El aprendizaje transformacional es aquel que es capaz de generar en nosotros un cambio profundo y sostenido en el tiempo. Implica un cambio de perspectiva, un cambio de observador. Y también implica el poder integrar lo aprendido en los tres dominios del ser humano: el dominio lingüístico, el coporal y el emocional. Este es un proceso que los coaches debemos ser capaces de facilitar y para ello necesitamos ir más allá de la dimensión puramente lingüística.
Cuando hablamos del “observador” que está siendo nuestro coachee estamos hablando de dos cosas:
1. LA HISTORIA
O lo que yo llamo “nuestra mochila”, todo lo que hemos vivido hasta hoy: experiencias, contextos, entorno familiar, educación recibida, situación en la familia, influencias del entorno, etc. Es decir, todo tipo de circunstancias relacionadas con nuestra historia que nos llevaron a aprender ciertos patrones, a constituirnos como la persona que somos en la actualidad.
Ya sabemos que el coaching no se detiene mucho en mirar el pasado. Tal vez un pequeño vistazo para poder mirarnos con compasión. Dadas las circunstancias, hicimos lo que supimos, lo mejor que podíamos hacer en ese momento.
El trabajo entonces implica ser capaces de desarrollar una mirada amorosa hacia el pasado, que nos trajo hasta el lugar en el que nos encontramos y ambiciosa hacia el futuro, permitiéndonos la posibilidad de elegir el camino que queremos recorrer. Estar en paz con nuestra historia para usar toda nuestra energía en mirar hacia delante.
desarrollar una mirada amorosa hacia el pasado y ambiciosa hacia el futuro
2. LA ESTRUCTURA DE COHERENCIA
Es decir, la estructura de coherencia entre lenguaje, cuerpo y emoción. Esa estructura implica los tres dominios principales del ser humano. Los coaches buscamos siempre integrar esta coherencia para facilitar el crecimiento del cliente.
Cuando en una sesión de coaching el cliente hace un aprendizaje (un cambio de observador), se genera una nueva mirada que abre nuevas posibilidades.
A veces el reto está en que estos aprendizajes sean sostenibles en el tiempo. Y para eso, para facilitar su integración, es muy importante que el aprendizaje tenga un reflejo en los tres dominios. Esto ayudará a la generación de nuevas conexiones neuronales, nuevos repertorios de acción y nuevos repertorios corporales que serán esenciales para sostener esas nuevas posibilidades.
Imaginemos un cliente que tiene dificultades para decir NO o para poner límites.
Supongamos que miramos la historia del cliente (su mochila) y que encontramos un contexto de aprendizaje, educativo o cultural donde el NO no era una opción. Aquí nuestro cliente puede hacer un descubrimiento poderoso de cómo se fraguaron las cosas y entender hasta qué punto hay todo un repertorio de conversaciones que no aprendió, que no entrenó.
Al tomar conciencia, el cliente puede entender que no se trata de que «no sepa hacerlo», sino más bien que «no sabe hacerlo» y por tanto, que puede aprender.
Una vez que nos introducimos en el ámbito del aprendizaje, trabajaremos en el dominio del lenguaje. ¿Qué juicios aparecen alrededor de este asunto? Por ejemplo:
- Si digo que no, se enfadará
- Si digo que no, generaré un conflicto
- Si digo que no, soy egoísta.
- Si digo que no, pareceré borde
- Si digo que no, se sentirá rechazado
Todos estos juicios se pueden trabajar y para esto los coaches tenemos muchas herramientas que permiten al cliente reflexionar y tal vez encontrar interpretaciones más poderosas. Por ejemplo:
- Cuando digo NO a esto digo SÍ a esto otro (Y viceversa, cada vez que le digo SI a algo en realidad le digo NO a otra cosa).
