Si eres una persona que está emprendiendo su aventura profesional como coach, es importante ser consciente de que todos los coaches del mercado, para aprovechar bien todas las sinergias que sus servicios y relaciones con las empresas pueden generar, son coaches individuales, son coaches de equipos y son formadores con técnicas de coaching.

Esto permite ampliar el abanico de ofertas de servicios en sus clientes y, además, son servicios o necesidades que provienen de los mismos interlocutores y que, en muchos casos, son demandadas de forma combinada.

Poder dar respuesta con el mismo nivel de impacto a nivel individual que grupal, es una demanda constante en las organizaciones que necesitan de enfoques multidisciplinares a la hora de desarrollar a sus equipos y profesionales.

No desarrollarse en estas tres líneas de actividad supone lesionar de manera relevante las posibilidades de poder vivir del desempeño de esta profesión tan maravillosa que es el coaching.

Por otra parte, si eres un profesional dedicado a la formación. El incorporar las habilidades, dinámicas y formas de indagación del coach, puede llevar tus intervenciones en empresa a un nivel en el que el cliente puede sentir que está recibiendo soluciones a la medida de sus problemas, aterrizadas en la realidad y gestionadas a la medida de las dificultades grupales e individuales de los asistentes.

No adquirir estas herramientas y habilidades supone también una reducción de la oferta y de las posibilidades para el desarrollo de tu negocio.

El mundo empresarial actual demanda profesionales polivalentes, capaces de liderar cambios, inspirar a los equipos y fomentar el desarrollo continuo.

En este contexto, ser coach y ofrecer servicios de coaching supone una intervención nuclear y directa en el desarrollo profesional e incremento de las capacidades; herramientas y cualidades de los profesionales a la hora de superar barreras, creencias y ejercer un liderazgo transformador y generador de cambios y resultados en las organizaciones.

La formación por su parte tiene un vínculo natural y enriquecedor con el desarrollo y la adquisición de habilidades y conocimientos orientados a la mejora de las habilidades directivas y el desempeño de los profesionales en su liderazgo.

Estas dos disciplinas, aunque diferentes en sus enfoques, se complementan de manera extraordinaria, creando sinergias que potencian tanto los resultados organizacionales como el crecimiento personal de los individuos involucrados.

Recordemos que el coaching es un proceso individualizado que facilita la reflexión, el autodescubrimiento y el desarrollo personal y profesional.

El coach actúa como un guía, ayudando al cliente o equipo a alcanzar sus metas a través de preguntas poderosas, escucha activa y apoyo en la toma de decisiones. El coaching es colaborativo y adaptativo, centrado en las necesidades específicas del cliente.

Por otro lado, la formación es una transferencia estructurada de conocimientos y habilidades, diseñada para cubrir necesidades específicas de aprendizaje en un grupo o equipo. El formador asume un rol más directivo, compartiendo contenido, facilitando actividades y promoviendo la adquisición de competencias en áreas concretas, como liderazgo, comunicación o gestión del cambio, entre otras.

Ambos profesionales, el coach y el formador, impactan en la organización desde diferentes ángulos y ser un excelente formador no convierte al profesional en un coach y ser un buen coach no significa necesariamente ser un buen formador.

En este sentido el hecho de que el formador se forme y adquiera las habilidades y técnicas de coaching para incorporar a sus servicios, supone llevar su trabajo a un nivel superior.

En el que no solo trasladará conocimientos y habilidades, sino que podrá gestionar el desbloquear creencias o dificultades que puedan tener los asistentes de manera grupal.

El enfoque y el conocimiento de lo que, dentro de cada persona, nos impide realmente avanzar, así como el dominio de dinámicas y técnicas propias del coaching, puede generar un valor añadido transformador a la intervención grupal que supone un programa de formación dentro de una organización o empresa.

taller formador coach

Por su parte, el hecho de que el coach individual se forme en habilidades como facilitador de grupos y en el enfoque o aplicación específica de sus competencias de coach para la intervención grupal, traerá para el profesional la posibilidad de ampliar su oferta de servicios y su capacidad de intervención e impacto dentro de las organizaciones.

También conllevará poder elevar el valor añadido de la formación y su efecto transformador al incluir el enfoque del coaching a nivel grupal.

