Los rituales son algo que los humanos estamos perdiendo poco a poco y son esenciales a veces para afrontar procesos de cambio.
Somos un ser holístico, racional, emocional y corporal en medio de múltiples sistemas relacionados entre sí. Los rituales le hablan a nuestra alma y en muchas ocasiones es la única forma en la que la conciencia individual puede actuar sobre la conciencia colectiva.
Voy a compartir como ejemplo un caso real en el que los rituales pudieron traer el cambio que la fundadora de una organización estaba queriendo generar, y que no estaba siendo capaz porque el sistema no lo tomaba.
Asumiendo que cambiaré todo lo necesario para conservar el anonimato de mi cliente, a pesar de haber recibido su permiso para esta publicación.
En el coaching sistémico usamos los rituales para generar cambios en planos del inconsciente colectivo que no son de fácil acceso a través de nuestra comunicación lineal habitual.
Blanca, mi cliente, es una emprendedora que tiene una cadena de tiendas de cosmética en Madrid. Empezó su carrera profesional trabajando en una empresa de cosmética internacional en la que llegó a ocupar un cargo directivo. Hace unos 12 años la empresa fue absorbida por otra y en el proceso Blanca se quedó sin trabajo.
Tras varios intentos de volver a ser contratada sin éxito, ella considera que probablemente fue debido a su edad, entendió que la mejor salida era crear su propio negocio.
Inició entonces un obligado emprendimiento tratando de ponerse por su cuenta y con el objetivo, así me lo declaró en nuestra primera entrevista, de que su negocio le diera para vivir y le diera seguridad hasta su jubilación.
Tras 10 años de sacar adelante su propio negocio de cosmética, lo que comenzó como una tienda en la calle Diego de León, en Madrid, ha llegado a tener 4 tiendas en Madrid y el resultado ha cubierto de manera sobrada sus expectativas.
Blanca acude a mí porque todo en el negocio debería funcionar, pero salvo la tienda de Diego de León que sigue teniendo unos resultados excelentes, las otras tres tiendas dan algo de beneficio, pero no acaban de despuntar.
Para Blanca no tiene ningún sentido porque las ubicaciones son de similares características, las zonas también, el mercado potencial está estudiado y también es similar.
Al principio lo achacó al personal y a su falta de experiencia, pero tras ajustes y cambios, ella misma ha tenido que reconocer que en algunas tiendas como la de la calle Princesa, en Madrid, el equipo es proporcionalmente mejor que en Diego de León, así lo cree ella, y aún así la tienda no acaba de despuntar.
Cuando las empresas acuden a un proceso de coaching o asesoramiento y nos inclinamos por usar el Coaching sistémico normalmente es porque el problema persiste en el tiempo y es anterior al equipo actual; sin explicación lógica alguna, todas las soluciones que se han intentado no han funcionado; parece ir más allá del control del equipo.
Suelen ser asuntos inexplicables como el caso que me exponía Blanca donde solo una tienda, las más antigua funcionaba y los otras tres, en localizaciones de similares potencialidades de mercado, no conseguían despuntar.
En el Coaching sistémico ampliamos la mirada. El pasado, el presente y el futuro son ahora y son elementos cocreados en el mismo sistema.
En el caso de Blanca, parecía haber un futuro y unas oportunidades obvias de futuro para la empresa que no se estaban manifestando.
La pregunta que nos hacemos siempre como consultores y coaches sistémicos es, ¿este problema que me presentan para qué es una solución en el sistema?
Es decir, el asunto que los elementos del sistema, la socia fundadora y los empleados, viven como un problema desde su conciencia individual, qué solución, qué beneficio oculto debe estar trayendo a la conciencia colectiva, al sistema.
Al hacer esta pregunta tratamos de eliminar todo juicio sobre si lo que sucede está bien o mal o si es bueno o malo. Esto no sirve. Tenemos que traer a la vista lo que está oculto, excluido, lo que nadie quiere ver, quizá por feo, incorrecto, sucio. Debemos traer a la vista lo difícil de mirar.
No podemos solucionar el problema. Es un proceso humano, y los procesos humanos y sistémicos no se pueden solucionar, solo se pueden mostrar y dar espacio para que se vea lo oculto es nuestro trabajo.
En este caso, parece que el sistema no desea crecer y esto lo beneficia. Parece no tener sentido esta hipótesis para nuestra conciencia lineal, pero la realidad es así. El sistema se beneficia de no crecer. Y esto ¿por qué?
Y para averiguar esto, tenemos que incluir el histograma de la empresa y traer el pasado que está influyendo aquí y ahora. Y comparar esto con lo que un sistema necesita para sobrevivir. Lo que un sistema prima sobre cualquier otra cosa, incluso sobre el bienestar de sus elementos o individuos en este caso.
