Mucho se publica y se habla del Eneagrama, se lo describe como tipologías y también como herramienta y desde un lugar de responsabilidad puede ser todo eso y mucho más. Se trata de una mirada sobre lo que significa ser humano, un mapa, un intento de explicar y comprender el comportamiento de las personas.
Si conectamos con la esencia de esta mirada, el Eneagrama es en realidad un viaje. Un viaje que cada uno debe recorrer de manera individual. Es un viaje a nuestros orígenes para reconciliarnos con ellos.
Un viaje al presente para tomar conciencia de lo bello, lo luminoso, y también de lo oscuro, lo feo y lo maloliente, y es un viaje hacia el futuro de experiencia y confianza en que podemos actuar de forma diferente, más libre y más consciente.
El equipaje de este viaje es el coraje y el amor bondadoso. Coraje para mirar lo que hay, para no tratar de perseguir que las cosas sean diferentes de lo que son, para no confundir las causas con justificaciones de futuro en vez de comprensiones del pasado. Coraje para poder bajar al sótano y desenterrar los cadáveres que todos tenemos ahí dentro y coraje para ver la verdad desnuda, sin artificio ni adornos, simplemente ver y nombrar lo que hay.
El Eneagrama es en realidad un viaje. Un viaje a nuestros orígenes para reconciliarnos con ellos.
Para ello es imprescindible acompañar este coraje de una mirada amorosa hacia nosotros mismos. Una mirada que no juzgue encuentre lo que encuentre. Una mirada que sepa diferenciar amabilidad de indulgencia con uno mismo y responsabilidad de exigencia y juicio. De nada nos servirá juzgarnos en nuestro ego si eso nos obliga a apartar la mirada para aceptarnos a nosotros mismos.
El Eneagrama como mapa, es una clasificación de la realidad de la naturaleza humana que, como todos los mapas, debemos tomar con precaución ya que “nunca son realmente el territorio” sino una simplificación para poder abordar este viaje de una manera ordenada.
Si entendemos esto, que la realidad es más grande que esta herramienta, entonces podremos usarla con responsabilidad hacia los demás y hacia nosotros mismos.
El mapa del Eneagrama es un mapa de la neurosis humana. No es una descripción de los tipos de seres humanos que habitan el mundo, ya que como seres humanos somos mucho más que nuestro eneatipo. No es por tanto un mapa de las personas sino de los distintos tipos de personalidad, pero entendiendo ésta como la estrategia que cada ser humano usa para sentir que pertenece, que es amado, que es visto y así evitar sufrir.
Esto es algo que todos los humanos tenemos. La necesidad de ser felices y de estar alejados del sufrimiento. Nadie hay en el universo de la humanidad que no necesite de estas dos cosas. Como además somos seres mamíferos con conciencia de nosotros mismos, sobrevivir es para nosotros algo más que una cuestión de instinto, es una necesidad consciente y eso nos trae inmediatamente un miedo consciente y una búsqueda de seguridad.
Ahí comienza nuestro viaje para el cual el Eneagrama puede ser un mapa y un aliado extraordinario.
Todos los humanos somos generados a partir de la misma esencia. Podemos decir simbólicamente que hemos sido concebidos a partir del mismo barro. En ese lugar primordial esencial, todo es posible, somos libres y todo está en potencialidad.
El equipaje de este viaje es el coraje y el amor bondadoso.
A partir de esa esencia, aparecen muchos condicionantes, la mayor parte de ellos quedan fuera de la óptica del Eneagrama ya que son previos a la estructura de la personalidad. Me refiero a la herencia genética, la herencia sistémica, los efectos del temperamento y otros factores hereditarios y también de los efectos de las matrices perinatales que Groff explicó y que influyen en el feto desde su concepción hasta el momento clave del nacimiento. Hellinger, padre de las constelaciones familiares, decía a este respecto de los partos con cesárea: “no le robes su primera batalla”.
Y todo esto, dejando a un lado la libertad para sostener las creencias de carácter espiritual que rodean a este tema. En este texto no tendré en cuenta esto y lo dejo a la libertad del lector si desea profundizar en esa dirección.
Estoy hablando de posibles herencias del alma o de carácter espiritual, como son el Karma o las vidas pasadas, seres adheridos, la responsabilidad cósmica, etc…
Una vez que el nuevo ser humano ha nacido, se inicia el viaje de la construcción de la personalidad y es ahí donde el Eneagrama toma su lugar como apoyo extraordinario. El nacimiento supone para el hombre el trauma primal, el descubrimiento de que el entorno no está a nuestra disposición y de que la supervivencia no está garantizada, sino que es algo que debemos “ganarnos”.
