El coaching es una disciplina que ha ido creciendo y consolidándose en nuestro país desde los primeros años del siglo XXI.

Personalmente, llevo 20 años dedicada a esta profesión, de manera que he estado involucrada en su expansión y he sido testigo de su crecimiento, inicialmente en el mundo de las organizaciones a través del coaching ejecutivo y más tarde en otros sectores como el deportivo, el educativo, el social, el personal, etcétera.

Hoy en día casi todo el mundo ha oído hablar de coaching o conoce algún coach o sabe de alguien que ha hecho un proceso de coaching o ha leído algo al respecto…

Sin embargo, mi sensación es que hay una relación directamente proporcional entre expansión y comprensión: cuanto más crece la profesión, más crecen también las dudas, los bulos y las ideas distorsionadas acerca de la naturaleza de nuestro trabajo.

Hace 20 años, cuando decía que me dedicaba al coaching, lo habitual era tener que explicar el término, que todavía era muy desconocido.

Hoy en día la mayoría conoce la palabra, sin embargo sigue habiendo un gran desconocimiento acerca de lo que hay detrás, sus aplicaciones o el contenido de nuestro trabajo, incluso entre los alumnos que vienen a nuestra escuela a formarse como coaches.

LA ELECCIÓN DEL NOMBRE QUE NOS DEFINE COMO PROFESIÓN

El propio término “coach” ya nos complica un poco las cosas, por dos motivos importantes:

1.- Hemos elegido utilizar un sustantivo (entrenamiento / entrenador), en lugar de crear una palabra nueva para identificarnos. Esto no ocurre en otras profesiones como periodismo, enfermería, jardinería o diseño gráfico, por poner algunos ejemplos.

Profesiones todas ellas que pueden estar más o menos reguladas y abarcar diferentes especialidades, pero que tienen su propio marco, un espacio de inclusión y también de exclusión. Aún sin conocer en detalle los contenidos de la actividad, podemos vislumbrar sus límites de manera intuitiva.

Con el coaching es diferente, porque cualquiera que se considere entrenador de cualquier cosa, puede legítimamente llamarse coach.

De manera que podemos encontrarnos con estupendos profesionales que ofrecen servicios de coaching (entrenamiento) de finanzas, de búsqueda de empleo, de ventas, de emprendimiento, de actores, de fitness, de alimentación, de cuidado de animales, de lactancia, de imagen personal, de estilo de vida…

Dentro de la profesión utilizamos el término “Coaching Profesional” / “Coach profesional” para diferenciarnos de todos esos otros profesionales, entrenadores de todo tipo de disciplinas, que también escogen el término, ya digo, de manera totalmente legítima, pero esto no es tan fácil de comunicar al gran público, no conseguimos diferenciarnos de una manera clara.

De hecho, a veces, para complicar un poco más las cosas, podemos encontrar profesionales que además de ser especialistas en cualquier tema, se forman también como coaches profesionales para disponer de más herramientas y recursos.

Y así podemos encontrar por ejemplo, dos Coaches de ventas, uno de ellos con formación específica en coaching y el otro no… Siendo, ya digo, totalmente legítimo que ambos profesionales utilicen el mismo nombre.

2.- El propio significado del término coach genera confusión, ya que no somos entrenadores, al menos no en el sentido tradicional del término. Todos entendemos que un entrenador debe ser alguien experto en alguna disciplina y que, desde su experiencia, orienta, aconseja, acompaña y entrena a alguien.

Pero el coach no trabaja desde este lugar. Y esto produce más confusión todavía.

De manera que tenemos una profesión que se define con un sustantivo que además tiene un significado que confunde más que aclara.

EL COACHING ES UNA ESPECIE DE…

Cuando preguntamos a los alumnos que llegan a nuestros programas, a los clientes que inician un proceso de coaching o a los invitados que hacen prácticas con nuestros alumnos, qué entienden por coaching, es muy frecuente que la respuesta refleje una idea aproximada, buscando algo con lo que comparar.