Un sistema necesita que todos los elementos permanezcan en él, en su historia, nada puede ser excluido del sistema. El sistema necesita sentirse completo con todos sus elementos.
En algún proceso que he llevado, esta exclusión tenía que ver con algún socio que estuvo en el origen y después salió y no se le han reconocido sus aportaciones.
Esto supondría tratar de borrarlo de la historia de la empresa y sistémicamente tendría consecuencias. Pero no era el caso de Blanca que fue la emprendedora en solitario del proyecto.
No obstante, en la primera sesión de coaching sistémico con Blanca, indago sobre como fue la creación de la empresa y qué personas aportaron algo a ese acto.
Por lo que me dice todas las personas son honradas, nombradas y reconocidas, así como las personas que por diferentes motivos han tenido que abandonar la organización a lo largo de estos 10 años.
Otro elemento nuclear de los sistemas es su necesidad de sobrevivir, de perpetuarse. De permanecer. Como consecuencia de esto, los sistemas fomentan que nada cambie y que las cosas permanezcan funcionando de forma similar.
Esto es la inercia de todo sistema y la empresa de Blanca no era una excepción, sin embargo en realidad no se estaban demandando grandes cambios, tan solo un escalado de lo que ya estaba funcionando. Tampoco parecía ser este el tema.
Finalmente existe otra necesidad nuclear de los sistemas. Algo que los moviliza y que les da sentido. Algo que hace que los elementos tengan una comunicación que “hace” sentido entre ellos y determina una frontera. El destino del sistema. La razón de ser de su existencia. Un sistema siempre tenderá a cumplir su destino.
Analizando el caso a través de la herramienta de hacer una representación 3D de los elementos del sistema, fuimos constatando algo que Blanca nombró en nuestra primera entrevista. El sistema nació para que ella pudiera tener dinero para vivir y le diera seguridad hasta su jubilación.
Ese fue el deseo que la movilizó en su momento. Y este destino se había cumplido totalmente. La empresa daba dividendos a Blanca para vivir de manera abundante y por tanto había garantizado la seguridad por muchos años más de los que le faltaban a Blanca para su jubilación.
Esta era la cuestión. El sistema como inconsciente colectivo no sentía la necesidad de crecer más. No formaba parte del principio fundacional.
Es en este punto en el cual yo le propongo a Blanca hacer un ritual. Un acto simbólico que honre al sistema y le reconozca que ha llegado, que ha logrado el objetivo y cumplido su destino, y desde ahí celebrar y agradecer.
Y después, realizar un acto oficial de cambio de sentido y de nuevo rumbo para un nuevo futuro.
Así la organización hizo una fiesta de celebración de los más de 10 años de éxito de la empresa, una fiesta dando las gracias a los empleados y a los clientes.
Después, junto con nuestra empresa CEC, trabajó una misión, visión y unos valores de la organización para el futuro, así como los principios rectores que sentían que debían regir.
Desde ahí lo comunicaron a la organización en reunión interna llena de rituales, tomando lo mejor y lo peor del pasado sin rechazar nada, y desde ahí comenzando a hablar del futuro sin comparaciones con el pasado.
Los ritos hablan al inconsciente, y el inconsciente colectivo se conectó con este nuevo futuro y en dos años la empresa empezó a crecer.
Sin duda, la organización hizo muchas más cosas para conseguir este crecimiento. Hubo personas que también dejaron la organización y nuevas contrataciones. Pero el acto simbólico, dio el permiso y creo un nuevo destino que le dio sentido al sistema, y desde ahí, lo que no funcionaba, empezó a entrar en un campo de posibilidades y creo un nuevo futuro para Blanca y su empresa.
Esto claro, con las dificultades y contratiempos del mundo real, y los errores de los que aprender como en todos los negocios y acontecimientos de la vida.
El coaching sistémico nos dice que no demos las cosas por sentadas. Los actos tienen efectos y las omisiones también. Si ampliamos la mirada más allá de lo lineal, podremos ver como hay muchos más actos y omisiones interactuando en el destino de nuestras organizaciones.
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ
José Manuel es Socio Fundador del CEC. Su pasión es el coaching y el desarrollo humano en el ámbito profesional. Actualmente se dedica al desarrollo directivo y al coaching individual y grupal.
Es Coach PCC por la ICF, formado en coaching ejecutivo, coaching de equipos y coaching sistémico. Es terapeuta Gestalt y Transpersonal. Formado en el programa SAT, en Eneagrama y en Coaching Corporal por NewField. Ha realizado el programa PCI en In Copore y es facilitador de Seitai y de trabajo energético en el cuerpo. Es formador de meditación y Mindfulness e Instructor CCT del Compassion Institute.
Codirector del programa Coaching Sistémico en el CEC.