Para muchas personas decir que no es uno de los peores tormentos que le puede tocar vivir en un entorno laboral. Hasta el punto de que muchas veces le resulta sencillamente imposible. Llega un jefe, un cliente o un compañero con una petición, que puede ser razonable o descabellada, y antes de que al cerebro le de tiempo a procesarla, ya le hemos asegurado que lo haremos encantados y con una sonrisa en la boca.
El problema viene cuando esa persona sale del despacho o cuando colgamos el teléfono y nos detenemos un minuto a pensar en las implicaciones de eso que nos acabamos de comprometer a hacer. En los plazos con los que contamos para terminarlo, en el tiempo y los recursos que nos llevará, en la ayuda con la que contamos y en las cosas que, forzosamente, tendremos que dejar de hacer o posponer para meter con calzador esta nueva tarea imprevista en nuestra ya de por si atiborrada agenda.
Y entonces maldecimos a partes iguales al jefe, cliente o compañero de turno por encargarnos semejante marrón y a nosotros mismos por aceptarlo. Aunque en ese reparto de culpas lo más justo sería que nosotros cargáramos al menos con un 80 o 90%, ya que hemos sido nosotros solitos los que nos hemos metido en ese berenjenal. Un lío que puede ser muy serio, sobre todo si luego resulta que nos vemos desbordados por esa tarea extra y no somos capaces de cumplir con ese compromiso, o si por hacerlo, dejamos desatendidos otros asuntos que pueden ser tan o más importantes. “¿Por qué no me dijiste que” no” si sabías que no podrías hacerlo?”, nos preguntará entonces airada la persona a cuando nos pida cuentas por el fiasco. Y no sabremos qué responderle.
Culpas aparte, esta escena, mucho más habitual en las empresas de lo que uno pudiera pensar, denota un problema de fondo que comparten muchos profesionales. No saben decir que no. Como si decirle que no a un mando fuera el mayor pecado que uno pudiera cometer, un pasaporte y un billete en primera clase al descrédito profesional, al rechazo del grupo o incluso al INEM. Y a veces será así, a veces un “NO” es una mala idea que nos puede condenar. Pero en la gran mayoría de las ocasiones esos temores son infundados y las terribles consecuencias de una eventual negativa solo existen en nuestra cabeza.
El problema es que hemos desarrollado un automatismo en nuestra cabeza. El “SÍ” sale disparado y somos incapaces de contenerlo. Debemos intentar parar ese automatismo. Es verdad que darle un NO rotundo a una persona influyente de nuestro entorno cuesta trabajo, da vértigo. Pero si, objetivamente, lo que nos está pidiendo está fuera de nuestro alcance, no tendremos más remedio que hacerlo.
El mejor “NO” suele ser el que adopta la forma de un “SÍ” negociado o con condiciones.
Existen eso sí, maneras de enfocar esa negativa de un modo más suave. Ganar tiempo sería una primera estrategia muy recomendable. El “déjame que lo mire y te digo algo” es una de las frases más certeras y útiles jamás acuñadas en los entornos laborales. No nos compromete a nada, pero, por de pronto nos permite detener el automatismo del “SÍ”. Ahora podremos analizar fríamente si realmente estamos en disposición de hacer lo que nos piden y tomar una decisión que no sea sólo emocional, sino que también contenga un soporte racional. Después podremos volver a esa persona y acceder o negarnos a sus pretensiones en función de ese análisis. Si es un “NO” tendremos que razonarlo, argumentarlo. Un “NO” rotundo, hostil y categórico no suele ser una buena idea. El mejor “NO” suele ser el que adopta la forma de un “SÍ” negociado o con condiciones. Que la otra persona comprenda las implicaciones de que tú pliegues a sus deseos para que ella se pliegue a su vez a tus circunstancias. “Lo haré, cuando termine esta tarea prioritaria”, o “lo haré, pero no antes de dos semanas”, o “lo haré pero, solo esta parte”, será la mejor manera de negarnos, de hacernos respetar y, de paso, de no seguir haciendo méritos para que nos salga una úlcera por culpa del trabajo.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR
¿QUÉ TE OFRECE EL CEC?
¿QUIERES INFORMACIÓN?
Error: Formulario de contacto no encontrado.