- Puedo decir NO y cuidar la relación
- Al decir NO estoy cuidándome yo o dando prioridad a cosas que son importantes para mí
- Al decir NO (caundo quiero decir NO) estoy siendo más sincera y honesta
Desde esa mirada el NO se hace más apetecible, incluso hay compromiso por parte de nuestro coachee, pero a veces el cambio no es tan sencillo. Necesitamos la integración del lenguaje, del cuerpo y de la emoción. ¿Qué pasaría si el cuerpo no acompaña al lenguaje? Por ejemplo, que al decir las palabras el tono de voz sea demasiado suave o que la musculatura esté demasiado laxa y relajada . ¿Cómo sostener ese NO? ¿Qué mensaje le estará enviando el cuerpo a su cerebro? ¿Cómo afectará esto a su emoción? Quizás finalmente aparezca un coachee frustrado: quiero pero no puedo… Quizás un coachee que lo consigue a base de sufrimiento… Quizás avance a base de entrenar, pero.… ¿Se puede hacer este camino con menos sufrimiento, con menos dificultad?
El aprendizaje de los límites necesita un alto nivel de confianza y seguridad. Unos pies bien apegados a la tierra y con las piernas separadas un poco más de lo habitual para ganar estabilidad. Una tensión muscular en extremidades que permitan sostener el NO… Una voz contundente y una mirada poderosa.
De esta manera entrenamos la estructura de coherencia. Si el cliente ha practicado el SÍ durante sus 35 años de vida, su tendencia será más hacia la sonrisa, quizás mostrará un cuerpo más flexible y relajado que ahora no le ayuda para este reto. Trabajar el cuerpo y la emoción, ayudar a integrar esta estructura de coherencia en los tres niveles ayudará a desarrollar una corporalidad y una emocionalidad adecuadas para expresar y sostener el NO.
De esta manera, el cliente quiere decir que no (lenguaje) y se entrena a nivel emocional y corporal para decir NO. Esto podemos hacerlo en la propia sesión, permitiendo al cliente practicar y probar en un contexto seguro. Cuidando a la persona, pidiendo permiso y trabajando con el máximo respeto, estas son algunas cosas que podemos hacer:
1, MODELAJE
2. TOMAR CONCIENCIA DE SU CORPORALIDAD
Ayudamos al cliente a tomar conciencia de su corporalidad. Le pedimos que exprese su no y que observe su cuerpo y su emoción (gestualidad, nivel de tensión, tono de voz, encauzamiento, respiración, etc.).
Le damos feedback de lo que vemos (con afirmaciones). Por ejemplo: sonríes al decirlo. Tu cuerpo se va hacia atrás. Etc. También podemos mostrárselo reproduciendo su movimiento. siempre con mucho respeto, por supuesto.
3. DAR LA RESPONSABILIDAD
Una vez que el cliente observa y registra la información, debe ser él mismo quién asuma la responsabilidad de su proceso de aprendizaje. ¿Qué quieres hacer con esto? Debe ser el cliente quién haga su declaración de compromiso..
4. DISEÑO Y ENTRENAMIENTO
Diseñamos con el cliente el cuerpo que le va a ayudar en su objetivo. La postura, la gestualidad, el tono de voz, etc. Probamos diferentes alternativas, le pedimos que pruebe, que juegue, que explore… Se trata de que el cliente se de permiso para ser creativo y protagonista en el proceso de encontrar su manera particular de expresarse.
5. PLAN DE ACCIÓN
Una vez completada la fase anterior, el cliente estará preparado para definir un plan de acción que le permita entrenar en los tres dominios. Este entrenamiento puede ser complementario o previo a empezar a tener conversaciones. El cliente puede entrenar y practicar con su cuerpo, con su emocionalidad y con afirmaciones que le ayudarán a prepararse para cuando llegue el momento de decir NO o de poner un límite..
De esta manera habremos trabajado en los tres dominios y con la estructura de coherencia y habremos ayudado a integrar un aprendizaje en los tres niveles: lenguaje, cuerpo y emoción, que será más profundo y sostenido en el tiempo.
SOFÍA VÍCTOR MERA
Sofía es codirectora del Programa de Especialización en Coaching Corporal. Es Coach PCC por la International Coach Federation. Formada en Coaching Ontológico con Rafael Echeverría. Especializada en Cuerpo y movimiento por Newfield Network. Es Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y ha realizado estudios de especialización en coaching corporal, Leadership Embodiment, Inteligencia Relacional, MentorCoach, PNL, etcétera.