Por tanto, podríamos decir que, para el formador, formarse en técnicas de coaching para la facilitación grupal, supondrá:

• Ser capaz de trabajar el bloqueo de los asistentes con dinámicas o ejercicios específicos.

• Generar espacios de conciencia e indagación grupal o auto indagación en la sala.

• Promover procesos de autoconocimiento grupal de elevado impacto.

• Trasladar el conocimiento de las dificultades humanas para ponerse en acción. La transformación de creencias limitantes en caminos de posibilidad y la capacidad de mejorar la regulación e inteligencias emocionales.

• Trasladar lo integrado en el aula a un plan de acción concreto y real.

• Tener la capacidad de generar el compromiso y la responsabilidad de cada uno de los asistentes en su plan de acción.

• En definitiva, llevar su actividad formativa aun nivel más transformador y generador de nuevos comportamientos.

Por su parte, para el coach ejecutivo que presta servicios de coaching individual, el adquirir habilidades como formador y apoyarse en sus herramientas como coach para desarrollar servicios de formación, le puede suponer:

• Un mayor impacto en la organización al llevar a cabo acciones no solo individuales como es el coaching ejecutivo.

• Aprovechar su presencia capilar como experto prestando sus servicios a la organización para poder ofertar nuevas soluciones mixtas que contemplen la formación y el coaching, de manera integral, sin tener que ceder la ejecución de la parte formativa a otras profesionales.

Este tipo de ofertas de formación con programas de coaching en paralelo son cada vez más demandadas por su impacto transformador en los asistentes, que crece de manera exponencial al combinarse el aprendizaje grupal con un formador que es capaz de facilitar procesos de transformación en grupo, con el trabajo de ese mismo profesional como coach individual.

• Podrá atender necesidades grupales, individuales y de equipos en la medida en la que ofrece soluciones integrales a cada uno de estos colectivos o enfoques.

• El contacto con la empresa como proveedor de servicios de valor añadido le coloca en las conversaciones adecuadas para poder detectar necesidades formativas de valor y poder ofrecer las soluciones más adecuadas a sus clientes.

¿Qué competencias son claves para poder ser un buen profesional de la formación con técnicas de coaching y llevar esta intervención al nivel de mayor impacto transformador?

Existen múltiples habilidades y competencias que son esenciales. Sin pretender ser exhaustivos, podemos destacar estas como algunas de las principales:

• Comunicación efectiva: el formador coach debe ser experto en transmitir ideas de manera clara, conectar con los participantes y generar confianza.

• Escucha activa: en el coaching, la escucha activa permite al coach entender profundamente al cliente; en la formación, esta habilidad ayudará al formador a adaptar el contenido a las necesidades reales del grupo. Especialmente a la hora de atender las dudas de los participantes. Uno de los momentos clave de toda formación.

• Adaptabilidad: flexibilidad para responder a las dinámicas cambiantes, ya sea en una sesión de coaching o en un taller empresarial. El denominado por nosotros los profesionales, emergente o aquello que surge en la formación y debe ser atendido y que no estaba necesariamente en el guion inicial.

• Capacidad para inspirar y motivar: un coach inspira confianza en el potencial del cliente, como formador motivará a los participantes a aplicar lo aprendido en sus contextos laborales y poner el conocimiento o lo entrenado en acción.

• Habilidad para formular preguntas poderosas: aunque el coach las usa para facilitar la introspección, el formador puede emplearlas para promover el aprendizaje crítico y la participación activa en la formación.

• Facilitación de procesos: Tanto en el coaching como en la formación, el facilitador guía a los individuos o grupos hacia el logro de sus objetivos, ya sea a través del autodescubrimiento o de la adquisición de nuevas habilidades.

curso formador coach

En lo referente al impacto en las organizaciones, el hecho de contratar servicios de formación desarrollados por coaches especializados, supone un incremento de la capacidad transformadora de la formación y de su impacto en la organización.

• Refuerzo del aprendizaje: en programas formativos se produce un enfoque en el desarrollo de planes de acción y seguimientos posteriores.

Las dificultades de los participantes en poner en acción lo aprendido son tratadas de manera personalizada y la intervención desde el coaching en el desbloqueo de un participante resuena en los demás potenciando el aprendizaje de manera exponencial.

