No todas las personas que vienen a una escuela de coaching quieren ser coach. De hecho es muy frecuente que nos lleguen personas que más bien buscan herramientas, técnicas y recursos para afrontar los desafíos de su día a día, tanto a nivel personal como profesional.
No todas las personas que vienen a una escuela de coaching quieren ser coach
El proceso de aprender a ser coach implica desarrollar una serie de competencias que nos sirven para trabajar con nuestros clientes, por supuesto. Ahora bien, todas estas competencias son competencias relacionales que nos pueden servir en cualquier situación personal o profesional, ya que todos vivimos inmersos en situaciones relacionales que a veces nos llenan y nos complementan y otras veces nos retan y nos confrontan.
Como padres, por ejemplo, necesitamos muchos recursos para relacionarnos con nuestros hijos, para mantener buenos niveles de comunicación con ellos, para ayudarles a crecer en un ambiente de seguridad y de confianza.
Como parejas, afrontamos constantemente el reto de cultivar el amor, la intimidad y la confianza, de encontrar el equilibrio en la relación, sin ponernos por encima ni por debajo. Y también necesitaremos recursos para afrontar muchas situaciones complejas que surgirán durante la relación y que nos pondrán a prueba.
A nivel laboral nos enfrentamos a la necesidad de relacionarnos con personas que no siempre nos gustan y tenemos que ser capaces de desarrollar habilidades para hacer peticiones, obtener compromisos, gestionar conflictos, conseguir la involucración del equipo o poner límites a nuestros superiores.
Como padres necesitamos muchos recursos para relacionarnos con nuestros hijos, ayudarles a crecer en un ambiente de seguridad y de confianza
Para desarrollar estos recursos, estas herramientas, trabajamos sobre tres grandes ejes. Cada uno de ellos implica a su vez el desarrollo de diversas competencias y la adquisición de diferentes herramientas o recursos. Y todo ello se puede aplicar en todos los ámbitos de nuestra vida.
AUTOCONOCIMIENTO
En este apartado podemos incluir todo lo relacionado con la conciencia de uno mismo. Quién soy. Qué quiero en la vida, qué necesito, cómo me siento, qué me está pasando. Qué significa esta opresión en el estómago. Cómo funciona mi mente. Qué modelos mentales dominan mi pensamiento. Cómo es mi atmósfera emocional. Dónde siento lo que siento. Por qué a veces me cuesta tomar decisiones. Por qué no soy capaz de perseguir mis sueños. Qué cosas me bloquean. Qué cosas me impulsan…
A menudo nos encontramos con alumnos y clientes que se hacen preguntas como estas por primera vez en sus vidas y que se permiten entonces entrar a analizar la relación más compleja que, como seres humanos podemos llegar a tener, que es la relación con nosotros mismos.
Cuando no nos detenemos a responder estas preguntas, lo que nos ocurre es que actuamos desde un piloto automático que nos hace reaccionar ante las situaciones de la vida, muchas veces de manera inadecuada.
Conócete, acéptate, supérate
San Agustín
Sin embargo, cuando nos detenemos y somos capaces de dar respuesta a cualquiera de estas preguntas, podemos responder (y no tanto reaccionar), desde un lugar de mayor conciencia y más conectados con la posibilidad de aprender algo nuevo, de hacer algo diferente.
Aprender sobre nosotros mismos, desarrollar la capacidad de escucharnos, entendernos mejor, nos ayudará también en el proceso de aceptarnos y, a partir de ahí, como ya nos decía San Agustín, seguir creciendo como personas.
CONCIENCIA DEL OTRO
La conciencia del otro viene después. Cuando hacemos un viaje hacia el interior, podemos entonces mirar al otro desde un lugar diferente, más comprensivo. Incluso más compasivo. Aprender a mirar al otro implica desarrollar una de las competencias más importantes del coach: la escucha.
Escuchar bien no es tan sencillo. Requiere entrenamiento y una intención genuina de querer entender al otro profundamente. No solo lo que dice, sino cómo lo dice, desde dónde lo dice, qué aflora cuando habla, qué emocionalidad esconde, qué necesita… Para escuchar bien hay que saber preguntar y generar un espacio de intimidad y de respeto que permita al otro abrirse y expresarse con libertad y con confianza. La escucha profunda requiere mucha presencia y un corazón muy abierto.
En nuestros programas los alumnos descubren cómo la escucha profunda, las preguntas abiertas, la presencia y la apertura del corazón, generan una corriente de intimidad y de confianza que tiene la capacidad de transformar las relaciones, desde las más queridas y cercanas como la pareja, hijos, padres, amigos íntimos, etcétera), hasta las más conflictivas o alejadas de nuestro círculo.
COMUNICACIÓN
El tercer eje es el de la comunicación. O como nos gusta decir: el de las conversaciones. Nos pasamos el día conversando. Ya sea con nosotros mismos o con terceras personas. La calidad de nuestras conversaciones va a afectar directamente a la calidad de nuestras relaciones. Y no solo las relaciones con los demás. Me refiero a la relación que, como decía antes, es la más compleja y también la más importante: la relación con nosotros mismos.
Este eje se ve muy afectado por los otros dos y mejora en la medida en que también mejoran los dos anteriores. El eje de la autoconciencia (o autoconocimiento) nos ayudará a entender cómo son nuestras conversaciones, cómo nos hablamos a nosotros mismos. Qué nos decimos cuando cometemos un error o cuando afrontamos un reto.
El eje de la conciencia del otro nos ayudará a construir conversaciones más empáticas y más constructivas, buscando el equilibrio entre nuestras necesidades y las necesidades de la otra persona, desde un lugar de respeto y de aceptación a la legitimidad del otro.
Todos tenemos conversaciones que nos resultan más difíciles y esto es porque nos ponen vulnerables, de manera que tendemos a evitarlas, las escondemos o las tenemos dentro de nuestra cabeza hasta agotarnos.
Por eso decimos que las conversaciones difíciles requieren de mucho coraje. El coraje de expresarnos desde un lugar de autenticidad y también de vulnerabilidad. Una comunicación clara y directa implica ser capaces de expresar emociones o necesidades, de hacer peticiones o reclamos, de poner límites y decir que no cuando es no.
La suma de los tres ejes: el autoconocimiento, la conciencia del otro y la comunicación, nos sitúa en un círculo virtuoso de crecimiento. Cada uno de los ejes retroalimenta a los otros dos y todos ellos nos colocan en un lugar de fuerza y de responsabilidad. Esta es una palabra muy importante en coaching. La responsabilidad emerge cuando nos sentimos con la fuerza de tomar decisiones y asumirlas, cuando nos hacemos responsables de nosotros mismos y pasamos a la acción.
Miriam Ortiz de Zárate
Socia directora del CEC.
Coach MCC por la International Coach Federation
Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid
Ha realizado estudios de especialización en Coaching individual y de equipos, coaching sistémico, coaching corporal, coaching energético, Psicoterapia Gestalt, Psicoterapia Integrativa, Eneagrama, Constelaciones Familiares y Organizacionales, Bioenergética, etc. (Instituto de Empresa, Centro de Estudios Garrigues, Escuela Europea de Coaching, Escuela Madrileña de Terapia Gestalt, Programa SAT de Desarrollo, IPH, Fundación Claudio Naranjo, Fundación Tomillo, Improving Network, Sensum Systemic, Instituto Hellinger de Holanda, Talentum, Emana, etc.)