Comer sano para trabajar mejor
«Somos lo que comemos. La alimentación es un aspecto importantísimo en nuestra vida y dependiendo de cómo desarrollemos esta necesidad, nuestro carácter, nuestras relaciones sociales y por supuesto nuestro desarrollo profesional se ve afectado por el consumo de más o menos proteínas, vitaminas, hidratos, etc. Roberto Durán, coach nutricional del Centro de Estudios del Coaching (CEC) y responsable del proyecto Emoticom interviene en este artículo del País, aportando sus opiniones.»
5/10/2017 -elpaís.es RAMÓN OLIVER
http://www.periodicodeltalento.com/2017/07/07/por-que-nos-cuesta-tanto-aprender-cosas-nuevas/
¿Se puede aguantar una jornada laboral completa comiendo trigo, cebada, granos y un brebaje preparado a partir de cenizas de plantas? Si su profesión es gladiador en la antigua Roma, se puede. Es la conclusión a la que han llegado investigadores de las universidades de Viena y Berna tras estudiar los restos óseos de 22 de estos luchadores hallados en la ciudad de Éfeso, en la actual Turquía. Una dieta sin apenas indicios de carne o lácteos, pero que no les impedía seguir sus duras rutinas de entrenamientos y combates.
Y si aquellos gladiadores de hace 1.800 años ya se preocupaban de que su alimentación no perjudicara sus prestaciones en la arena, cuánto más no deberían hacerlo también los profesionales actuales. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), comer mal puede disminuir hasta en un 30% la productividad laboral. “Una alimentación insuficiente o inadecuada pueden provocar hipoglucemias y afectar a la concentración. Aumenta el riesgo de obesidad, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes, depresión y otras afecciones que tienen gran impacto en el absentismo laboral”, alerta Susana Santiago, profesora del grado en Nutrición Humana y Dietética de la Universidad de Navarra.
Medias raciones
No siempre lo lograrán. “Comer fuera supone muchas veces un exceso de frituras, alimentos de origen animal y salsas con alto contenido en grasas y aceites”, lamenta Gámez. Enfrentarse a una tarde de trabajo después de meterse entre pecho y espalda primero, segundo, vino, pan, café y postre no parece lo más idóneo. En su lugar, Susana Santiago recomienda decantarse por “platos únicos o medias raciones”.
“Muchas empresas no son todavía conscientes de que la comida que se hace en horario laboral es parte de la jornada laboral; no es una cuestión que esté entre sus prioridades”, reflexiona Manuel Asla. La profesora Santiago cree que las organizaciones deberían esforzarse más por promover entornos de trabajo saludables. “Por ejemplo, realizando una revisión nutricional de los menús del comedor de empresa y de la oferta de las máquinas expendedoras; recurriendo a un catering más saludable en las reuniones de trabajo; habilitando espacios con microondas y neveras, o incluyendo actividades educativas sobre alimentación y actividad física en sus planes formativos”.
Porque, además, el trabajo no siempre es el mejor contexto para pensar en comida. El estrés, los jefes, los clientes… “Cuando entramos en estado de ansiedad no comemos, sino que engullimos”, recuerda Roberto Durán, coach nutricional del Centro de Estudios del Coaching (CEC) y responsable del proyecto Emoticomo. “Es nuestro modo de compensar algo que no estamos sabiendo gestionar emocionalmente. Y es un círculo vicioso. Porque si nuestro cuerpo no está preparado para tragar, digerir y absorber determinadas situaciones, tampoco va a ser capaz después de tomar ningún alimento que le siente bien”
HÁBITOS AL DESCUBIERTO
El estudio Eating at work (comer en el trabajo), de Eurest, ha diseccionado los hábitos alimenticios de trabajadores de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Portugal, Holanda, Irlanda, República Checa, Suecia y España. Entre sus conclusiones, destacan:
- 1- Los millennials son proactivos a la hora de entablar relaciones con sus compañeros durante el almuerzo, gastan menos dinero en comida y ésta suele ser más saludable.
- 2- Los españoles son, por detrás de portugueses e italianos, los trabajadores que más tiempo dedican al almuerzo: una media de 47 minutos, 10 minutos más que la media europea.
- 3- El gasto medio de los empleados españoles en su almuerzo es de 6,59 euros, el segundo más alto, detrás del que realizan los suecos.
- 4- Los españoles son los europeos que menos agua beben durante las horas de trabajo (3,8 vasos de 200 mililitros de media)
Si bien algunos factores culturales no lo ponen fácil. Las dos horas para comer siguen siendo sagradas en no pocas empresas españolas. Otro problema es que desde aquel lejano café con leche tomado apresuradamente en casa hasta que llega la pausa de la comida transcurre una eternidad. ¿La solución? Una costumbre muy española: el almuerzo de media mañana. “Un tentempié ayuda a mantener la saciedad, el rendimiento y controlar la ansiedad por comer”, explica Marta Gámez. Eso sí, hay tentempiés y tentempiés. “Debe incluir alimentos saludables. Nada de bebidas azucaradas, bollería, galletas, cereales refinados y azucarados ni bocadillos de embutidos”, aconseja.
El componente social es un factor que pesa en las decisiones alimentarias. Según Eurest, el 60% de los trabajadores europeos cree que compartir el almuerzo con compañeros de trabajo ayuda a estrechar lazos y a construir equipo. Comer fuera de vez en cuando puede ser un bálsamo contra el cansancio mental. Para Manuel Asla, director de marketing y comunicación de Edenred, las variables que más valoran los trabajadores españoles al escoger un restaurante son: “Que esté cerca del trabajo, servicio rápido, oferta amplia, buen ambiente y precio razonable. Además, los empleados le dan cada vez más importancia a la calidad y al valor nutricional del menú”.
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