Cuando hablamos de coaching, hablamos de cómo, a través de las preguntas adecuadas, las personas pueden volver la mirada sobre sí mismas y encontrar las respuestas a sus necesidades y desafíos.

En definitiva, como todo lo que sucede fuera o “nos” sucede venido de fuera, tiene su solución dentro. La vida no es lo que nos sucede, sino cómo reaccionamos emocionalmente con lo que nos acontece y qué acciones acometemos en relación con estas reacciones.

De esta forma podemos decir que la vida que tenemos es la vida que nos creamos nosotros mismos, si somos capaces de moldear favorablemente todo cuanto nos sucede en ella.

A través de estas preguntas que el coach le hace a sus clientes, estos indagan en el autoconocimiento necesario para responder a desafíos emocionales, sus juicios o creencias limitantes consecuencia de sus diálogos mentales internos e incluso desafíos que pueden abordarse desde la corporalidad.

El foco de todas estas indagaciones sería, desde mi punto de vista, acceder a una vida más feliz y más libremente elegida. Aceptando sus desafíos desde la serenidad y no añadiendo sufrimiento al dolor.

¿Qué supone entonces de avance el coaching transpersonal o qué nos aporta? En definitiva ¿qué es?

El coaching transpersonal, al igual que el coaching sistémico, tiene su fuente en la terapia sistémica, tiene su fuente en la fusión del coaching ontológico, el coaching sistémico y la terapia transpersonal.

La terapia transpersonal como cuarta fuerza de la psicología, es una corriente terapéutica, que uniendo la mirada holística del ser humano de la terapia humanista y las tradiciones orientales espirituales, conecta con una visión del ser humano que va más allá de lo que denominamos yo o lo que consideramos comúnmente yo, y el coaching transpersonal siguiendo esta estela pone el foco en el mismo sentido.

Así, mientras que el coaching que podríamos denominar clásico, pone el foco en el desarrollo del humano en los tres dominios, lenguaje o razón, emoción y cuerpo, y el coaching sistémico añade el foco o la mirada sistémica interrelacional a esos tres dominios, el coaching transpersonal, engloba al individuo además de en la sistémica, en lo espiritual.

Entrando a tratar el yo como el yo ampliado. Un yo que trasciende las fronteras del yo y va más allá.

¿Y podemos preguntarnos para qué ir más allá del yo? ¿Qué sentido tiene?

En realidad, el coaching nace para responder a una necesidad, una llamada. Los clientes viven su realidad como un problema, o viven un desafío como difícil de alcanzar y piden ayuda.

El coaching a través de las preguntas les devuelve que donde creen que hay un obstáculo solo está la creencia de que lo hay y que todos los caminos tienen una solución, aunque sea la de la aceptación de la realidad tal y como es.

En algunos casos, la llamada de los clientes va más allá. No se trata de lograr objetivos concretos. No se trata de aprender a relacionarse de manera más hábil con la realidad o más posibilitante.

En ocasiones, lo que nos sucede a los humanos es que la realidad se nos empieza a quedar pequeña. La vida empieza a perder su sentido ya que, vivida en determinado plano, solo da vueltas y vueltas sobre el mismo eje.

Los objetivos son alcanzados, los retos logrados, tenemos la casa, el coche, la pareja, los hijos y el perro, logramos nuestro lugar tan ansiado en la sociedad, y después… algo sigue sin funcionar, algo sigue sin ser lo que nos dijeron que sería.

O ni siquiera estoy logrando esos logros porque desde el principio no sentí que me sintiera conectado o conectada con ellos. Y no sé cuales son mis retos. No tengo aliciente. Para los humanos el deber en muchos casos es disciplina, las obligaciones de los adultos se asumen sin debate, son las que son, innegociables.

coaching transpersonal

Vivimos buscando estados compensatorios en el móvil, en las series de TV, en viajes, cenas, fiestas, actividades de todo tipo que son estados compensatorios que nos producen satisfacción, pero siguen sin llenar la sensación de vacío que debajo se atisba.

No todos los humanos conectan con esto, pero algunos empiezan a sentir este vacío debajo de sus pies. Empiezan a sentir el desafío de ir más allá. De comprender, de entender, de encontrar un sentido.

Esta demanda se traduce en diferentes enfoques, la mayor parte de ellos reclamando al escenario que habitamos que tenga las respuestas. Igual es cambiar de pareja, igual de vida profesional con un nuevo trabajo o un nuevo reto, meternos en proyectos, cambiar de ciudad, de forma de vida… de amigos… comprarse un perro, adquirir nuevos objetos, coches, casas…

Buscamos alicientes en la satisfacción de las necesidades, en los placeres o en los retos. A veces esto funciona, durante un tiempo, otras veces ni siquiera. Muchas de ellas, confundimos estar bien con estar ocupado y sin tiempo para pensar.

Cuando el mundo que habitamos, este escenario social humano, no tiene la respuesta, cuando sentimos que el viaje al exterior ya ha dado de sí todo lo que podía… surge una crisis.

Algunos atisban que el viaje entonces es al interior, a mi propio sentido, otros no saben donde mirar, otros atraviesan crisis incluso que pueden llegar a confundirse con enfermedades o depresiones. Y otros simplemente siguen adelante incapaces de reunir el coraje de defenderse de la inercia que supone la seguridad conocida de la insatisfacción cotidiana.

