Desde hace años se viene hablando de una nueva mirada en el coaching con cada vez más presencia en el panorama internacional. Se trata del coaching transpersonal o incluso también denominado en USA, coaching espiritual.

En CEC lanzamos en este mismo mes de junio una convocatoria de este enfoque del coaching con inicio en noviembre de 2023. ¿En qué consiste esta metodología de coaching? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de coaching transpersonal y cuál es su origen?

El coaching transpersonal es la rama del coaching que afronta las dificultades que la persona tiene en su relación con el mundo, incluyendo, de manera integrativa, no sólo sus aspectos mentales o relacionados con el lenguaje y las creencias, sino también los aspectos emocionales, corporales, sistémicos y espirituales del ser humano.

Un proceso de coaching transpersonal nace de una pregunta del cliente que va más allá del yo y que supone el cuestionamiento de su relación con lo más trascendente.

También es un proceso que trata de atender a las grandes preguntas. ¿A qué me refiero cuando digo yo? ¿Cuáles son las fronteras de ese yo?

¿Qué sentido tiene la existencia de cada uno? ¿Y cómo puedo enfocar mi vida ante las adversidades en coherencia con ese sentido, o si ese sentido puede ayudarme a afrontar las dificultades?

Cuando hablamos de dimensión espiritual no nos referimos necesariamente a una dimensión religiosa. Conviene aclarar que el término espiritualidad, si bien tradicionalmente ha estado asociado al término religión, no significa que sean sinónimos ni equivalentes.

La espiritualidad tiene su propia ontología, pues se basa en la experiencia del ser humano con aquello que denominamos trascendente pudiendo incluir las dimensiones no ordinarias de la realidad.

La dimensión espiritual puede englobar lo religioso, pero no tiene por qué. Lo transpersonal no entra obligatoriamente en el campo de la fe, ni pierde el contacto con lo experiencial.

A lo largo de mi carrera como coach y profesional, he podido comprobar cómo hay procesos de clientes que no se resuelven sin entrar en contacto con los aspectos emocionales.

Otros que no avanzan si no trabajamos a través del cuerpo. Los hay que tienen un claro componente sistémico que, si no se tiene en cuenta, el tema no se desenreda. Y, de la misma forma, hay demandas de clientes que en el nivel de conciencia ordinario simplemente no tienen solución y que el camino pasa por elevar la mirada a un lugar de una mayor perspectiva.

Un lugar de mayor trascendencia que, de forma libre, podemos interpretar como espiritual.

Si hablamos de ejercer un coaching integrativo capaz de ayudar al cliente a superar sus bloqueos y alcanzar sus desafíos en todas las múltiples dimensiones del ser humano, entonces hablamos de Coaching Transpersonal.

Un acompañamiento en la dimensión del lenguaje, el cuerpo, la emoción, la mirada sistémica y la dimensión transpersonal o más trascendente.

A lo largo de los últimos años a nivel mundial, el coaching está empezando a ocupar estos lugares sin abandonar sus creencias fundamentales en su acercamiento y su metodología de acompañamiento en el que la solución, en esencia, está en el cliente.

Con esa mirada integradora y honrando los orígenes, el coaching bebe de manera muy representativa de las herramientas y la andadura previa de la terapia, de la filosofía y de otras muchas fuentes.

Así el coaching original, en sus distintas escuelas, más apoyado en la palabra, tiene mucho de su origen en fuentes terapéuticas como la terapia cognitiva de Albert Ellis, también la filosofía de Nietzsche, Wittgenstein y otros.

La dimensión emocional del coaching se ve influida por las terapias humanistas, Rogers, la Gestalt, el eneagrama.

taller coaching transpersonal

Al igual que el coaching sistémico ha nacido de la terapia sistémica tanto la estructural de Salvador Minuchin, como la relacional de Bert Hellinger, o la estructural hacia el mundo de las empresas con la escuela de Matthias Varga que se apoya en el psicodrama de Moreno y la sistémica familiar de Virginia Satir, entre otros.

De igual forma, es esencial entonces reconocer que la fuente principal del coaching transpersonal es la terapia transpersonal de autores como Maslow, Grof, Wilber, Naranjo o Assaglioli o los españoles Almendro, Martínez Lozano o Ferrer.

Y en este sentido, es sistémicamente necesario reconocer estas fuentes para dejar enmarcada una nueva forma de intervención avalada por multitud de autores nacionales e internacionales.