Una especie de terapia, una especie de entrenamiento, una especie de consultoría…

También es muy frecuente que las explicaciones sobre coaching que leemos en libros y artículos incluyan un listado de lo que no es coaching: el coaching no es counseling, no es mentoring, no es psicoterapia, no es consultoría…

Esto es algo que no suele ocurrir en otras profesiones, no necesitamos decir, por ejemplo, que un electricista no es un mecánico o que un piloto es una especie de taxista, los nombres de sus profesiones son suficientemente descriptivos. Ya digo, nos falta un marco claro y diferenciado.

Con todo esto, no es extraño que surjan opiniones de todo tipo y voces críticas, a veces muy despectivas, que pueden hablar desde un conocimiento limitado y parcial o también porque han tenido una mala experiencia (¡y en todas las profesiones podemos encontrar malos profesionales!).

Entonces ¿Qué es el coaching? ¿En qué consiste esta disciplina? ¿Cómo funciona?

EL COACHING ES UNA PROFESIÓN DE AYUDA

Solemos decir que el coaching es una profesión de ayuda que tiene sus propias particularidades y que se diferencia de otro tipo de profesiones de ayuda como el counseling, el mentoring o diversos tipos de terapia.

En todo caso, la palabra ayuda también genera confusión, porque nos lleva, de nuevo, a la idea de que el que ayuda es el experto, el que sabe y el que guía. De hecho, esto es así en el mentoring, en la consultoría, incluso en la mayoría de los enfoques terapéuticos. Los profesionales evalúan, diagnostican, orientan, aconsejan…

Sin embargo, el coaching se sitúa en las antípodas de este lugar y este es un elemento diferenciador que no siempre se entiende. ¿Cómo es posible ayudar si no es desde el consejo y la orientación?

Tal vez sería más adecuado decir que el coaching es una profesión de acompañamiento, esto define mejor lo que hacemos, porque nuestro rol más importante es el de facilitar espacios de reflexión para que nuestro cliente indague, explore, se cuestione, tome decisiones y pruebe a hacer cosas diferentes.

Y seguramente aquí tenemos el nudo, el enredo principal a la hora de entender qué es el coaching, porque esta profesión opera en un paradigma que no es el imperante.

No es fácil comprender cómo es posible que un coach ayude sin ayudar, entrene sin entrenar, a menos que se haya tenido la oportunidad de experimentarlo en uno mismo.

Vivimos en un paradigma en el que creemos que, si nos falta algo, tenemos que ir a buscarlo fuera. Y esto es correcto en el ámbito de la información, de los datos. Podemos acudir a libros, manuales o expertos para obtener información y datos que desconocemos.

Pero hay un ámbito inmenso que pertenece a nuestro mundo interior, que es profundamente íntimo y personal.

Nuestros deseos y anhelos, nuestras necesidades, nuestro mundo emocional, nuestros mapas cognitivos, las creencias que nos limitan y potencian, nuestros enredos relacionales, son exclusivamente nuestros. Y este es el ámbito en el que opera el coaching.

Un ámbito privado, en el que no hay nadie que pueda ser más experto que uno mismo, en el que podemos encontrar respuestas por nosotros mismos, a través de la reflexión: quién soy, qué quiero, qué me mueve, qué me pasa, cual quiero que sea mi aportación en la vida, qué cambios me gustaría hacer en mí, en mis relaciones, en mi ámbito profesional, para sentir más bienestar, mayor plenitud…

No es fácil entender cómo es posible que un coach ayude sin ayudar, entrene sin entrenar, a menos que se haya tenido la oportunidad de experimentarlo en uno mismo.

EL MINDSET DEL COACH

El coach se especializa en el arte de acompañar a sus clientes en esta exploración y lo hace desde un lugar muy determinado, con técnicas muy específicas, desarrollando competencias muy concretas como la escucha, la indagación o la capacidad para no juzgar, entre otras.

