«Muchos soldados al regresar de la guerra no solo sufrían estrés postraumático sino que lo más traumático era la sensación de no pertenencia, la falta de cercanía con sus compañeros de unidad».
Esta frase de Sebastián Junger resume claramente uno de los fenómenos más claros de una organización: la necesidad de pertenencia.
En un entorno post-internet marcado por la libertad del individuo que le otorga de forma virtual la red, aparece la necesidad, en forma de polaridad, de sentir una pertenencia real a algún grupo de afines.
Los «likes» de las redes sociales no alcanzan a reemplazar la experiencia de los sentidos que da el contacto con el grupo, con la tribu.
La libertad y pertenencia «virtual» a diferentes grupos resultado del mundo post-internet hace aún más contrastante la necesidad de pertenecer y es aquí donde la experiencia tribu cobra una importancia clave cuando repensamos las organizaciones y nos encontramos con dos temas relevantes: compromiso y sostenibilidad.
Algunos elementos que afectan la creación de la sensación de tribu a tener presente son:
- Las personas que más ingresos tienen y no necesitan del colectivo son menos sensibles a la necesidad de pertenecer a una tribu. Están por lo general en la punta de la pirámide de las empresas, por lo cual la empatía con la «tribu» que dirigen a veces es baja.
- Algunas veces la parte de la organización que no son los «jefes» obtienen más feedback y aprecio del cliente que de sus jefes.
- El reporting está inundando el tiempo vital de las relaciones y los vínculos de la tribu que mueve una organización. En muchas organizaciones los jefes prefieren el reporting (seguimiento de resultados individuales) a la generación de pertenencia.
- Las personas echamos de menos los buenos momentos de cooperación, perseguir solo objetivos individuales fatiga la tribu y mina la resiliencia de las personas en momentos de bajos resultados.