¿No te ha pasado que te has visto secuestrado/a por una emoción? ¿Que por un lado estaba tu cabeza diciendo… “no pasa nada”, pero tu cuerpo reaccionaba de manera contraria? Sudoración, enrojecimiento de la piel, contracción muscular, incapaz de sonreír, o sonriendo demasiado…?
¿O solo me pasa a mí…?
Nos han dicho que los pensamientos generan emociones, que provocan reacciones, tanto internas (sensaciones corporales) como comportamientos. ¿Y si fuera lo contrario?
Esta es la teoría de Williams James y Carles Lange. Proponen que la corteza cerebral recibe e interpreta los estímulos sensoriales que provocan emociones, produciendo cambios en los órganos viscerales a través del sistema nervioso autónomo y en los músculos del esqueleto a través del sistema nervioso somático.
O de manera más sencilla. No lloro porque estoy triste, estoy triste porque lloro.
La verdad es que no hay una certeza.
Hay teorías y estudios que se inclinan hacia un lado o hacia otro. Pero lo que sí podemos afirmar, es que cada vez la neurociencia avanza más, y nos damos cuenta que esa dualidad mente, cuerpo, emoción, se desdibuja.
Nos encontramos con un cuerpo-mente. Están las fascias (lo que recubre nuestros músculos), que albergan memorias y tensión.
Hay casos asombrosos en trasplante de órganos. Hay evidencias del impacto de la postura en la emoción y la cognición, de la conexión que hay entre el cerebro e intestino, cerebro y corazón, cerebro y respiración.
Antonio Damasio, neurocientífico, asegura que hasta que no entendamos el movimiento de nuestro cuerpo, no entenderemos nuestras emociones.
Y sin embargo, muchos coaches seguimos empeñados en trabajar la emoción desde la palabra, desde la pregunta, desde la razón.
Para trabajar la emoción, y especialmente aquellas que te secuestran, hay una herramienta mucho más poderosa, el cuerpo.
El cuerpo es la puerta de entrada a tu subconsciente. ¡Y no!, no se trata de bailar, salir a correr, de cambiar de postura o de respirar mientras pones atención a tus sensaciones.
Todo esto te ayudará en muchas ocasiones, pero en otras, para que exista un avance y una transformación real, tenemos que llegar un poco más profundo.
Pero… ¿Cómo se hace? Pues primero trabajando tu propio cuerpo.
Aprendiendo a escucharlo, a salir de la cabeza y simplemente sentir, a entender que tu cuerpo no se comunica con palabras, se comunica con sensaciones, que a veces se transforman en imágenes, intuiciones…
A explorar y tomar conciencia de tus “hábitos corporales”; darte cuenta de tus “avisadores”; tal vez una ligera tensión en el estómago… tal vez calor en la frente…
Y observando, moviendo, explorando, sintiendo… un día podrás anticiparte al secuestro emocional, dejando que tu cuerpo (que no tu emoción) decida, que es lo que necesita para regularse de una manera orgánica para ti y para el resto.
Una vez que has aprendido este “lenguaje”, podrás conectar, entender y acompañar a otros, haciendo tal vez las preguntas más poderosas que hay, aquellas que no necesitan palabras.
Virginia de kobbe
Coach y formadora. Experta en Coaching Corporal. Comunicación, ventas y Marketing.
Coach Ontológico (Certificada por ECORE, Escuela de Rafael Echevarría), Experta en coaching a través de técnicas corporales (Newfield Network), Practioner en Programación Neurolingüística por “The society of Neuro Linguistic Programming tm” de Richard Bandler , experta en técnicas de Alto Impacto (Metodología Train the trainers the Anthony Robbins), Leadership embodyment (Arise) y Coaching de Equipos (AMCoaching), Curso Superior de Design Thinking (URJC), Mindfulness (Sadhana integral), Biodanza (Rolando del Toro), Art of Hosting (Somos Más), Agile Coach y Scrum(Izada)
Facilitadora del curso de Coaching Corporal en CEC.