El mindset del coach requiere integrar un lugar no directivo en el que aprendemos a soltar cualquier necesidad de aconsejar, de dirigir, incluso de buscar soluciones que poder ofrecer a nuestros clientes. Decimos que cada vez que le damos un consejo a alguien, le estamos robando la posibilidad de encontrar sus propias respuestas.

El proceso de formación para ser coach, que en nuestra escuela dura aproximadamente un año, implica sobre todo este cambio de mindset, que tiene su complejidad.

Porque venimos de un paradigma totalmente diferente en el que sentimos que ayudamos y que somos útiles en la medida en que damos buenos consejos o aportamos nuestras propias experiencias a modo de modelo.

Por eso no es necesario tener conocimientos profundos de ninguna materia en concreto, porque no ocupamos ese lugar de experto, aunque cuando se poseen, pueden utilizarse en un trabajo “mixto”.

Por ejemplo, un especialista en ventas puede formarse como coach y trabajar desde una doble perspectiva: como experto, aportando técnicas de ventas y de gestión comercial, por ejemplo, y como coach, trabajando aspectos más personales como la vivencia interna, frenos y bloqueos, situaciones particulares con determinado tipo de clientes, etc.

Esta doble aproximación hay que saber hacerla muy bien porque supone trabajar con dos mindset muy diferentes y se necesita ser muy consciente de cuándo utilizar uno u otro.

SER UN BUEN COACH

Esto no significa que no se necesite nada más que un curso de unas pocas semanas para ser un buen coach.

La mayoría de los profesionales seguimos formándonos el resto de nuestra vida, estudiamos y leemos sobre temáticas relacionadas con el ser humano que nos ayudan a desarrollar nuevas distinciones que nos sirven a su vez para hacer preguntas más certeras, utilizar herramientas facilitadoras de procesos más profundos o hacer devoluciones de mayor calado.

Ahora bien, todo esto no tendría mucha utilidad si dejamos de lado la formación más importante, que es la que debemos seguir haciendo para nuestro propio autoconocimiento y crecimiento personal.

El desarrollo del coach tiene que ver mucho más con esta parte que con la adquisición de información y datos. Somos mejores coaches en la medida en que profundizamos en nosotros mismos y nos comprometemos con nuestro propio crecimiento personal. Un proceso que, en realidad, no termina nunca.

La formación más importante es la que debemos seguir haciendo para nuestro propio autoconocimiento y crecimiento personal.

Este viaje hacia nosotros mismos es el que después nos va a permitir ese acompañamiento en el que seremos capaces de estar plenamente presentes, con la mirada clara, el corazón abierto y una escucha profunda, para generar un espacio que en realidad es muy poco habitual y que produce un impacto mágico en las personas, que se sienten acogidas, recogidas y acompañadas.

Somos mejores coaches en la medida en que profundizamos en nosotros mismos y nos comprometemos con nuestro crecimiento personal.

Esto les permite dejar caer las barreras, conectar profundamente, desplegar y abrir cualquier asunto que desee abordar y reunir el coraje para hacer un trabajo de descubrimiento y transformación que puede ser tan profundo como el cliente desee.

coaching, Coaching, una disciplina aún desconocida

MIRIAM ORTIZ DE ZÁRATE

Socia directora del CEC.
Coach MCC por la International Coach Federation.
Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.

Ha realizado estudios de especialización en Coaching individual y de equipos, coaching sistémico, coaching corporal, coaching energético, Psicoterapia Gestalt, Psicoterapia Integrativa, Eneagrama, Constelaciones Familiares y Organizacionales, Bioenergética, etc. (Instituto de Empresa, Centro de Estudios Garrigues, Escuela Europea de Coaching, Escuela Madrileña de Terapia Gestalt, Programa SAT de Desarrollo, IPH, Fundación Claudio Naranjo, Fundación Tomillo, Improving Network, Sensum Systemic, Instituto Hellinger de Holanda, Talentum, Emana, etc.)