HERRAMIENTAS DE CONFRONTACIÓN

En nuestros talleres, encontramos que la confrontación se hace especialmente difícil para muchos alumnos. Tenemos muchas resistencias, miedos y fantasías acerca de la posible reacción del cliente, nos preocupa que la confianza se vea afectada o que la relación de coaching se rompa.

En un plano más profundo, la dinámica está relacionada con la necesidad de agradar y con el miedo al rechazo, tan nuclear en nuestra cultura. De manera que nos auto engañamos, diciéndonos a nosotros mismos que elegimos no confrontar para no dañar al otro, cuando la mayoría de las veces, lo que ocurre es que respondemos automáticamente con inautenticidad, para no perder la relación.

Disponemos de muchos recursos para la confrontación que, como en el caso de las herramientas de apoyo, están muy relacionadas con las metacompetencias de nuestro modelo:

CORRECCIONES: Como coaches, sabemos que el lenguaje no es inocente. Durante las sesiones, ayudamos a nuestros clientes a darse cuenta del impacto que el lenguaje tiene en sus vidas y le pedimos permiso para señalar los momentos en los que habla quitándose valor, desempoderándose, utilizando un lenguaje de víctima, etc.

Explicaciones y justificaciones. El coachee a menudo se justifica, busca la manera de echar balones fuera, de no asumir su responsabilidad y nos ofrece múltiples explicaciones que hacen que se pierda el foco. Es el efecto “tinta de calamar”. Confrontamos este tipo de comunicación, y ayudamos al coachee a hacerse cargo de la parte que le compete. Por ejemplo: ¿Y entonces tú?, ¿Y tú qué quieres?, ¿Y esto para qué me lo cuentas?,  ¿Y esto cómo afecta al objetivo?, etc.

Hechos versus opiniones. Igual que hemos aprendido la importancia que tiene en nuestra vida y en nuestras relaciones esta distinción, entrenamos al coachee para que vaya integrándola. Corregimos los juicios expresados como hechos, trabajamos los juicios limitantes con las técnicas de fundamentación de juicios, etc.

Lenguaje absoluto: Cuando el coachee utiliza expresiones como siempre, nunca, todo, nada, nadie…  Es una forma de llevar sus juicios a una dimensión absoluta. Estas declaraciones deben ser revisadas siempre que nos parezca que pueden ayudar a un cambio de observador.

Lenguaje en 2º persona. Es un tipo de lenguaje muy habitual y una forma de quitarnos responsabilidad. No es lo mismo decir: “Viene tu jefe y te dice que te tienes que cambiar de despacho y claro, te agarras un cabreo…”, que decir: “Ha venido mi jefe, me ha dicho que me tengo que cambiar de despacho y eso me ha enfadado mucho”. Corregimos este lenguaje tantas veces como haga falta y ayudamos al cliente a darse cuenta de la diferencia.

Verbo irreflexivo. Es otra manera de hablar de forma no responsable que corregimos o repreguntamos. “se supone que…” ¿Quién lo supone?

Imprecisiones: “trataré de… voy a intentar… si puedo entonces…” Son expresiones que denotan poca responsabilidad, nos dejamos abierta la posibilidad de no cumplir un compromiso. Siempre las corregimos: ¿Vas a tratar o vas a hacerlo?

Incongruencias: A menudo detectamos incongruencias en cualquiera de los tres niveles: lenguaje, cuerpo y emoción, y en la relación entre ellos. Por ejemplo, podemos encontrar una incongruencia entre lo que el cliente nos cuenta y lo que nos contó en otro momento. O en la manera de interpretar dos situaciones similares. También vamos a detectar incongruencias entre lo que dice que va a hacer y lo que nos muestra su corporalidad. O entre lo que siente y lo que comunica a nivel no verbal. En todos estos casos, devolvemos al coachee lo que estamos observando. Este tipo de devoluciones (que hemos incluido también en las herramientas de apoyo), pueden resultar confrontativas, porque enfrentan al cliente con sus puntos ciegos. “Si te he entendido bien, dices que te gustaría… sin embargo, el otro día me pareció entender que decías justo lo contrario”, “Te escucho contar que te enfada que te mientan, sin embargo antes me contaste que tú preferiste ocultarle a Y…”, “Dices que esa situación no te enfadó, sin embargo mira tus manos, ¿qué están apretando?”,  “dices que lo vas a hacer, pero  no te veo muy convencido…”

EL SILENCIO: Igual que consideramos el empowerment como una técnica sobre todo de apoyo, que tiene una dimensión confrontativa, con el silencio podemos decir algo similar. Es parte fundamental de la escucha, cuando nos mantenemos atentos y en silencio ante nuestro coachee, generamos rapport y confianza. Sin embargo, hay algunas situaciones en las que el silencio puede ser incómodo y confrontativo para el coachee.

Para finalizar, me gustaría comentar algunos errores típicos, que detectamos en las sesiones de supervisión, relacionados con el apoyo y la confrontación:

Cuando el coachee habla y el coach asiente y sonríe y dice ajá a todo, buscando generar una buena burbuja. El punto débil de esta actitud es que parece que le estuviéramos comprando al coachee todo lo que dice. Es una actitud que no nos es demasiado útil en la sesión de coaching.

Cuando el coachee no hace el plan de acción y entonces el coach aplica la confrontación de manera automática: “no te veo comprometido” “Si te comprometes tienes que cumplir” etc. Yo creo que en estos casos, la mirada debemos dirigirla más bien hacia nosotros mismos. ¿Qué faltó aquí? ¿Qué le está impidiendo actuar? ¿Hay algún obstáculo que no habíamos visto? ¿Qué dificultad que no aprecié tiene este plan de acción?  ¿Qué consecuencias tiene para el coachee, para el proceso?  Igualmente el líder, ¿Cómo actúa cuando su colaborador no cumple una promesa? Puede quejarse y protestar, o puede indagar. ¿La petición fue clara? ¿El compromiso quedó bien definido? ¿Hubo algún error de interpretación? ¿Se produjo alguna incidencia durante la ejecución? ¿Tiene esta persona alguna dificultad que no detecto para llevar a cabo este compromiso? El aprendizaje que se puede extraer de un incumplimiento es demasiado grande como para desperdiciarlo con sermones, reproches, etc.

Cuando el coach no es capaz de sostener determinados momentos del coachee: cuando se emociona y llora, cuando saca el látigo y se autoflajela, cuando le escuchamos decir juicios negativos sobre sí mismo.