Cuando nuestros alumnos me preguntan cuál es la competencia fundamental que debe desarrollar un coach, yo siempre respondo que es la escucha. En cierto sentido el coaching nace de ahí. Es en la escucha del cliente, de lo que dice, de lo que no dice, de cómo lo dice, de la coherencia de los tres dominios al decirlo, etc… donde se fabrica la pregunta del coach.
El coach no tiene un baúl de preguntas disponibles y las hace según vea lo que va ocurriendo, esto puede ser así en un principio cuando se está iniciando como profesional o como alumno, pero cuando se va posando la técnica y surge el aspecto orgánico del acompañamiento, ahí es la escucha la que fabrica la pregunta.
El cliente habla de sus necesidades, de sus miedos, de sus problemas, de sus identificaciones y creencias, y de sus resistencias a cambiar, y de todo ello, se va generando una posible pregunta, una respuesta a su intervención, una indagación que nace de la brecha de su discurso, de la emoción contenida y callada, de la vulnerabilidad o de la falta de coherencia.
Hay algo en el discurso del cliente que abre el campo a una respuesta en forma de indagación, de espejo, de eco o de reformulación. Un espacio que nace de lo dicho y de lo callado y sobre todo nace de la conexión del coach con su cliente y consigo mismo.
No es posible escuchar si uno no está vibrando con lo que el cliente declara. Si uno no está usando su propio cuerpo para dejar que lo atraviesen las palabras de su cliente, las emociones de su cliente y su corporalidad y con todo ello, sentir en uno mismo aquello que es el sentir del cliente y sentir lo que esta queriendo emerger, lo que no tiene voz, lo políticamente incorrecto o lo excluido y desde ahí arrojar la luz a través de la pregunta, de la indagación.
Ahora bien, la escucha no es una competencia simple, se apoya en la única competencia real que los humanos tenemos en esencia. Lo que en realidad somos. Somos atención. Y la escucha es atención sostenida en el otro y en mí para resonar con lo que sucede y poder indagar en lo que pide ser visto.
Esta indagación solo puede nacer de la atención consistente, de la atención en el otro y de la apertura hacia el otro. Por tanto, la escucha necesita que nos abramos al otro con interés genuino, que le abramos nuestra dedicación de atención de manera sostenida. Esto solo sucede si hay interés.
Para los humanos solo existe aquello donde posamos nuestra atención. El resto queda fuera de la existencia subjetiva. Por tanto, si vamos a generar que algo exista con nuestra atención sostenida, ese algo debe ser de interés para nosotros.
Así que solo podremos escuchar a alguien si ese alguien nos resulta interesante o si somos capaces de mantener nuestro interés en él. Los coaches, aprendemos a abrir el corazón y a aceptar al otro, sea quien sea, de manera incondicional.
Esto conforma un interés genuino en nosotros, por el otro y su proceso. Sin embargo, esto no garantiza que seamos capaces de sostener la atención en nuestro cliente. Para ello tenemos que cultivar una competencia mucho más profunda. La gran metacompetencia de esta profesión y de muchas otras, y la gran metacompetencia para la vida de los humanos: la presencia.
La presencia es la capacidad de sostener la atención sin irse a ningún otro lugar. La capacidad de habitar el aquí y ahora. Si permanecemos en el presente, no hay posibilidad de juzgar a nuestro cliente porque el juicio es una comparación con el pasado.
Si no hay pasado no hay posible comparación. Sostener la atención en el presente es sostener la confianza en el cliente y en lo que emerge y también es abrir la posibilidad de la aceptación al cliente y de la escucha más profunda que a mí me enseñaron a llamar escucha cardiaca. Escucha de corazón a corazón.
Por tanto, es la presencia la gran competencia del humano, o la capacidad de entrenar el sostener la atención. La atención es toda nuestra capacidad, nuestra única fuerza genuina y aprender a sostenerla y a que no se vaya a ningún otro lado, es aprender a disponer de nuestros recursos al 100% y es aprender a permanecer en la vida que sucede aquí y ahora. No en el pasado y no en el futuro. La vida es el presente.
Nuestros alumnos entrenan y cultivan esta competencia primordial. Bien dando paseos con atención, comiendo de forma consciente o realizando actividades aparentemente monótonas en un estado de plena atención. Por último, el entrenamiento de la atención sostenido con mayúsculas es la meditación.
Sentarse y sostener la mirada en la propia respiración, observando con plena atención y tomando conciencia de cuando nos hemos ido a otra parte, atrapados en los inevitables pensamientos, para volver de nuevo de manera amable a la práctica de la observación consciente y constante de la propia respiración.
A través del espacio de meditación online de la escuela, los alumnos practican la necesaria recurrencia de esta práctica milenaria, que les permite poco a poco, habitarse en la sesión de manera plena, sostenidos en el aquí y ahora, con el cliente como foco esencial de su atención y su corazón abierto.
El desarrollo de la mirada compasiva y sin juicio hacia el proceso del cliente que, en el fondo, es un eco de nuestro propio proceso cuando no ejercemos de coaches y es, en definitiva y con diferentes variaciones, el proceso de toda la humanidad.
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ
José Manuel Sánchez es Socio Fundador del CEC. Su pasión es el coaching y el desarrollo humano en el ámbito profesional. Actualmente se dedica al desarrollo directivo y al coaching individual y grupal.
Es Coach PCC por la ICF, formado en coaching ejecutivo, coaching de equipos y coaching sistémico. Es terapeuta Gestalt y Transpersonal. Formado en el programa SAT, en Eneagrama y en Coaching Corporal por NewField. Ha realizado el programa PCI en In Copore y es facilitador de Seitai y de trabajo energético en el cuerpo. Es formador de meditación y Mindfulness e Instructor CCT del Compassion Institute.
Codirector del Programa Certificación de Coaching en CEC.