Honremos entonces las fuentes con una mirada a la historia reciente de la psicología y a las cuatro grandes fuerzas o corrientes que se reconocen en la psicología en el pasado siglo XX.

La primera es la psicología conductista.

El conductismo proviene de principios de siglo y se basa en el análisis del comportamiento humano como consecuencia de sus reacciones a los estímulos o acontecimientos exteriores de la vida.

Ya sean a un nivel físico, biológico, fisiológico o emocional y también social. Lo humano se rige por refuerzo o castigo y este tipo de comportamiento condicionado es la base de la actual corriente cognitivo-conductual y de la psicología científica. Los autores de referencia son John Watson y Burrhus F. Skinner.

La actual psicología cognitivo-conductual es fruto del encuentro de la psicología conductista de Skinner con la psicología cognitiva de autores como Albert Ellis o Aaron Beck entre otros. Incorpora a la mirada conductista los procesos mentales propios del mundo subjetivo, que condicionan la forma de mirar el mundo de las personas.

Es decir, el comportamiento de las personas no solo depende de los estímulos externos, sino que también del procesamiento mental que cada uno hacemos de cómo nos relacionamos o interpretamos estos estímulos externos.

Es por tanto muy importante la forma en la que la persona procesa la información o cómo interpreta la realidad. Los procesos cognitivos al final influyen de manera definitiva en la conducta de las personas.

El coaching y la PNL tienen mucha influencia tanto de la psicología cognitiva como de esta posterior mirada en la relación que hay entre los procesos mentales y las consecuencias emocionales.

La segunda fuerza es el llamado Psicoanálisis.

Tan conocido por la icónica figura de su principal generador: Sigmund Freud. Otros autores muy relevantes le siguieron como Alfred Adler, Karl Gustav Jung y el más reciente Jacques Lacan entre muchos otros.

Se trata de un modelo verbal de intervención que considera que las dificultades del ser humano en su relación con la vida se basan en los impulsos reprimidos que habitan en nuestro subconsciente. Mediante el diálogo se despliega ese mundo no conocido y la ampliación del conocimiento de uno sobre sí mismo, que favorece la capacidad para superar las propias dificultades.

El psicoanálisis sigue siendo una corriente viva hoy en día con autores que han ido incorporando visiones más evolucionadas, siguiendo el enfoque del autoconocimiento, la asociación libre (que evidencia procesos inconscientes que afloran cuando el control cede) y la interpretación de los sueños como fuente también de ese inconsciente.

Más allá de la mirada cognitivo conductual, el psicoanálisis pretende abordar procesos profundos aún inaccesibles para la neurociencia o la biología.

Posteriormente aparece como tercera fuerza la corriente humanista. Nació en el año 1967 como intento de romper la mirada fragmentada que conductismo o psicoanálisis estaban planteando sobre el ser humano. Una serie de psicólogos y pensadores quisieron ir más allá en su concepción del ser humano y generaron la llamada tercera fuerza de la psicología.

Entre ellos estaban nombres tan relevantes como Abraham Maslow, Carl Rogers, Fritz Perls, Aldous Huxley, Herbert Marcuse, Kurt Goldstein y Eugene Gendlin (entre muchos otros). Iniciaron así un movimiento adentrándose en la mirada del hombre como un ser global, holístico, destinado a crecer, a comprenderse, a la autorrealización y a la liberación de todo su potencial.

Corrientes como la terapia Rogeriana, el análisis transaccional, la terapia corporal, la sistémica o la actualmente muy difundida terapia Gestalt, son ejemplos de esta tercera fuerza que hoy en día está absolutamente vigente.

La corriente humanista aportará una mirada hacia lo más subjetivo, dinámico y creativo del ser humano, capaz por sí mismo de autodirigirse y automotivarse, contrariamente al planteamiento conductista del sometimiento determinista y reactivo al entorno y al estímulo, o al planteamiento psicoanalista de que todo proceso psicológico proviene de principalmente de lo biológico a través de los instintos básicos.

coaching transpersonal

Y finalmente la cuarta fuerza. La psicología transpersonal. La aproximación a la dimensión espiritual. A pesar de que la psicología humanista había dado un gran paso, quedaban aún lagunas por resolver en cuanto a una psicología que contemplase todas las dimensiones de la psique humana.

