Si me dieran un euro por cada vez que alguien me ha dicho “es que lo del residencial hay que vivirlo”, probablemente ya tendría pagado el siguiente retiro espiritual.

Y ahora que lo he vivido desde dentro, como parte del equipo, no solo entiendo por qué lo dicen… sino que me encuentro yo también intentando explicarlo… y no siempre me salen las palabras.

Porque lo que ocurre en esos 9 días es difícil de contar sin que parezca exagerado. Pero voy a intentarlo.

Llega un grupo un sábado. Personas distintas, de lugares distintos, que vienen a formarse como coaches. Durante nueve días conviven en un entorno natural, con un horario intensivo pero cuidado, compartiendo clases, comidas, silencios, aprendizajes y momentos muy humanos.

Lo que aún no saben es que, además de una formación, están a punto de vivir una experiencia transformadora.

Silvia, mi compañera —que hizo su formación en este formato— me decía: “es que no se puede explicar con palabras”. Y es cierto. Cuesta ponerle nombre a lo que se crea allí: una convivencia real, una intensidad emocional que conecta, transforma y te saca de ti para devolverte distinto. Más tú.

Hay algo que me impacta especialmente. Subo el sábado, los conozco, compartimos miradas, expectativas, ilusiones… y luego, por agenda, puede que pase uno o dos días sin verles. Cuando regreso, algo ha cambiado. No son otras personas, pero sí otras versiones de sí mismas. Y eso es emocionante de presenciar.

Y lo más asombroso: ver cómo hacen sesiones de coaching desde un lugar tan presente, tan profundo, con una calidad de escucha que impresiona. Y no porque hayan tenido muchas horas de teoría (porque apenas las hay), sino porque la experiencia lo va impregnando todo. El aprendizaje ocurre en cada conversación, en cada silencio, en cada gesto compartido.

Las metacompetencias del coaching —la presencia, la escucha, la autenticidad— no se enseñan. Se viven. Y eso es lo que pasa en el residencial. A veces sin que los propios alumnos se den cuenta, lo van integrando desde la convivencia, desde lo real, desde lo humano.

Y sin darse cuenta, empiezan a habitar algo que en la formación llamamos el Triángulo de la Compasión. No es un esquema más. Es una forma de estar. De mirar. De acompañar.

coaching intensivo

Presencia. Aceptación incondicional. Escucha.

Tres palabras que lo cambian todo.

La presencia no es solo estar físicamente. Es estar con todo el cuerpo, la mente y el corazón disponibles. Es mirar al otro como si fuera lo más importante en ese momento. Es apagar el ruido interno, dejar de anticipar lo que viene y habitar el ahora. Cuando hay presencia, se nota. La sesión cambia. El otro se siente visto, realmente visto. Y eso tiene un poder inmenso.

La aceptación incondicional es ver al otro como legítimo. Sin querer arreglarle, sin ponerle etiquetas. Es sostener su proceso sin empujarlo, sin juzgarlo. Es la compasión real, la que reconoce la humanidad del otro sin caer en la lástima. Y en el residencial, eso se practica en cada conversación, en cada roce, en cada historia compartida.

La escucha, entonces, se vuelve algo mucho más profundo. No es solo una habilidad técnica. Es una actitud. Una forma de estar en silencio sin desaparecer. De responder sin interrumpir. De resonar con el otro sin cargar su peso. Escuchar, de verdad, es uno de los mayores regalos que podemos ofrecer.

Y así, casi sin darse cuenta, en medio de las conversaciones, los aprendizajes compartidos, los silencios llenos de sentido y las prácticas, los alumnos comienzan a encarnar este triángulo. No porque alguien les diga cómo hacerlo, sino porque lo viven. Lo sienten. Lo practican una y otra vez.

Y entonces ocurre la magia: el coaching deja de ser un conjunto de herramientas y empieza a ser una forma de estar en el mundo.

Y ahí, cuando ya están habitando esa escucha profunda, esa presencia que sostiene, y esa aceptación que transforma… es cuando se abre paso el segundo gran pilar: el Triángulo del Coraje.

Porque acompañar de verdad no solo requiere compasión. También hace falta coraje.

Coraje para no esconderse. Coraje para sostener lo incómodo. Coraje para confiar.

Este segundo triángulo nos invita a desarrollar otras tres cualidades fundamentales: presencia (que vuelve a ser la base), vulnerabilidad y responsabilidad.

La vulnerabilidad no es debilidad. Es autenticidad. Es permitirnos sentir mientras acompañamos. Reconocer si algo del otro nos remueve, si nos dan ganas de “salvarle” o de empujarle, y no actuar desde ahí. Es no ponernos la máscara del coach perfecto, sino sostenernos desde lo real.

La responsabilidad, por su parte, es confiar en el otro. Es salir del rol de salvadores, dejar de empujar el proceso, y creer de verdad que esa persona tiene recursos, que puede encontrar su camino. Es pasar del problema al reto. Del “esto me pasa” al “¿qué puedo hacer yo con esto?”.

Y la presencia, que sostiene ambos triángulos, se vuelve entonces aún más rica: porque ahora está alimentada por la compasión y el coraje. Por el cuidado y la firmeza. Por la escucha y la confianza.

Y esto también se aprende viviéndolo.

Ana Gómez

ANA GÓMEZ

Coach ejecutiva y de equipos, certificada PCC por ICF.

Formada en: Coaching Sistémico, Eneagrama, Gestión Emocional, Formador de formadores y Coaching de Equipos.

Especializada en el acompañamiento a empresas familiares, donde ayudo a integrar la dimensión relacional y emocional del sistema familiar con los retos estratégicos y organizativos del negocio, facilitando procesos de desarrollo y toma de decisiones más conscientes

Contáctanos

    Si deseas información sobre nuestros programas y talleres, o si tienes cualquier otra duda, rellena este formulario y nos pondremos en contacto contigo. ¡Gracias!





    Quiero recibir la newsletter de CEC con información sobre sus actividades gratuitas, cursos y servicios.

    Información básica sobre Protección de Datos
    CEC (Centro de Estudios del Coaching SL) tratará tus datos personales para responder a tu solicitud, y si lo deseas, para gestionar nuestra newsletter y enviarte información sobre nuestras actividades y servicios. Distribuimos nuestra newsletter a través de una plataforma que en ocasiones utiliza servidores informáticos alojados fuera de la Unión Europea. El tratamiento se basa en tu consentimiento, que podrás retirar cuando quieras, así como ejercer tus derechos de acceso, rectificación, supresión y otros en la dirección info@centrodelcoaching.es. Para más información, consulta nuestra Política de privacidad