que nunca podrá reparar el daño que se causó, puesto que lo que ocurrió quedó en el pasado y no podemos volver atrás. Sin embargo, siempre podemos encontrar una acción, más o menos simbólica, que nos ayude.

Y esto es todo un arte que, si sabemos cultivar, nos ayudará enormemente en la gestión de todo tipo de conflictos, grandes y pequeños, que enfrentamos a diario.

formación-coaching
Distinción 16, Pedir perdón vs Decir “lo siento”

MIRIAM ORTIZ DE ZÁRATE

Socia directora del CEC.
Coach MCC por la International Coach Federation.
Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.

Ha realizado estudios de especialización en Coaching individual y de equipos, coaching sistémico, coaching corporal, coaching energético, Psicoterapia Gestalt, Psicoterapia Integrativa, Eneagrama, Constelaciones Familiares y Organizacionales, Bioenergética, etc. (Instituto de Empresa, Centro de Estudios Garrigues, Escuela Europea de Coaching, Escuela Madrileña de Terapia Gestalt, Programa SAT de Desarrollo, IPH, Fundación Claudio Naranjo, Fundación Tomillo, Improving Network, Sensum Systemic, Instituto Hellinger de Holanda, Talentum, Emana, etc.)

Codirectora del Programa de Certificación de Coaching.