Cuando la demanda de las personas es de este tipo, en ocasiones un poco de reordenación de los elementos que ya se tienen, es suficiente para seguir adelante. Pero en la mayor parte de los casos, no es suficiente. La demanda es de auténtica felicidad, de sentirse completos. La demanda no es concreta, es global y ya no se conforma con nuevos señuelos seductores.

En estos casos, el coaching transpersonal acude a atender la demanda. Inicia un viaje de autoconocimiento global y holístico, que nos hará comprender el origen de nuestras heridas y cómo nos enredamos reclamando solución donde no la hay.

Nos conectará con la herida más intima que no es más que la falsa dualidad, la dependencia del pasado y del futuro y nuestra dificultad para sostener la atención en el presente por miedo a ese vacío que subyace.

Para ello tendremos que desarrollar un testigo interior, una conciencia testigo que pueda observar nuestros comportamientos sin juicios, de manera compasiva y nos permita poco a poco soltar todo lo que creemos que somos y en realidad no somos.

No somos en lo más profundo ni nuestra identidad social, estatus económico o rol profesional, no somos autores, creadores o empleados. No somos altos o bajos, guapos o feos, nada de eso es real en realidad y nuestro sufrimiento radica en esa identificación.

Desprendernos de lo que no somos, nos acerca a un nuevo lugar, más libre y más consciente que poco a poco entronca con un nuevo sentido de la existencia y un nuevo propósito. Ya no hay necesidad de buscar un lugar en el mundo en el que encajar, esa pesadilla ha terminado, siempre estuve en el mundo y no hay manera de no encajar.

Ahora lo que busco es un sentido para mí, en coherencia con lo que empiezo a intuir que soy y no con lo que no soy.

Pero las palabras no son suficientes para definir este camino. Se quedan cortas. Son herramientas de esta escenario humano y social y no pueden describir la naturaleza espiritual del ser humano. Quizá las parábolas o las metáforas puedan servirnos.

El mundo es como una madera en la que todos habitamos. No es una madera con la que podamos hacer lo que queramos, romperla, quemarla, pintarla… siguiendo nuestra metáfora, nuestra madera es una madera que tiene reglas que nadie se puede saltar. Es una madera con un ajedrez pintado encima y los humanos somos piezas de este ajedrez inmenso e infinito.

No podemos hacer lo que queramos con este ajedrez, el niño que llevamos dentro sufre un revés al descubrir que desea moverse como un caballo cuando es una torre y se frustra por ello. Cuando pensamos así, el sufrimiento está garantizado.

Un alfil se mueve como un alfil y un peón como un peón. Esto no podemos trascenderlo. Asumirlo es parte de la frustración del niño o el camino del adulto. Sin embargo, el ajedrez tiene tal cantidad de posibles movimientos y jugadas que en una vida humana no da tiempo a abarcarlo. Tenemos la libertad creativa de infinitos movimientos. Y, aun así, la frustración sigue.

Pero, y si comprendemos que no somos peones, que nadie es alfil, aunque se exprese como tal, que en realidad somos madera, o marfil todos, del mismo material, de la misma pieza en la que fuimos tallados. Todos por igual.

Que somos eso y no la forma o expresión concreta. Que nuestro aprendizaje tiene más que ver con conectar con eso que somos y relacionarnos con su expresión en el mundo desde la aceptación.

De esta forma, ante los avatares de la vida, podremos entender que siempre nos queda la posibilidad de aprender, aunque los hechos hayan sido duros o dolorosos para nosotros. Que la realidad no se puede cambiar y que pelearse con ella es sufrir sin medida y sin alivio posible.

Aprender de lo que nos sucede es un primer paso, el coaching transpersonal nos puede llevar más allá a comprender que lo que nos sucede, sucede para que podamos aprender y que aprender es el sentido del viaje y que lo que sucede no es más que el escenario de esta inmensa aula que es la vida.

A esto nos estamos refiriendo con el camino espiritual y con la aportación del coaching transpersonal a recorrerlo. Si no tienes esta llamada y no conectas con esto por tu recorrido o tus creencias, entonces, podrás acudir con tus necesidades a un coach.

Pero si sientes ese vacío en tu interior, esa llamada, y estas palabras aquí escritas han resonado en ti, entonces, el camino es otro, y un coach transpersonal, te hablará en ese lenguaje que sientes que puedes entender, aunque nunca lo hayas hablado antes.

coaching transpersonal, ¿Qué es el coaching transpersonal?

JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ

José Manuel Sánchez es Socio Fundador del CEC. Su pasión es el coaching y el desarrollo humano en el ámbito profesional. Actualmente se dedica al desarrollo directivo y al coaching individual y grupal.

Es Coach PCC por la ICF, formado en coaching ejecutivo, coaching de equipos y coaching sistémico. Es terapeuta Gestalt y Transpersonal. Formado en el programa SAT, en Eneagrama y en Coaching Corporal por NewField. Ha realizado el programa PCI en In Copore y es facilitador de Seitai y de trabajo energético en el cuerpo. Es formador de meditación y Mindfulness e Instructor CCT del Compassion Institute.

Director y facilitador del Programa Coaching Transpersonal en CEC.