La dimensión espiritual quedaba sin integrar dentro de la llamada tercera fuerza, principalmente porque dejaba fuera elementos culturales, algunos de gran extensión y potencia, como la meditación, los rituales y tradiciones místicas, la filosofía oriental, así como fenómenos humanos inspirados por el arte, los estados alterados de conciencia o la religión que también han formado parte del largo proceso de introspección de la psique humana en el correr de los tiempos.

Fruto de este deseo integrador surge la psicología transpersonal, la denominada cuarta fuerza tras la reunión de un grupo de trabajo en California en 1967. En este grupo, en que también participó Maslow, se configura una nueva psicología desde la cual se pudiera contemplar cualquier ámbito de la experiencia humana independientemente del nivel de conciencia en que se produjera.

Posteriormente se formaliza con la creación de la Asociación de Psicología Transpersonal y la producción de la Revista de Psicología Transpersonal. En 1975 se creará el Instituto de Psicología Transpersonal también en California, y pocos años después surgen la Asociación Transpersonal Internacional y el Instituto Esalen.

Desde este punto de partida se pretende llevar a la psicología más allá de su contemplación desde un punto de vista occidental, con una mirada enfocada en la patología y los procesos cognitivos, de forma que se amparen los procesos espirituales y algunos estados no ordinarios de conciencia.

Respecto a éstos, los cuales la psiquiatría y psicología imperantes dieron en calificar en bloque como estados alterados, un calificativo que ya los posiciona como anormales, cabría diferenciar aquéllos que contienen en sí una capacidad sanadora o transformadora, y que Grof denominó como “holotrópicos” en aras a establecer esa diferenciación.

Así la psicología transpersonal propone un avance respecto a la psicología convencional y también respecto a la humanista, al entrar en terrenos como la no dualidad entre mente y cuerpo e integrar las tradiciones de la ciencia occidental y el pensamiento oriental, a la búsqueda de la realización de todo el potencial individual a todos los niveles.

Y volviendo al coaching transpersonal, al igual que ocurre con el coaching sistémico y la terapia sistémica, el campo de actividad seria el mismo que habita la psicología transpersonal dentro del marco del coaching.

Es decir, ir más allá de la persona. Acoger una visión holística del ser humano integrando lenguaje, cuerpo, emoción y la dimensión más sistémica, energética y espiritual o trascendente.

El coaching transpersonal trabaja la relación entre el individuo en su subjetividad y las preguntas esenciales de la vida con su sentido y su propósito. No solo apoya los objetivos del cliente más concretos, sino que busca su ampliación de conciencia en todas sus dimensiones y la conexión con la esencia o el centro de las cosas. Desarrollando una nueva relación con la propia identidad.

Podríamos decir que además de trabajar el autoconocimiento para la gestión del ego y los estados de defensa, el coaching transpersonal trabaja para que la ampliación de conciencia cambie este paradigma y podamos trascender el ego y tomar una perspectiva mayor de nuestra vida y la de toda la existencia.

En su función integradora, el CEC no podía dejar fuera de su actividad un enfoque en el que personalmente llevo muchos años de dedicación y que supone completar la mirada holística de la persona y del acompañamiento al desarrollo y la ampliación de conciencia del ser humano.

Junto con las otras especialidades que abordamos en esta escuela como son el programa de certificación de coaching con un enfoque integrativo, el coaching de equipos, el coaching sistémico y el programa de coaching corporal.

Se trata de ser coherente con mi propia trayectoria y desde el CEC poder contribuir a ofrecer una puerta a todo aquel que sienta la llamada de afrontar procesos de crecimiento desde un enfoque más trascendente, encontrar su lugar en el mundo desde una perspectiva global en relación con algo más grande o aventurarse más allá de lo que sentimos identificados como yo.

transpersonal, Coaching Transpersonal: Encuadre y Orígenes

JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ

José Manuel Sánchez es Socio Fundador del CEC. Su pasión es el coaching y el desarrollo humano en el ámbito profesional. Actualmente se dedica al desarrollo directivo y al coaching individual y grupal.

Es Coach PCC por la ICF, formado en coaching ejecutivo, coaching de equipos y coaching sistémico. Es terapeuta Gestalt y Transpersonal. Formado en el programa SAT, en Eneagrama y en Coaching Corporal por NewField. Ha realizado el programa PCI en In Copore y es facilitador de Seitai y de trabajo energético en el cuerpo. Es formador de meditación y Mindfulness e Instructor CCT del Compassion Institute.

Codirector y Facilitador del Programa Coaching Transpersonal.