A lo largo de nuestra formación profesional, ya sea en la universidad, en los ciclos formativos o en cualquier otro tipo de formación complementaria, recibimos un entrenamiento muy valioso y necesario, sin embargo este entrenamiento la mayoría de las veces se limita a prepararnos en aspectos técnicos y deja de lado ciertas habilidades que son esenciales y que las empresas buscan y valoran cada vez más. Son competencias relacionales como la capacidad de comunicación, la capacidad para trabajar en equipo, la comprensión interpersonal, etc.
Los cursos de coaching están diseñados para ayudarnos en este ámbito, que podemos considerar tan importante como el técnico. En la actualidad, la competencia es feroz, el cambio es constante, la necesidad de innovar, adaptarse y ofrecer nuevos servicios es una cuestión de supervivencia. Las organizaciones más eficaces son aquellas que invierten en el desarrollo humano de sus equipos, tanto como en su desarrollo técnico.
En este contexto, los cursos de coaching nos ayudan a desarrollar un liderazgo y un estilo de gestión diferentes. Las viejas prácticas ya no sirven, necesitamos generar espacios de confianza en los que las personas se sientan motivadas a dar lo mejor de sí mismas. El líder coach aprende a ponerse al servicio de sus equipos para fomentar su desarrollo profesional y para obtener resultados extraordinarios y cultiva competencias como la comprensión interpersonal, la empatía, la escucha, la gestión de conflictos, la generación de confianza y de compromiso, la capacidad para inspirar o para crear visión compartida y alineación, etc.
Este tipo de competencias son especialmente complejas de adquirir y requieren de los directivos un alto nivel de desarrollo personal y un entrenamiento profundo y personalizado. Ser un verdadero líder es mucho más difícil que ser un jefe al estilo tradicional, por este motivo encontramos muchos más jefes que líderes en la mayoría de las organizaciones.
Los cursos de coaching ayudan a las personas, a los equipos y a los líderes a relacionarse de una manera más armoniosa y productiva. Está comprobado que favorecen la apertura, el intercambio y el aprendizaje, ayudan a resolver conflictos y fomentan valores como la responsabilidad, la colaboración, la confianza y el compromiso.
El ambiente que se crea en las organizaciones después de estos cursos, fomenta la comunicación, el intercambio y el descubrimiento de alternativas creativas, incrementando la innovación. En una atmósfera en la que se cultiva la comunicación y la confianza y que valora la capacidad de aportar, los empleados se vuelven más proactivos y muestran más iniciativas. También se ha comprobado una mayor apertura al cambio, a la revisión de procesos y a la mejora.
Los cursos de coaching ayudan, en última instancia, a mejorar la calidad de vida de las personas, a generar ambientes profesionales más adecuados, a cuidar el entorno emocional y el bienestar de los equipos. Todo ello se verá traducido, en última instancia, en una mejora de los resultados.