Esto se manifiesta de forma evidente a partir de que el niño o la niña es consciente de su individualidad que se materializa en la constitución del ego, pronunciando las palabras yo, mío, etc… lo cual sucede a partir de los 3 años.
A esto en psicología lo denominamos personalidad, aunque deberíamos llamarlo “personaje”.
Entre los 3 y los 7 años aproximadamente, los niños tratarán de encontrar su lugar en ese nuevo mundo que es la vida y solo sabrán hacerlo buscando la seguridad de sentir que el entorno los cuidará, ya que son muy conscientes de que ellos no pueden aún valerse por sí mismos. Pero también son conscientes de que la supervivencia no es algo que se pueda dejar al azar y por tanto “actúan”. ¿Cómo?, manipulando el entorno para ser aceptados, amados, vistos, atendidos.
Tratando de averiguar qué es lo que el entorno más cercano, pues ese es aún su universo, valora. Qué es lo que tiene la atención, la mirada de los padres, para convertirse en eso mismo.
Así el niño o la niña construye una imagen de la realidad a partir de sus vivencias y sus interacciones con sus padres, que representan para él o ella aquello que le puede dar la seguridad que necesita, vinculada al amor y el cuidado que como mamíferos necesitamos (urdimbre afectiva).
Esa imagen de la realidad, completamente subjetiva y por tanto siempre distorsionada por la experiencia y las vivencias somáticas y emocionales, supone la base para iniciar una estrategia. La inconsciente decisión de convertirse en algo o alguien que sus padres (o las figuras parentales que los sustituyan en virtud de las circunstancias), valoren, amen, o al menos acepten o miren.
Esto es algo trascendente en la futura vida de esta persona. Ya que, desde ese momento o esa época, desarrollará un “personaje” un ego, una personalidad, que buscará ganarse el entorno y que fragmentará su esencia, dejando fuera todo aquello que considere que no va a servir para ganarse “un lugar”. Se sacrifica entonces una gran parte del yo para convertirse en un yo “vestido” que pueda ser socialmente aceptado.
A esto en psicología lo denominamos personalidad, aunque deberíamos llamarlo “personaje”. Algo que sí somos nosotros, pero que representa solo una parte del ser que somos, pero que se convierte en el comportamiento asumido como “yo”. Un comportamiento que nos da un lugar y que logra hacernos sobrevivir aunque, eso sí, pagando un elevado precio.
Los eneatipos son, por tanto, esas estrategias, esas diferentes personalidades desarrolladas a partir siempre de heridas emocionales que “obligaron” a la niña o al niño a decidir quienes debían ser.
El eneagrama es un mapa de las diferentes estrategias que los niños y niñas toman en virtud de sus vivencias para ser aceptados y sobrevivir en su infancia. Estrategias que resultan exitosas en su momento y que después, debido a su automatización inconsciente, se convierten en rígidos comportamientos que nos atrapan y nos limitan como adultos, cuando ya no estamos desvalidos y tenemos muchos otros recursos disponibles sin usar.
Los eneatipos son, por tanto, esas estrategias, esas diferentes personalidades desarrolladas a partir siempre de heridas emocionales que “obligaron” a la niña o al niño a decidir quienes debían ser. Su persona “vestida”, lo que después interpretarán como “yo soy”.
Esto supone conseguir el lugar. Lograremos el objetivo. La estrategia efectivamente nos da la supervivencia. ¿Cuál es el precio?, enorme. Como adultos sentiremos siempre la insatisfacción de no haber logrado lo que en el fondo realmente queríamos y aún necesitamos. Sentirnos amados y en los más profundo, sentirnos completos.
Ahí, en esa insatisfacción que no tiene un nombre definido pero que nos atrapa en diferentes momentos del día cuando estamos a solas con nosotros mismos y la oscuridad gana espacio, es donde se inicia el camino del descubrimiento, del enfado, de la reconciliación y de la nueva mirada amorosa y responsable hacia nosotros mismos. Un camino, un viaje, para el cual la guía del eneagrama será un compañero extraordinario.
Buen viaje…
José Manuel Sánchez
José Manuel Sánchez es Socio Fundador del CEC.. Su pasión es el coaching y el desarrollo humano en el ámbito profesional. Actualmente se dedica al desarrollo directivo y al coaching individual y grupal. Es Coach PCC por la ICF, formado en coaching ejecutivo, coaching de equipos y coaching sistémico. Es terapeuta Gestalt y Transpersonal. Formado en el programa SAT en Eneagrama y en Coaching Corporal por NewField. Ha realizado el programa PCI en In Copore y es facilitador de Seitai y de trabajo energético en el cuerpo. Es formador de meditación y Mindfulness e Instructor CCT del Compassion Institute.
Facilitador del curso “Introducción al Eneagrama” en el CEC.