En general la palabra “equipo” tiene connotaciones positivas y una sonrisa suele acompañarnos al recordar el sentimiento de pertenencia, porque nos acerca mucho más a nuestros semejantes y nos hace sentir los éxitos de manera diferente a cuando los realizamos en solitario.
Si lo llevamos a la vida cotidiana o al deporte, un equipo requiere de un funcionamiento específico y pertenecer a uno, aunque sea para jugar a las cartas, satisface nuestra necesidad sistémica y nos coloca en la misma línea de responsabilidad que los otros miembros.
Por Luis Llorente
Este sentimiento también funciona y con mucho éxito en el ámbito laboral. En países como Estados Unidos, el coaching de Equipos se ha convertido en una dinámica imprescindible para la gestión de las personas y una reciente encuesta del Institute of Leadership and Management determina que un 80% de las compañías ya han incorporado esta especialidad a la hora de desarrollar a sus líderes. En ese país todas las empresas que han invertido en Coaching de Equipos, repiten año tras año incrementando la inversión.
Sin embargo en España es escaso el número de empresas que se plantean implementar esta especialidad y más escaso aún el número de las que lo llevan a cabo. ¿Por qué? Existen varias causas o una mezcla de ellas: quizá por el desconocimiento que existe de estos programas y de los resultados a menudo espectaculares que se consiguen. O por el miedo que provoca el “destapar conflictos” sabiendo como sabemos todos que no hay que esconder las equivocaciones sino aprender de ellas porque siempre pasa factura lo que se oculta.
Y si a veces es complicado explicar en qué consiste el coaching en general y diferenciarlo del intrusismo que aparece incluso en medios tan poderosos como la tv, la cosa se complica cuando se trata de comentar una especialidad. En el caso del Coaching de Equipos se suele confundir además con actividades de Team building o outdoor que realizan los grupos o los departamentos y que no tienen nada que ver con un trabajo específico que se realiza desde el coaching más ortodoxo.
Es importante diferenciar en el ámbito de la empresa lo que es un equipo frente a un grupo, un departamento o incluso una división. En mi experiencia profesional he oído calificar muchas veces de equipo a grupos humanos que no lo eran y que no cumplían determinadas características importantes para la existencia del equipo.
Si hacemos caso a Katzenbach y Smith: “Un equipo es un pequeño número de personas con habilidades complementarias, comprometidas con un propósito común, con un conjunto de metas de desempeño y un enfoque por el que se sienten solidariamente responsables”.
Por tanto consiste en un reducido número de personas siendo el equipo susceptible al aumento que puede incidir en la cantidad y la calidad de las interrelaciones, que tienden a reducirse cuando crece, impactando de manera negativa en el funcionamiento.
Los integrantes deben tener habilidades complementarias, las necesarias para poder desarrollar el camino al objetivo, la tarea para la que se unen. Determinar bien esas competencias es vital para el reclutamiento de candidatos y en general para el funcionamiento del equipo.
Tienen una misma meta, un objetivo con el que hay un compromiso general y solidario y cada uno de sus miembros asumen responsablemente la parte que les corresponde. Las metas y objetivos deben ser específicos y sobretodo medibles.
¿Cómo trabaja entonces el Coaching de equipos en las organizaciones ?
Una de las primeras misiones del Coaching de Equipos es colocar un espejo delante de los componentes para hacerles ver cómo son y cómo se comportan. Conseguir este “efecto espejo” es un reto para el que se requiere una preparación y unas habilidades especiales.
Uno de los principales objetivos a los que aspira el Coach de Equipos es a “montar el escenario”, crear el espacio para que sea el equipo el que delimite bien los roles de cada miembro del colectivo para que sus interrelaciones sean productivas. Se trata de crear el marco para poner las habilidades de cada individuo orientadas al objetivo común, fomentando el espíritu de equipo, ayudando a cada uno de sus integrantes a descubrir sus fortalezas para que sirvan junto con las de los demás para conseguir las metas que se marque el equipo.
¿Entonces, cual es la labor del coach?
Por su parte, la labor del coach sigue siendo promover una reflexión acerca de la situación de partida del equipo a la hora de alcanzar una meta, así como de las fortalezas grupales y de las áreas de mejora para poder de alcanzarla. La reflexión que resultará del proceso permitirá asimismo descubrir información valiosa acerca del desempeño y de las relaciones que se dan en el seno del equipo, ayudando a discernir entre las prácticas que cabe mantener y aquellas que conviene limpiar o modificar.
El coach de equipos como catalizador, se ocupa de que ocurra algo, de que se den eventos importantes y significativos para el desarrollo del equipo. En Coaching de Equipos se dice que “todo tiene un sentido para el equipo, que todo acto es valioso, que todo puede ser aprovechado para mejorar.”
