“Debes rogar que el viaje sea largo, que sean muchos los días de verano; que te vean arribar con gozo, alegremente, a puertos que tú antes ignorabas”.
Viaje a Ítaca, poema imprescindible de Kavafis.
Lo que sucede durante el proceso de coaching es el lugar fundamental de la intervención con el equipo. Ahí se produce su crecimiento a través de los aprendizajes y el avance, delicado y sólido al tiempo, de la confianza.
El punto de partida importa, ya que el equipo toma conciencia de dónde está, a través del diagnóstico, y fija los objetivos. El cierre se convierte así es un momento destinado a la acción.
El equipo ha hecho un esfuerzo durante meses para llegar a su destino deseado. Ya no es el mismo equipo que empezó el proceso.
Por eso está preparado para nuevas acciones desde una nueva emoción, la que escoge para el viaje que ahora emprende. Y por eso es motivo, también, de celebración y de cosecha.
El equipo
La fuerza del presente emerge en especial en el cierre. Esto es así porque permite mirar hacia atrás para revisar el camino recorrido y recoger nuevos recursos para el equipo.
Para no dejar nada relevante atrás, el coach guiará a los miembros del equipo a través de un repaso de los eventuales cambios de observador que se hayan producido.
¿Qué sabéis que antes no sabíais sobre el equipo? Es un precioso momento para la recolección de aprendizajes. Recapitular para consolidar, con el sencillo ánimo de recordar (volver a pasar por el corazón) todo aquello que ha sucedido y que se valora ahora como relevante.
Sin estos aprendizajes el equipo no estaría preparado para la acción. Si no tomaba acción antes del proceso, por ejemplo, para explicitar los conflictos o para tolerar el error, es porque no se daba cuenta de que sus creencias o dinámicas internas suponían un obstáculo para la necesaria apertura.
Puede accionar más, porque confía más. Puede iniciar movimientos nuevos porque sabe y es consciente de más. Se encuentra en una emocionalidad expansiva plena de energía para retos y avances.
Algunos de estos recursos, además, servirán al equipo para siguientes retos que ya ha de acometer sin apoyo del coach. Por eso es importante explorar los metaaprendizajes.
¿Qué habéis aprendido de vosotros a lo largo de este proceso, como equipo, que os puede servir para futuros retos? Es la mirada a futuro, de nuevo bien asentados en el presente.
Y se habrán quedado asuntos pendientes de integración o no consolidados. Con valentía se reconocerán y se pueden incorporar a las acciones a futuro o, sencillamente, soltar la necesidad de perfección y centrar la atención en lo que sí se ha logrado.
Y celebrar. El reconocimiento de los logros refuerza las acciones que siguen y de esa manera anima a conseguir resultados extraordinarios.
“Celebre todos los progresos, no espere a alcanzar la perfección”, nos dice Ann McGee Cooper. La celebración desde un lugar de excelencia y casi como una emoción en sí misma.
El coach
Me atrevo a decir que es más difícil cerrar para el coach que para el equipo. Al menos, para su ego… “Somos el último en llegar y el primero en marcharse”, nos dice José Manuel Sánchez. La prueba del algodón para nuestra humildad.
Es más, el coach cultiva esa competencia de ser prescindible (del latín praescindere: separar mentalmente algo por anticipado) durante todo el proceso abonando poco a poco ese lugar.
Hacia dentro con humildad y renunciando a cualquier protagonismo, y hacia fuera compartiendo con el equipo qué harán entre sesiones o al final del proceso, cuando no estén acompañados por el coach.
De esta manera, cuando llega el final del proceso, consuma ese momento de despedida y agradece sus propios aprendizajes.
¿Cómo saber que, como coach, has quedado en equilibrio? Como decíamos al destilar las 7 actitudes del coach de equipos:
“Cuando no tengas necesidad de contarlo, para equilibrar que hayas recibido de más. Cuando no tengas necesidad de continuar, por lo contrario.
Cuando aceptas lo sucedido y no anticipas lo que vendrá. Y, sobre todo, cuando apenas tardas en reconectar con otros sistemas, más tuyos y que te aguardan”.
El proceso de coaching ha terminado. El equipo cuenta con su plan de acción, desde un mejor lugar y con la emoción adecuada para su viaje, que continúa.
El coach acompañará otros viajes para guiar otros equipos, también con su regalo de nuevos aprendizajes. Y como nos dice Kavafis: “si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo… entenderás ya qué significan las Ítacas”.
Carlos Cortés
Coach PCC por la International Coaching Federation.
Formado en Coaching individual, Coaching Sistémico y Coaching de equipos, es Facilitador Art of Hosting, certificado en métodos Bridge de estilos relacionales y Sikkhona para la excelencia de equipos. Consultor social, formador y coach individual y de equipos, con una amplia experiencia en el sector social, Es facilitador del Programa de Coaching de Equipos del CEC.