• Adaptación a necesidades individuales: a través de las dudas, las consultas o las dificultades, el facilitador coach realiza intervenciones individuales en el aula que suponen un ejemplo de aplicación real de lo que los demás participantes deben hacer a la hora de aplicar lo aprendido en el puesto de trabajo.

• Seguimiento en el plan de acción: el coach actúa como un socio de responsabilidad, ayudando a los participantes a mantenerse comprometidos con los cambios que desean implementar tras la formación.

• Introducción de conceptos clave: los talleres pueden proporcionar a grupos amplios un marco teórico o práctico para todos los asistentes por igual generando un espíritu de colaboración entre los asistentes y de compartir experiencias.

• Construcción de habilidades grupales: el facilitador a través de la indagación y dinámicas prácticas, genera que el grupo aprenda de sí mismo, de sus aportaciones y de la semilla de reflexión y análisis que el formador coach pone en el escenario.

• Mayor efectividad en el desarrollo del talento: al igual que en el coaching individual, en el coaching grupal, el formador coach genera escenarios y dinámicas colaborativas en los asistentes para que sean asistentes activos en la co-creación de su aprendizaje.

• Cambio cultural sostenible: las dinámicas, el aprendizaje grupal con el foco no solo en el facilitador sino en el autodescubrimiento y el foco en la acción y el entrenamiento, producen un mayor impacto en proyectos de cambio cultural o de mindset.

• Impacto en múltiples niveles: el formador coach no solo aborda habilidades y conocimientos, sino que también trabaja en creencias, motivaciones y comportamientos, generando un cambio más profundo.

¿Cómo convertirse en un Formador – Coach de éxito? y ampliar así el abanico de oferta y las posibilidades de éxito de mi proyecto como emprendedor, como coach o formador, en el mercado.

Si al leer este artículo estás interesado o interesada en combinar estas disciplinas, aquí tienes algunos consejos clave:

Desarrolla competencias en ambas áreas. Si eres formador, adquiere habilidades de coaching como la escucha activa, el uso de preguntas poderosas y la facilitación del autodescubrimiento. Si eres coach, fortalece tus habilidades para diseñar y facilitar programas de formación estructurados.

Integra herramientas de coaching en la formación. Incorpora ejercicios de reflexión, dinámicas grupales y prácticas de mindfulness o de otras múltiples disciplinas, en tus talleres para añadir una dimensión introspectiva y experiencial.

Diseña programas híbridos. Ofrece soluciones que combinen talleres formativos con sesiones de coaching individuales o grupales para abordar tanto habilidades como actitudes.

Adapta tu enfoque al cliente. Escucha las necesidades de la organización para determinar el equilibrio adecuado entre formación y coaching en cada caso.

Las sinergias entre coaching y formación son inmensas y pueden transformar la manera en que las empresas desarrollan su talento. Mientras que la formación proporciona conocimientos y habilidades esenciales a nivel grupal, el coaching trabaja en un nivel más profundo, ayudando a los individuos a aplicar lo aprendido y superar barreras personales.

Cuando estas disciplinas se combinan, crean un enfoque integral que impulsa tanto el rendimiento organizacional como el crecimiento personal.

Para el profesional que desea marcar la diferencia en el ámbito empresarial, combinar coaching y formación no solo amplía su impacto, sino que también fortalece su valor como facilitador del cambio. En un mundo donde las organizaciones buscan soluciones cada vez más personalizadas y efectivas, convertirse en un experto formador coach es una ventaja estratégica imprescindible.

formador-coach, Sinergia entre Coaching y formación en empresas

JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ

José Manuel Sánchez es Socio-Fundador del CEC. Su pasión es el coaching y el desarrollo humano en el ámbito profesional. Actualmente se dedica al desarrollo directivo y al coaching individual y grupal.

Es Coach PCC por la ICF, formado en coaching ejecutivo, coaching de equipos y coaching sistémico. Es terapeuta Gestalt y Transpersonal. Formado en el programa SAT, en Eneagrama y en Coaching Corporal por NewField. Ha realizado el programa PCI en In Copore y es facilitador de Seitai y de trabajo energético en el cuerpo. Es formador de meditación y Mindfulness e Instructor CCT del Compassion Institute.

Facilitador del curso Formador Coach en el CEC.

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