De esta forma, el coach de equipos tiene que ser capaz de convertirse en ese espejo que mencionábamos antes, para poder reflejar la realidad del equipo. Hay equipos que no saben por qué no funcionan bien y son incapaces de identificar su área ciega. El coach de equipos juega un papel fundamental para que el equipo descubra su propia realidad en conjunto, no individualmente.
También se ocupará de que el equipo no se quede bloqueado, de que pase a la acción y por lo tanto descubra nuevos aprendizajes y nuevas perspectivas de la misión. Hay que hacer reaccionar al equipo para mejorar, y si el equipo permanece rígido e incapaz de ver su realidad tiene menos posibilidades de descubrir sus posibilidades de mejora.
El coach de equipos debe pues estudiar y conocer en profundidad al equipo con el que trabaja y a la realidad que lo envuelve, empatizando con sus necesidades e incidir en que el equipo se conozca perfectamente a sí mismo a través de las preguntas que generarán una nueva conciencia. Debe ayudar a canalizar la energía abriendo a través de campos emocionales los caminos que van a provocar los cambios necesarios, retando a las personas a que den lo mejor de sí mismas para el equipo y sus fines y dejando que tomen sus propias decisiones y asuman la responsabilidad compartida.
¿Pero, cómo lo distinguimos de otras intervenciones? los límites entre los diferentes enfoques (coaching “puro” o de equipos) tienen continuas intersecciones. Y además es frecuente que los coaches provengamos de actividades profesionales que tienen su origen en la formación, en la consultoría o en el acompañamiento y la facilitación.
Se puede hablar de dos criterios que establecen la diferencia: el lugar en que se sitúa el coach y, en segundo lugar, los objetivos en los que centra su intervención:
Mientras que el coach individual realiza el proceso a una persona, y espera que del desarrollo del individuo se generen beneficios en el equipo, y no le interesan tanto las relaciones como la forma que la persona las establece y las vive, buscando acciones individuales, el Coaching de Equipos se centra en las relaciones desenfocando a las personas, por que está centrado en las dinámicas del equipo más que en los individuos que lo integran, dando voz al colectivo como entidad propia por encima de las personas, buscando patrones colmunes y pautas de funcionamiento que ayuden al desarrollo de ese especial grupo de personas.
La mirada sistémica del coach es también muy importante. Ya hemos mencionado que un equipo es un sistema, es decir, un conjunto interrelacionado de elementos. Formamos parte de multitud de sistemas pero cuando miramos a nuestro alrededor, seguimos viendo elementos aislados, porque es difícil hacer visibles las relaciones, es difícil ver aquello que une al conjunto de elementos y hace que se influencien entre sí. Podemos ver la bombilla encendida, pero no vemos la electricidad que va por los cables. Por tanto esta perspectiva está interesada en mirar la realidad centrando la atención, no tanto en los elementos que la componen, como en las relaciones que se producen entre ellos y esto es Coaching de equipos.
¿Cuándo es útil un proceso de Coaching de Equipos en una empresa u organización?
Un proceso de este tipo se puede aplicar en cualquier momento y situación de las que se producen habitualmente en la empresa. No hace falta que ocurra una catástrofe para acudir a esta dinámica. Pero en situaciones o acontecimientos difíciles, en retos extraordinarios para un equipo, puede ser especialmente valioso acompañarse de un coach de equipos.
Situaciones de este calado pueden ser la propia constitución del equipo, en su etapa inicial. El objetivo del proceso será ayudarle a poner unos cimientos sólidos para que los engranajes comiencen a funcionar y entrenar en competencias básicas a los miembros del equipo.
También en momentos de cambios de los integrantes del equipo. La salida de algunos de sus miembros o la integración de otros nuevos deben de ser analizados con calma por el equipo a través de los criterios que se establezcan. Se trata de que el sistema los normalice rápida y productivamente. Los momentos de cambio son además oportunidades para revisar las relaciones y los roles.
Cuando hay conflictos o relaciones que no funcionan y el equipo no es capaz de encontrar una salida positiva se puede trabajar de manera externa para hacer comprender el conflicto y ayudar a que salgan soluciones de manera colectiva, acordando compromisos o convocando una alineación con el objetivo si es que ésta no se está produciendo. También cuando personas que individualmente obtienen excelentes resultados y no alcanzan ese nivel de desempeño trabajando en equipo, o en momentos de fusiones de empresas, en los que es necesario integrar culturas distintas y recomponer o crear relaciones nuevas o cuando un equipo detecta que tiene problemas concretos de eficacia por problemas de comunicación y las reuniones pierden efectividad. En todas estas situaciones, y seguramente en algunas otras muchas más, un proceso de Coaching de Equipos es muy valioso.
La base de un equipo son las propias emociones que circulan por ese pequeño sistema en el que ingresamos y al que pertenecemos. El Coaching de Equipos puede colaborar de manera definitiva a un buen desarrollo y cometido de estos grupos tan especializados que son la base de los recursos humanos actuales.